Ayer, entre el período de siesta borreguera postpaella y el ponerme a acabar de rematar y revisar algunas cosas del trabajo, me puse a leer el documento «2023: Cost-Effective Approaches to Improve Global Learning» (enlace) en el que nos habla de cómo funcionan, a nivel de su relación entre su coste y eficacia, la toma de determinadas medidas educativas en países pobres o en vías de desarrollo.

Existen, por lo visto, cinco taxonomías de las inversiones que pueden realizarse, tal y como se indica en la siguiente imagen:

Fuente: https://documents1.worldbank.org/curated/en/099420106132331608/pdf/IDU0977f73d7022b1047770980c0c5a14598eef8.pdf

Existen desde inversiones excelentes, que son las que presentan una alta eficacia por el coste que supone realizarlas y que están soportadas por la evidencia, hasta llegar a unas malas inversiones que, según las evidencias, se demuestra que estas intervenciones no han funcionado en el pasado o, simplemente, no tienen una eficacia relevante debido a su elevado coste.

Permitidme un inciso. Para mí la educación no es un coste, es una inversión. Eso sí, no podemos dejar de plantearnos que existen recursos limitados y que invertir en A hace que no podamos hacerlo en B. Es por ello por lo que debemos procurar que, con el dinero que tenemos (o el que podamos tener), se tomen las mejores decisiones posibles. No es priorizar la economía frente a la educación. Es entender que, aunque nos gustaría, por ejemplo, tener un centro educativo en cada esquina o un docente para cada alumno, lo anterior sería inasumible. Por eso, lo importante es invertir de la manera más adecuada. Y no estoy hablando solo del ámbito educativo. Sirve también para la gestión de nuestro dinero en el día a día.

Pues bien, vamos a ver cuáles son, según los estudios analizados y las evidencias (debo reconocer que hay cosas que me chirrían, pero el contexto de las investigaciones son los países pobres o en vías de desarrollo).

Inversiones altamente recomendables

Se trata de intervenciones muy rentables y respaldadas por un sólido conjunto de evidencias. Entre estas estarían las siguientes:

  • Informar a nivel social de los beneficios, costes y calidad de la educación que se está ofreciendo.
  • Apoyar a los docentes mediante un paquete de medidas que incluya un currículo estructurado, materiales didácticos y apoyo permanente a los mismos.
  • Eliminar los grupos-clase por edad fisiológica y convertirlos en grupo-nivel de aprendizaje.

Inversiones rentables a nivel de coste-efectividad

Existen pruebas suficientes de que estas intervenciones son rentables. Las siguientes serían algunas de ellas:

  • Programas de estimulación precoz (de 0 a 36 meses).
  • Educación preescolar de calidad (de 3 a 5 años).
  • Reducción de los tiempos de desplazamiento a las escuelas.
  • Conceder becas por méritos académicos a niños y jóvenes desfavorecidos.
  • Establecimiento de medidas de higiene en los centros educativos (recordad que estamos hablando de países pobres o en vías de desarrollo).

Inversiones que prometen pero que disponen de evidencias limitadas

Estas intervenciones tienen estudios rigurosos que muestran altos niveles de eficacia, pero se carece de ejemplos de aplicación a escala de aula.

  • Utilizar programas informáticos que permitan un aprendizaje personalizado y se adapten al nivel de aprendizaje del niño (siempre que el equipamiento tecnológico ya esté en los centros educativos, ya que en caso contrario, su adquisición es una mala inversión).
  • Aumentar la plantilla docente con personal externo contratado por la comunidad.
  • Tratamiento masivo en las escuelas de enfermedades específicas.
  • Aprovechar los teléfonos móviles para apoyar el aprendizaje.
  • Proteger al alumnado de la violencia.
  • Enseñar habilidades socioemocionales y para la vida.
  • Implicar a las comunidades en la gestión escolar.
  • Orientar intervenciones específicas para las niñas.

Inversiones efectivas pero excesivamente costosas

Hay pruebas fehacientes de que estas intervenciones son eficaces, pero resultan relativamente caras. Podrían ser apropiadas para sistemas escolares con presupuestos más elevados o para lograr objetivos no educativos.

  • Transferencia de dinero en efectivo (como herramienta para mejorar el aprendizaje).
  • Alimentación gratuita en escuelas infantiles y primarias.

Malas inversiones

Existen pruebas sólidas y reiteradas que demuestran que estas intervenciones no han funcionado en el pasado o que, simplemente, no son rentables.

  • Invertir en portátiles, tabletas u ordenadores.
  • Proporcionar insumos adicionales sin abordarse otras cuestiones, incluyendo:
    • Libros de texto.
    • Docentes adicionales para reducir el número de alumnos por clase.
    • Edificios escolares.
    • Subvenciones.
    • Sueldos.
    • Bibliotecas.

Este artículo que he escrito hoy debería llevarnos a reflexionar, siempre teniendo en cuenta que en nuestro país ya hay cosas que tenemos por defecto, la necesidad de asociar las intervenciones al contexto, a las evidencias y, cómo no, a maximizar todas las inversiones que estemos realizando en educación. Inversiones que deben ser evaluadas continuamente.

E insisto y además lo he remarcado en mayúsculas en el título del post. Esto aplica SOLO a países pobres o en vías de desarrollo que, por desgracia, tienen otras necesidades diferentes de las que tenemos nosotros porque, en nuestro caso, hay medidas que las evidencias dicen, por haber cubierto ciertas necesidades más básicas, que funcionan porque, como podréis comprender, si ya tenemos las básicas cubiertas (por ejemplo una asistencia educativa a todo el alumnado) ya podemos empezar a reducir ratios, crear bibliotecas escolares, etc. Tenemos mucha suerte de vivir en un país con la educación que tenemos. Y deberíamos empezar a darnos cuenta de ello.

Se prevé una semana larga e intensa. Veremos cómo se desarrolla. Hoy, por cierto, ya superado el primer envite. Yo, por ahora, sigo con el insomnio, pero sin burpees matutinos. Ni vespertinos. Me quiero mucho. Deseando lo mejor para los que os pasáis por aquí.

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