Debo reconocer que a mí también se me ha ido de las manos esto del Twitter educativo. A día que pasa hay más mal rollo. Incentivado por unos, interiorizado por otros y, al final, todos acabamos participando en la quema. Somos mucho de hogueras y de guillotinas virtuales. Algunos, por desgracia, les gustaría que esa guillotina virtual se trasladara a lo real pero, por suerte, esos son minoría.
Desde la creación del colectivo DIME, como supuesta respuesta a agresiones a sus miembros en la red del pajarito, la cosa ha ido de mal en peor. Más virulencia verbal. Más “y tú más”. Más falta de diálogo y quema de los últimos puentes que podían quedar sin calcinar. Es todo muy triste. Y creo que sé dónde hubo su punto de inflexión.
El curso pasado se publicó este fotomontaje referido a un compañero de profesión. Compañero con el que se puede estar o no de acuerdo en sus planteamientos educativos. Yo, al igual que me sucede siempre, estoy de acuerdo con unas cosas y con otras no. Pero me parece, al igual que todos los docentes de aula, que tener una opinión propia de lo que está sucediendo, bajo el prisma de la experiencia de uno, no es malo.
Y sí, fue la primera vez en la que, de forma directa y despiadada, algunos se cebaron con la persona, difundiendo mediante retuits o dando me gustas a dicha publicación. Sí, recuerdo que fueron TODOS los del colectivo DIME los que lo hicieron. Incluso algunos de ellos añadiendo a su retuit frases para seguir ahondando en el ad hominem. Y creo que ello acabó de cercenar todo lo que suponía el Twitter educativo.
Lo dije el otro día. Se ha llegado muy lejos. Hemos llegado muy lejos en la traslación de las críticas profesionales o de maneras de entender la educación, pasando a lo personal. Especialmente promovido por determinados perfiles de Twitter. No hay nada como aglutinar el descontento o, las simples ganas de hacer daño de algunos, para que se monte un pifostio como el actual. Especialmente cuando hay gente que tiene problemas psicológicos o intereses muy poco relacionados con la mejora educativa.
Se ha pasado de cuestionar la necesidad de medidas educativas al ataque personal a determinados perfiles de docentes. Se ha pasado de cuestionar las medidas educativas de la administración a posicionarse en bloque según la ideología de uno. Se han creado colectivos cuyo único objetivo es el insulto. Y además, en este último caso, con un apoyo de un entramado muy sospechoso y muy poco garante de la mejora educativa desinteresada.
Pero repito… quizás esto no se puede cambiar. O quizás sí. Yo voy a intentar poner de mi parte y, aunque siga criticando lo que dicen los voceros de determinados colectivos o determinados tuiteros, voy a seguir cuestionando el colectivo. Lo personal se lo dejo a los que sigan teniendo ganas de llevar el debate a ese nivel.
¿A qué viene todo lo anterior? Pues a que, montando un “espacio” en Twitter para este miércoles por la tarde, de forma precipitada, pero con muchas ganas de los compañeros, nos hemos dado cuenta de que a algunos nos gustaría volver a lo que fue Eduhorchata. Un lugar con diferentes visiones en el que, fuera del foro donde se dio el debate (más o menos enconado), se pudo comer y tomar horchata entre personas que, en ocasiones, pensábamos totalmente diferente en cuanto a los temas educativos. Incluso los propios organizadores del “evento” tenemos y teníamos nuestras divergencias sobre temas educativos.
Así pues, el miércoles algunos nos arriesgaremos a intentar darle una vuelta a todo esto. Y si alguien se apunta… ya sabe. Iremos informando.
Hablo de Twitter, pero todo lo que he escrito es extrapolable a otras redes sociales.
Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel) o en ese pop-up tan molesto que os sale. Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. 😉
Descubre más desde XarxaTIC
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.