¿Os imagináis que alguien, por el simple hecho de trabajar en un centro educativo y conocer el gusto de parte de sus compañeros, generalizara los gustos de todos los docentes y afirmara, sin ningún rubor, que a los docentes les gusta más la Nocilla que la Nutella? Pues éste es el nivel del debate en Twitter entre el falso claustro docente. Un debate plagado de afirmaciones maximalistas, basados en experiencias muy sesgadas a las que, por obra y gracia del (no) docente tuitero de turno, se convierten en realidades incuestionables. Es que lo de acudir al criterio «es así porque esto es lo que yo observo» está muy de moda en nuestro ámbito profesional. No solo en el nuestro, aunque sé que no es excusa.
Si uno una mañana se levanta y afirma en las redes sociales (en mi caso, Twitter) que tiene una vida sexual del copón y que, además sin prueba ninguna, habla de lo bueno que es en la cama, ya tiene asegurado un número elevado de retuits y «corazoncitos»por el simple hecho de haber gente que jamás va a cuestionarle nada de lo que diga. Da igual que aparezcan dos amantes del que ha soltado tamaña afirmación y contradigan, completamente esa versión. Lo importante es que, más allá de ser mayoría los que no opinan igual, quedan silenciados por la gran cantidad de seguidores que tiene el primero y los trolls que pueden llegar a tener los segundos. Y la versión del asunto se queda como única y válida.
No entiendo muy bien cómo se ha llegado, entre personas supuestamente cultas, a este nivel de afirmacionismo y debate de café, copa y puro. Bueno, sí, lo entiendo porque, haciendo otra maravillosa generalización por algunos docentes tuiteros que conozco (incluyéndome en el pack), somos mucho menos cultos de lo que se nos supone. Además nuestros culos, forjados por una genética diversa, tienen tantas variabilidades que hace imposible que podamos meternos a todos en el mismo saco. Reconozcámoslo, ser docente no es sinónimo de ser culto e inteligente. Ni mucho menos de aislarse o cuestionar verdades absolutas que nuestros amigos o enemigos íntimos de las redes sociales vierten o vertemos a diario. Esto es asín. Sí, he dicho asín.
Entiendo que, salvo que existan evidencias sólidas (que las hay, pero menos de las que nos gustaría a algunos), el mundillo educativo sea tan líquido que permite afirmar una cosa y su contraria. Además, por suerte -o, algunos días, por desgracia-, nuestro alumnado no son tornillos que siguen una determinada métrica. Y ya si hablamos de alumnado, también podemos extrapolar lo anterior a docentes, madres y padres. Es que cada uno somos hijos de nuestra madre y nuestro padre. O de nuestras madres o de nuestros padres. O ya puestos, de la vecina del quinto que nos encontró en el rellano un día que iba a comprar pan. Creo que me estoy explicando razonablemente bien.
Las redes sociales lo aguantan todo. No solo en el ámbito educativo. Aguantan cualquier afirmación y generalización. Lo importante no es que lo aguanten todo. Lo curioso es ver a los que se empecinan, salvo que hagan algun interruptus al ver que han metido la gamba hasta el fondo, en mantener su visión educativa caiga quien caiga. Y que son incapaces de cambiar porque ya han elegido bando y los bandos, al igual que en cualquier contienda, tienen mucho de creencia sectaria más que de cuestionamiento sano de las cosas.
Por cierto, antes de finalizar el post, me gustaría reiterarme en mi afirmación: «los docentes de este país son más de Nocilla que de Nutella». Va, chulos y matones de Twitter, demostradme con datos que no es así. 😉
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