Aprovechando que estos días me están «avasallando» desde varias instituciones, tanto públicas (salvo mi Conselleria) como privadas, para impartir formación en cosas que ni tan solo sabía que existieran, voy a escribir unas líneas acerca de dos de los grandes timos con los que nos están bombardeando a los docentes y a cualquier persona relacionada, directa o indirectamente con la educación: la ética de datos y su protección.

En primer lugar voy a desmontar el discurso de aquellos que venden el concepto de «ética de datos». Los datos no tienen ética. La recopilación de datos no es ética. Su uso, manipulación, reconfiguración y posterior traslación de los mismos, no tiene nada que ver con la ética. Tampoco tiene nada que ver con la ética el tema de quién guarda esos datos, si el programa que se usa es libre o privativo o, simplemente, el concepto de, supuestamente hacer bien las cosas con esos datos porque se hacen bajo una vertiente ética. La ética tiene que ver con otras cuestiones más relacionadas con la moralidad. Y la moralidad, en cuanto al tema de los datos, tiene muy poco que ver. Eso sí, cada vez son más los timadores que nos venden, en charlas acerca de los datos que se usan en educación, el concepto de ética de los mismos. Incluso hace bien poco algunas Consejerías de Educación que conozco están contratando para dar formación a docentes a empresas que se denominan «especialistas en protección de datos personales y ética de datos». Cuánta gente con ganas de sacar dinero de un tema que no existe. Ya sabemos todos que en educación se están vendiendo muchas cosas muy raras.

Otra cuestión diferente es el tema de protección de datos. Ahí sí que hay un melón muy interesante y profesionales muy preparados que pueden formar en ese aspecto. Lo importante es saber quién tiene los datos, en qué servidores se intercambian, quién los audita o, por ejemplo, qué se puede hacer con los mismos. Esos profesionales no son docentes ni frikis del asunto. Esos frikis están más interesados en debatir y mezclar conceptos interesadamente acerca de si un software permite consultar o modificar su código con el tema de protección de datos. No hay en toda España más de unos pocos profesionales que sepan de protección de datos y, en ningún caso va a ser un experto en lo anterior un titulado en Magisterio o un profesor de Geografía e Historia. No, tampoco un docente de Tecnología. Los expertos en protección de datos son, o bien informáticos especializados posteriormente mediante estudios serios o abogados. Es por ello que cuando veáis que os dan un curso de protección de datos cuatro maestros, el que habla en las redes sociales de software libre o un Google Certified del nivel que sea, empezad a temblar. Es un asunto más espinoso y complicado que lo anterior.

El tema de protección de datos no es un tema banal. Menos aún cuando trabajamos con menores. Es por ello que es importante seguir las directrices de nuestras administraciones educativas y no de nuestro compañero de Claustro, asesor de formación o simplemente algún tuitero que se las dé de experto. Por mucho que nos guste pensar que sabemos y saben de todos, al final, por suerte hay gente que legisla sobre el tema que sabe del asunto. Otro tema es hacer una charla de bar sobre el tema. Ahí si queréis podemos participar todos. Y, seguramente, cualquiera de las opiniones, puede ser igual de válida. Vale para este tema como para cualquier otro en el que los no especialistas se postulan como expertos.

Me apetecía reflexionar en voz alta sobre este tema porque, por desgracia, se ha convertido en otro nicho de negocio, más bien chiringuito (¡sí, otro más!), relacionado con la educación. Ya van muchos.


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