No hay plan B. No se han establecido mecanismos ni tomado medidas, en estos meses de confinamiento, para mejorar centros educativos, construir de urgencia instalaciones o, adecuar espacios vacíos de las administraciones. No se han diseñado soluciones, ni montado un modelo de aprendizaje híbrido en condiciones, ni se ha rastreado al alumnado más vulnerable, ni se ha planteado en ningún momento analizar qué ha fallado cuando se «cerraron las aulas» para mejorarlo. Ni se lo ha planteado la administración ni se lo han planteado los equipos directivos de los centros, más preocupados por saber cómo gestionar el nuevo curso y sobrevivir los días que ya cuentan con los dedos antes del nuevo cierre.
Sin alternativas viables no queda otra que abrir los centros educativos en septiembre. No hay opción. No podemos volver a cerrarlos y debemos ser capaces de lidiar con el modelo de contagios que van a darse. Lo de esperar sine die una vacuna y parar el mundo es inviable. No es una cuestión de economía, es una cuestión de sentido común. Las clases deben empezarse y la normalidad volverse a dar en los centros educativos. Y voy a ir más lejos, con los datos que tenemos desde que desconfinaron, debemos jugar con la falta de virulencia que, por lo visto, tiene el virus en ciertas edades. No estoy hablando solo de alumnado. También estoy hablando del profesorado que, sin patologías previas y con una edad menor de sesenta años, en caso de pillarlo tienen menos posibilidades de fallecer que por culpa de un accidente de tráfico yendo a trabajar. Con esas probabilidades debemos jugar. ¿No nos gustan? Claro que no me gustan. A mí no me gustan nada y, además yo soy uno de los grupos de más riesgo pero, sinceramente, ¿alguien cree que debemos cerrar, al igual como hemos hecho con los centros sanitarios públicos las visitas médicas y las pruebas, las aulas hasta dentro de unos meses o años? Ojalá encontremos la vacuna mañana pero, por desgracia, como pronto va a ser dentro de un año. Espero equivocarme.
Si alguien me da una alternativa viable a «cerrarlo todo» de nuevo, que no implique unos costes (sin educación, sanidad, justicia y economía, no se sobrevive) imposibles de asumir por la sociedad, la compro. Lo que no puedo comprar es el no empezar el curso, reabrir los hospitales al 100%, recuperar la economía y, en definitiva, la vida. No se puede vivir un año más con miedo. No se puede estar pendiente de un virus que, quizás esté años sin cura a nuestro alrededor. No son asumibles tampoco los costes psicológicos de lo anterior. Lo saben TODOS los países de nuestro entorno por mucho que algunos se empeñen en sacar el ejemplo de centros educativos concretos que están cerrando por casos de COVID-19. Cierran centros educativos concretos, no cierran sistemas educativos.
Claro que debemos reabrir los centros educativos en las mejores condiciones posibles. Claro que tocará echar cierres preceptivos cuando haya casos (que los va a haber). Claro que debemos sacar a los docentes y alumnado con patologías de las aulas y darles una alternativa (tanto laboral a los primeros como educativa a los segundos) pero, lo que es inviable es volver a cerrar los centros educativos.
Cerrar los centros educativos es la medida fácil. El problema es que hacerlo, por desgracia, sería tomar la peor decisión posible. Otra cuestión es, como he comentado al principio, que se tenían que haber tomado medidas que no se han tomado.
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Muy buena reflexión y muy acertada. Estoy totalmente de acuerdo contigo.
Hola:
Todos los días leo tus artículos y me gustan porque tienes una visión muy personal de los temas y siempre argumentas con fundamento.
