En el ámbito educativo tenemos trileros, trampantojos y, últimamente muchos jugadores de doble baraja. Sí, especímenes con dos patas, a los que alguien da valor en sus opiniones educativas que, curiosamente, son capaces de usar e interpretar todos los juegos de cartas, o bien gracias a una doble baraja de cartas marcadas, o bien gracias a la incapacidad de los que tienen delante de conocer las reglas del juego. Y en el ámbito educativo hay unas reglas de juego bastante claras. O que deberían serlo.

Ayer se conoció al alumno con mejores notas en Selectividad de Madrid. Un chaval que estudió en un instituto público y que quiere estudiar Filología Clásica. Orgásmico tanto para defensores de las humanidades como de la educación pública. Tan solo chirría ese discurso cuando se obvia que los centros privados (concertados o no) cada vez están más altos a nivel global en notas de Selectividad o que, curiosamente, la mayoría del alumnado con buenas calificaciones en Selectividad quiere estudiar una carrera de ámbito científico o sanitario. Usar una excepción para marcarse algo general, al menos a mí me preocupa. Es como aquellos que en Valencia veían bien que los imputados del PP abandonaran sus cargos y no lo ven igual cuando tenemos a una de un partido más afín a su ideología que también lo está. Es que todo es tan líquido. Ojo, no defiendo ni los conciertos, ni denosto la carrera de Filología Clásica ni, como es obvio para cualquiera con dos dedos de frente, defiendo a un partido político determinado. Hablo, simplemente de dobles varas de medir. De dobles barajas. Permitidme añadir, que es totalmente surrealista, que algunos que están en contra de los exámenes aplaudan el resultado de un alumno en un examen. Su hipocresía pedagógica es para ser analizada en un laboratorio de nivel 5.

Lo mismo sucede con los ámbitos en la Comunidad Valenciana. Hay docentes que creen en los mismos. La mayoría de los que defienden su existencia, curiosamente, huyen de impartir clase en esos grupos donde se da el ámbito. Es que es muy bonito defender ciertas aberraciones pedagógicas para que las impartan los compañeros de Departamento. Eso sí, en los medios vamos a decir, porque es una idea de los míos, que los ámbitos son maravillosos y que permiten sacar el mejor potencial del alumnado. Y una mierda. Un docente de Ciencias Sociales no está preparado para dar Valenciano. Si usamos el argumento de los defensores de los ámbitos de que no es necesario tener especialistas en Secundaria, ¿por qué no proponemos directamente eliminar las especialidades para el profesorado de Secundaria y convertir, con todos mis respetos, a todos los docentes en maestros generalistas? Sí, lo sé. Es el sueño húmedo de algunos pedagogos y ciertos iluminados de las Facultades de Magisterio. Es que como ellos pueden hablar de toros sin haber toreado en su vida, creen que torear en una plaza es muy fácil porque han leído sobre toros, han escrito sobre toros y se han imaginado una plaza de toros. Por cierto, he usado el símil de los toros pero podría haber usado otro. Sí, antes de que algunos os quedéis con los detalles para obviar el todo.

Siempre he dicho que algunos deberían morderse la lengua porque, por desgracia, son tan ridículos como sus argumentos. Ya sabéis por quién lo digo.

Los que se quejan de boquilla o publicando fotos en las redes sociales de las condiciones térmicas de los centros educativos, desde sus instalaciones del sindicato con aire acondicionado, también deberían hacérselo mirar. Como aquellos que consideran clave la privacidad del alumnado y cuando van a un centro a vender ciertas cosas, curiosamente, publican fotos en redes sociales con ese alumnado aplaudiéndoles. Que no. Que es innecesario que un escritor e incluso un político vaya publicando en sus redes personales la visita a ciertos sitios haciendo identificable al alumnado. Y no, no vale con justificarlo, diciendo que un padre o madre decida abiertamente publicar fotos de su retoño o lo hagan, de forma ilegal, alumnado menor de catorce años. Un docente no tiene la patria potestad de su alumnado ni debe exponerlos gratuitamente. Por guay que sea hacerlo. Ni en Twitter, ni en Facebook, ni en Instagram y ya no digamos en TikTok. Por cierto, algún día alguien debería empezar a meter mano a las cuentas de las redes sociales de los centros educativos. Legalmente no tienen amparo posible y, aunque a algunos padres les guste ver fotos de lo que hacen sus hijos, a otros puede ser que no. Actividades que no están amparadas legislativamente no deberían hacerse. Aclaro, nos guste más o menos esa ley.

