Hace unos meses estuve hablando con un responsable de una editorial, destinada fundamentalmente dentro de su operativa empresarial, a la creación y edición de libros de texto, tanto en formato analógico como digital. Y una de las preguntas que surgió en esa conversación telefónica (que me ha permitido difundir en un artículo aquí, sin mencionarle) fue si debería existir una especie de servicio de revisión de textos educativos, tanto en el Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes como en las diferentes administraciones educativas.

Pues bien. Como, en más ocasiones de las que os podáis creer los que no me conozcáis personalmente y solo lo hagáis por lo que escribo en este blog o antaño escribía en las redes sociales, soy bastante más abierto al debate y a encontrar puntos de acuerdo más que a expresar una opinión monolítica sobre ciertos temas, al final acabamos llegando a un acuerdo acerca de la respuesta planteada en el título del post. Y la respuesta es que NO. Los libros de texto no deberían revisarse por parte de la administración educativa.

Antes de que os quedéis con lo anterior os voy a explicar por qué, según mi postura final y la de mi interlocutor en ese momento, decidimos que no era necesario proceder a esa revisión. Eso sí, antes permitidme hacer un inciso importante: usar un libro de texto o crear materiales propios no te hace, como he dicho en alguna ocasión, mejor ni peor docente. Otro tema es cómo se usan y qué estrategias se siguen en el aula. Recordad también otra cuestión: un libro de texto no es el currículo. Es un apoyo más al currículo. El mismo apoyo que puede ser un material que se halle en internet (en formato texto o multimedia). Hay una confusión interesada en confundir currículo con libro de texto y ello lleva a debates que, de partida, ya son falsos.

Voy a explicaros por qué creímos en ese momento que no era necesaria esa revisión. Pues es muy sencillo de entender. No es necesario que la administración revise los libros de texto porque ya tiene a sus profesionales revisándolos y, mientras los están usando, descartando esas partes que no interesan. La decisión de usar o no un libro de texto y, en caso de usarlo, la editorial que hay tras del mismo, depende en exclusiva del docente. No hay ninguna norma que implique que deba usarse un libro de texto en ninguna etapa educativa. Incluso la decisión colegiada de los Departamentos o del propio centro educativo para adquirir libros de texto de una determinada editorial no es, aunque sé que la presión es mucha por parte de las familias para usarse porque «los tienen en casa» o «los han pagado», no influye para nada en que el docente deba o no usarlos.

No me gustaría tampoco dejar en el tintero una cuestión que también salió en esa conversación. ¿Qué pasa cuando encontramos determinados contenidos erróneos o, en nuestra opinión, poco adecuados a todos los niveles para el curso que se ha planteado el libro de texto? Pues bien. Existe la posibilidad siempre de ponerse en contacto con la editorial para decírselos (¿sabéis cuántos correos de docentes dijo que recibía su editorial para esas cuestiones? Entre cero y ninguno) o, simplemente, en caso de ver que haya contenidos poco adecuados, ponerse en contacto con la administración educativa para que tome cartas en el asunto.

Lo sé. En las redes sociales es muy fácil criticar un libro de texto y sacar capturas varias. Lo difícil es enviar un correo a la editorial o poner en manos de la administración, más allá de que por casualidad lleguen a esa publicación, lo que está pasando en algunos libros de texto.

Nada. Otra opinión, siempre en clave personal y basada en mi experiencia, de alguien que creía en su momento que los libros de texto desprofesionalizaban al docente y que debían crearse materiales educativos por parte de las administraciones educativas. En lo segundo sigo creyendo. En lo primero, al final, es el uso y el filtro previo que debería darse por parte de los docentes antes de adquirir u obligar a adquirir a su alumnado un determinado libro de texto.

Disfrutad del domingo. Hoy para mí… ¡es mi día de paella! Y con eso os lo digo todo.

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