No creo ser el único al que ya le chirrían, desde hace mucho, ciertos argumentos educativos. Seguramente, tal y como me sucede en los últimos años, estoy cansado de ver usar el mismo discurso simplista y, supuestamente impepinable, que esgrimen algunos para justificar ciertas cosas en educación. Y hay discursos que, a poco que alguien tenga un poco de sentido común, revise las hemerotecas y se haga con los datos de ciertas cosas, caen por su propio peso.

Seguramente más de uno de vosotros habrá escuchado de forma recurrente lo de que la LOGSE era una gran ley pero que, por desgracia la falta de recursos hizo que no funcionara. Con lo fácil que es revisar la brutal memoria económica de la LOGSE y ver que es la misma ley que se acaba de aprobar (ya ni se esconden, porque los autores de la LOMLOE son los mismos que la perpetraron en su momento), además de poder contrastar los datos que hablan del fracaso de la misma a todos los niveles, va y lo justificamos con la frasecita de marras. A ver, que lo único que trajo de bueno la LOGSE fue dar trabajo a los profesores de algunas asignaturas (entre las que me encuentro) y alargar la escolarización obligatoria hasta los 16. Más allá de lo anterior, ni ha mejorado en inclusión social, ni en indicadores de aprendizaje, ni en abandono escolar (ahora se van con un título, pero ese título cada vez vale menos),… y así hasta un largo etcétera. Si a ello añadimos el tema de que para algunos la LOGSE aún tiene recorrido porque no ha tenido tiempo para afianzarse en nuestro sistema educativo… Por favor, que algunos no somos tan estúpidos para no ver que una ley, que lleva aplicándose desde hace décadas, si no ha funcionado es porque no podía funcionar. Es que es de cajón.

Bueno, si en el párrafo anterior añadimos que la culpa de que la LOGSE no funcionar es que los docentes no están preparados o no saben hacer las cosas bien, apaga y vámonos. Sí, lo mismo que algunos usan para defender determinadas metodologías y herramientas. No es que no funcionen determinadas metodologías y herramientas, es que no se aplican bien. Lo que falla en el uso de las TIC es la falta de saber usarlas. No que quizás estemos más centrados en la tecnología que en las necesidades reales de las aulas. Si queréis ya pongo el argumento impepinable máximo: ¿por qué pedís algunos evaluar determinadas cosas en educación si jamás habéis evaluado lo que hay hasta ahora? Es que si no fuera tan triste el argumento, sería para echar unas sonoras carcajadas.

Después están aquellos que dicen que los que cuestionamos una ley no nos la hemos leído. Y cuando les pides que argumenten ellos para defenderla, lo único que dicen es que no tienen tiempo, no les apetece, no quieren convencer a nadie o, simplemente, es que es tan claro que la ley mejorará la educación que no hace falta argumentos. Y ya cuando te dicen… «es que cuestionas la ley porque no la han hecho los tuyos«. Esa es la mejor. Algunos se creen que somos igual que ellos que solo vemos quién sanciona una ley en lugar de leernos, lo más objetivamente posible, la misma. Algunos cuestionamos ésta y cuestionamos la LOMCE. A algunos nos parece una barbaridad. Ojo, que siempre hay quien te dice que estás leyendo solo el primer esbozo y en la concreción mejorará. Pues si tenemos que esperar a que concrete alguien vamos apañados.

Podría seguir con aquellos que dicen, a pesar de los datos, que hay centros educativos de una determinada tipología que no segregan. Con aquellos que defienden la discriminación educativa por sexo. Con otros que, desde tarimas o visiones muy sesgadas, son incapaces de ver la realidad de las aulas. Con, en definitiva, un montón de debates en las que algunos son capaces de oponer a lo que, en principio debiera ser imposible de contraargumentar, verdades impepinables. O ejemplos puntuales descontextualizados. Amén de amimefuncionismos varios o excepciones para establecer reglas.

Yo es que no sé cómo luchar contra determinados argumentos educativos. No se puede luchar contra discursos que no admiten ni duda ni discusión. Es imposible un debate en el que lo único que se argumenta son formas, circunloquios para no llegar a ninguna parte o, simplemente, se juega a que siempre debas poner la carga de la prueba en lugar de ser otros los que deban argumentar. Y a algunos ya nos cansa tanto debate estéril porque, al final, a algunos se les ve tanto el plumero con sus frases típicas y siempre exigiendo datos y más datos. Datos que, por cierto, jamás van a aceptar y te van a pedir más. Y cuando ya estés cansado de darles datos y argumentos te van a decir que no les has convencido porque «ellos sí que saben». Tienen el don de la impepinibilidad.

Hay personas, incluyendo entre ellas docentes, con las que no se puede argumentar. Es imposible. Siempre van a tener la razón y van a usar, seguramente, alguno de los argumentos tan «sólidos» (¡dejadme que me ría y me sonría!) como los que os he comentado en este post. Eso siempre y cuando no acudan al ad hominem de libro. Es que, en ocasiones, es difícil que algunos puedan ir más allá. Se lo impide su verdad impepinable.

Dedico este post a todos aquellos que buscan debates y aportan datos., Otros solo juegan al despiste y a contar sus verdades. Hay opiniones, que es lo que podemos hacer muchos en ciertos momentos, y hay, por desgracia, verdades, quizás no tan impepinables, pero sí avaladas los datos y las evidencias. Evidencias que, como no podría ser de otra manera, deben ser más robustas que un par de tuits, un post en Facebook,una foto con una frase en Instagram o un artículo en los medios de comunicación.


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