Un experto en didáctica puede llamar ignorante a un docente de etapas obligatorias pero, curiosamente no permite que ese docente llame ignorantes a determinados expertos en didáctica. ¿En qué quedamos? Tú puedes cuestionar mi capacidad pero. ¿yo no puedo cuestionar la tuya? Esto no va así. Por mucho que tengas varias barajas, yo sí que puedo cuestionarte, desde mi experiencia, ciertas cosas. Experiencia que, por cierto, es más válida en muchos casos que un paper de mierda que has publicado en una revista, después de llorar amargamente porque eso no te lo publicaba ni el tato. Algún día tocará hablar de esa basura que se publica en revistas de investigación educativa. O de esos panfletos como, por ejemplo, los Cuadernos de Pedagogía. Panfletos, claro está, que algunos deben defender. Es que sin esos papeles y artículos algunos se quedan sin argumentos.

A dar clase no se aprende llevando más o menos barajas en el bolsillo. Se aprende dando clase, cogiendo tablas, con una formación previa y con una formación permanente. No se aprende a dar clase leyendo libros de César Bona. No se aprende a dar clase defendiendo o atacando la LOMLOE. No se aprende a dar clase leyendo a personajes que viven de sus falsos nativos digitales. Es que lo obvio parece que no lo sea. Nos hemos vuelto gilipollas y todavía no lo sabemos. Sí, eso que cae de arriba es meado. Que por mucho calor que haga, se nota tanto en tacto como en olor.

Hay personajes basura que hablan de educación. Estoy hablando, como siempre digo, del personaje. A mí la persona que hay tras esas declaraciones o afirmaciones no me ha hecho nada. Eso sí, por favor, si sois docentes, estáis en el aula, veis lo que tenéis delante vuestro y tenéis la desgracia de tener alguno de esos personajes que, en las redes sociales defienden ciertas cosas mientras que en su centro hacen lo contrario, decídselo a la cara. Ya está bien de que en determinadas tarimas nos vendan que no deben usarse tarimas. Ya está bien que nos intenten imponer argumentos educativos procedentes de la OCDE y otras organizaciones, recubriéndolas de respeto cuando son todo menos respetables. Ya está bien que te hablen de Freinet, Vigotsky o Montessori, para defender cómo debes dar clase y después, curiosamente, te digan que las escuelas del siglo XXI no son las del siglo XX. Joder, si te están vendiendo autores de los que, en la mayoría de casos no quedan ni los huesos. Que no hay cómo entender sus argumentos.

Los que un día juegan con baraja española y al otro con baraja de póker, tened en cuenta que se han inventado las reglas de juego y que, como bien sabéis, ante gente con cartas marcadas que se inventa cómo jugar, tenemos un problema. Hay gente que hace trampas al solitario y con esa gente no puede negociarse. No se negocia con tramposos ni con terroristas. Es que es de cajón.

No me hagáis mucho caso. Me acabo de ciscar en todo lo ciscable. Es lo que tiene el calor, ver como algunos siguen dando la matraca con ciertas edumierdas, otros ya van intentando vender sus sesiones de magia de este julio o, simplemente, intentan defender leyes educativas indefendibles. Es que lo de defender la LOMLOE y estar en contra de la LOMCE es, o bien de indigentes mentales, o bien de personas que hubieran visto bien gasear a los alemanes en campos de concentración franceses.

Ya queda nada. Y ahora sí que nada de nada. Un abrazo a los que lo necesitéis. Bueno, no, que hace mucho calor. Ya si eso, muchas bendiciones. No solo van a poder dan bendiciones los de siempre.

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