Los blancos son más listos que los negros (y los niños más que las niñas)

Supongo que no habrá nadie al que no le chirríe el título de este post. Hay estudios, por cierto, que avalan lo que se dice en el mismo (sobradamente refutados en la actualidad) pero, por ejemplo en el segundo caso, todavía hay modelos pedagógicos en nuestro país que hablan de diferencias entre el aprendizaje según el sexo. Por eso existen centros diferenciados en los que solo estudian niños o niñas porque se basan en pseudociencia barata. Y no olvidemos que la pseudociencia se vende muy bien. Además evita el tener que leer, porque se vende infinitamente mejor que las evidencias científicas.

Hay mitos pseudocientíficos que se aplican sin ningún pudor en el ámbito educativo. Entre ellos los de los estilos de aprendizaje, las inteligencias múltiples, métodos de estimulación temprana (lo del Baby Einstein es de traca), la braquiación, la lateralidad cruzada, la pedagogía Waldorf,… y así hasta múltiples mitos que se están vendiendo muy bien entre gran parte de la sociedad. Métodos mucho más peligrosos que la homeopatía sanitaria porque, al final tiene peores efectos para un niño que experimenten con él aplicando métodos que distan mucho de ser efectivos (en muchos casos son contraproducentes) que alguien que combine unas pastillas de sacarosa con la quimioterapia para incorporar el efecto placebo a la medicación “que cura”.

No me cabe en la cabeza que haya docentes que crean en ciertas cosas. No me cabe en la cabeza que, habiendo aún un largo trecho entre el estudio del cerebro y su aplicación de los descubrimientos en educación, haya quienes ya se crean el concepto de neuroeducación. Ojalá todo fuera tan sencillo pero si hablamos con gente “que sabe” (y no con docentes que van de neurochauvinistas), todos nos dicen que la traslación a la educación de lo que están aprendiendo viendo el cerebro va para largo. Y yo, personalmente, siempre he procurado creerme a la gente que sabe. Especialmente a aquellos cuyo currículum es suficientemente amplio para tenerlo en cuenta.

Sé que las pseudociencias en educación están a la orden del día. Sé que hay gente que vive de vender milongas y gente que quiere creer en las mismas. Sé que van a justificar con el estudio hecho por el cuñado la veracidad de ciertas metodologías o, simplemente, van a obviar todo aquello que vaya en contra de sus planteamientos. Además, son capaces de vender A, matizar con B y acabar diciendo C en la misma frase. Joder, que hasta hay docentes que siguen creyendo en que sus alumnos son nativos digitales. Hasta un mono con iPad es capaz de pasar el dedo por encima del aparato y hacer ver que está pasando hojas.

Falta formación científica a los docentes (me incluyo). Creo que tocaría olvidarnos por un tiempo de difundir ciertas cosas y establecer, desde el Ministerio de Educación, un plan exhaustivo de vigilancia ante las pseudociencias. La mayoría reconozco que no son peligrosas pero, lamentablemente, lo que no podemos como personas que tenemos en nuestras manos el aprendizaje de los que van a gestionar en un futuro la sociedad, jugar a experimentar con intuiciones, falsa ciencia o, simplemente, experimentos sin ningún tipo de base. Mucho más importante, por cierto, que una nueva ley educativa, un proyecto de competencia digital o cualquier otra cosa que se haga (seguro con toda la buena intención) desde el Ministerio y las administraciones educativas.

Creer en ciertas cosas es lícito. Hay gente que cree que Elvis está vivo. Otra cuestión es trasladar lo anterior a la faceta profesional. Ahí ya hay muchísimos matices.

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