En este artículo, en cambio, me han defraudado un poco tus argumentos. Estoy de acuerdo contigo en que las clases deben comenzar en septiembre, pero no a cualquier precio (la escuela no puede convertirse en un foco de contagio y propagación de un virus que pone en peligro a esas personas más vulnerables que todos tenemos en nuestras familias ni al sistema sanitario) y esto va a pasar si los protocolos de algunas administraciones educativas pretenden, con la mínima inversión, que el virus se adapte a la realidad escolar tal cual la conocemos… Te invito a que leas el protocolo que ha elaborado la Consellería de Educación de la Xunta de Galicia. Empezando por los famosos grupos burbuja (burbuja que como estamos viendo se va ampliando con los contactos extraescolares de profesorado y alumnado y que no sirven para evitar contagios sino solamente para confinar a una clase determinada en caso de que haya un positivo), el metro de distancia de separación a contar desde el centro de las sillas , la tremenda incongruencia de que se exija mascarilla a niñas y niños a partir de 6 años para estar en un local cerrado (si van al cine) y no utilizarla en la clase (sí en el patio y pasillos), que el alumnado tiene que estar quieto en su sitio siempre mirando para el profesor durante toda la jornada escolar, la función desinfectante del profesorado a lo largo de cada sesión de clase y en todo momento, el autodiagnóstico que cada día debe hacerse el profesorado antes de acudir a su puesto de trabajo, la responsabilidad del profesorado para identificar determinados síntomas en el alumnado y relacionarlos con una patología determinada (cuando no tiene formación médica), la creación de un equipo responsable de la situación en el centro sin formación médica o sanitaria, la dificilísima tarea y responsabilidad en organizar todo que se pasa a los equipos directivos y la fundamental, no invertir ni un euro más: mantener la ratio de alumnado (25 en Primaria) para no tener que contratar profesorado para desdoblar cursos u organizar turnos o la compra de todo el material desinfectante y de higiene y su reposición que se debe cargar a los gastos de funcionamiento con lo que se detraen de otras partidas más relacionadas con la mejora de la calidad de la enseñanza… Recuerdo que nuestro “admirado presidente” (“anhelado por cierta clase influyente futuro líder del PP” – ya se darán cuenta de la joya que llevan”) preguntó si podía utilizar en otros conceptos lo que le tocase de esos famosos 2 mil millones destinados a educación… Toda una declaración de principios e intenciones… No quiero aburrir con otros aspectos como los contemplados en los comedores y el transporte escolar…
Añadir que todos los sindicatos de profesorado, las asociaciones de directores y la federación de ANPAS de centros públicos están en contra de este protocolo que parece redactado por personas que hace mucho tiempo no pisaron un centro escolar y desconocen la vida en ellos. Por eso, es necesario empezar las clases en septiembre, pero no a cualquier precio. Creo que debemos exigir inversión, también en recursos humanos, para garantizar una jornada escolar lo más sana posible para todos y todas y la adaptación de los centros y la vida en los mismos a la pandemia, no el virus a los centros…
Un saludo!
Creo que no has entendido la idea del artículo que va, por cierto, mucho más allá de la siemple vuelta al aula en septiembre. No voy a rebatirte nada de lo que comentas pero, por desgracia, no podemos volver «a jugarnos» la educación de los chavales ni el futuro de la sociedad a lo largo de un año entero. No se puede plantear que los más vulnerables o los que necesitan una mayor atención, y no disponen normalmente de recursos en casa ni de familias que puedan ayudarles, estén un año sin que nadie les haga caso. Porque, siendo sinceros, a ese alumnado más vulnerable se le ha dejado tirado. Se ponga el personal como se ponga y por mucho que algunos docentes lo hayan intentado. Por cierto, también sería bueno mirarse el ombligo y ver que hay cosas que han fallado. No siempre puede tirarse balones fuera porque, al igual que en el fútbol, de los resultados son tan responsables los entrenadores (por haber diseñado una mala estrategia de juego) como los jugadores. Eso sí, los que acaban recibiendo la bronca todos sabemos quienes son. Y, ¡ojo! no estoy diciendo que no la tengan.
No se puede parar un país durante un año. No se pueden parar los servicios sanitarios como se ha hecho (y está haciendo), aumentando las muertes de pacientes con cáncer y otras enfermedades porque no se les está atendiendo. No se puede dejar morir a las personas mayores como si fueran perros. No se puede cerrar todo un país indefinidamente. La reflexión va en ese sentido y la educación, al igual que la sanidad, la justicia, la seguridad, la limpieza pública, … deben de funcionar de alguna manera. No vale lo que ha pasado en el confinamiento. Y algo se debe hacer porque, sinceramente, volver a confinar para que pase lo mismo tiene muchos costes que la sociedad no puede asumir.
La vida continúa, con pandemia o sin ella. No podemos frenarla de repente y, es por ello que debemos hacer lo imposible para volver a la normalidad. ¿Hay riesgos? Claro que sí. ¿Se debe exigir que no haya? Totalmente de acuerdo pero, ¿qué hacemos? ¿Volvemos a decir a los más vulnerables que, aparte de haber nacido en una familia que os va a hacer más difícil tirar para adelante, os lo vamos a poner aún más difícil? Es poner muchas cosas en una balanza e intentar, como bien dices, hacerlo lo mejor posible a todos los niveles (el sanitario se incluye por defecto).
Un saludo y estoy, como ves, de acuerdo contigo pero con algunos matices. No empezar a cualquier precio pero sí buscar «alternativas» para empezar. Y, especialmente, con aquellos que más lo necesitan.
Cerraste el Twitter?
Sí, he cerrado la cuenta que tenía para reinventarme. Ahora he creado otra (@xarxatic_reborn) pero, en principio, va a ser mucho más polivalente que la primera y voy a centrarme mucho menos en cualquier monotema 😉