Desde hace unos años me pregunto cómo una persona formada e informada, con un capital cultural alto, como somos los docentes, hacemos caso a determinadas cuestiones que, a poco que alguien rasque, se demuestran que son falsas. Puedo entender que alguien «de la calle», con desconocimiento del «picar piedra» pueda, por desconocimiento, comprar ciertos discursos pero, qué haya compañeros y compañeras de profesión que compren ciertas cosas es algo que me cuesta comprender.

No entiendo que haya docentes que compren la desaparición de los especialistas y lo vean como una mejora en educación. No entiendo que haya docentes que relacionen aprendizaje con titulación. No entiendo que haya docentes que crean que las TIC mejoran el aprendizaje después de los cientos de investigaciones científicas o pruebas empíricas que lo desmontan. No, no lo entiendo. No entiendo que un tipo, normalmente heterosexual y depilado con look informal, se ponga en una tarima y les diga que todo el conocimiento está en Google. O que les diga que el problema de la educación es que no damos educación sexual. Es que, sinceramente, no lo entiendo.

Sé que hay docentes terraplanistas. Hay otros que creen que el conocimiento se da por ciencia infusa. Incluso hay algunos que creen en que la pedagogía es una ciencia. Hay docentes variopintos y con muchas necesidades de que alguien les diga lo que quieren oír. Otra cuestión es que lo que quieren oír tenga validez científica o didáctica. Y ahí es donde tenemos un gran problema. No son muchos, pero cada vez son más. El discurso vacío, plagado de sesgos ideológicos y falto de cientifismo, está haciendo cada vez más daño. Hay muchos que se creen un tuit. Hay muchos que se creen lo que dice un tipo en TikTok durante un par de minutos. Incluso hay docentes que no se cuestionan nada de lo que digo en este blog. Preocupante no, lo siguiente.

Es muy incómodo enfrentarse a la realidad educativa. Es muy incómodo reconocer que esa actividad que has planificado o vídeo que has hecho, con todo el esfuerzo del mundo, no sirve para que tu alumnado aprenda. A mí me entristecería ver que todos los vídeos que subo a YouTube solo los ven los cuatro con los que lo he compartido en las redes sociales y ninguno de mis alumnos. El problema es que después alguien te dice, especialmente desde gurulandia, que lo que estás haciendo es innovador. Y la innovación, como palabra, ya está agotada de tanto usarse.

Leer pedagogía es una pérdida de tiempo. Al igual que también lo es el acudir a ciertos eventos educativos, ver determinados vídeos de YouTube o leerse el último libro «mojonero» que habla de metodologías activas. Mejorar conocimientos y praxis es un tiempo bien invertido. El problema es que desde los medios y desde la administración se está potenciando lo contrario. No se quiere docentes formados. Se quiere docentes capaces de comprar hoy la vacuna pedagógica R1 y mañana la Z3. Todo ello pasando por las diferentes combinaciones alfanuméricas posibles. Permitidme matizar una cosa que he dicho en este párrafo… la pedagogía es una pérdida de tiempo en su constructo mágico. El constructo que prima en más del 99% de su formulación actual. Sí, me he inventado el porcentaje. Al igual que hacen la mayoría de los pedagogos, cuando nos dicen ciertas cosas basándose en datos que no existen.

A los docentes nos faltan referentes serios. Los hay pero no están promocionados porque no les interesa, ni a los que la gestionan ni a los que le dicen cómo gestionar a los que la gestionan. Los primeros son los tipos grises de la administración educativa. Los segundos los hombres de negro que, curiosamente, siempre acaban haciendo con sus hijos lo contrario de lo que se propone hacer con los hijos de los demás.

En una época en la que prima la inmediatez nadie busca el fondo. Las formas y la comida rápida es algo a lo que, por desgracia, nos hemos acostumbrado demasiado en educación. Y esto es algo que, al final, salvo que queremos seguir viviendo en esa Matrix que han configurado para nosotros, está siendo muy incómodo para la mayoría de docentes. Incómodo para los docentes y lesivo para nuestro alumnado.

¿Por qué determinados gurús y magufadas se han adueñado del relato educativo? Porque se les ha dejado. Porque les hemos dejado.

No es un post para vender, como seguramente saltará algún trol, mi nuevo libro, aunque esté relacionado con el tema. Es un post para intentar expresar el dolor y preocupación que siento al ver cómo están maltratando la educación. Y, especialmente triste es ver cómo nos estamos dejando maltratar como profesionales del ramo.

Es domingo y no sé por qué tenía que escribir esto. Disfrutad del día.

Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel) o en ese pop-up tan molesto que os sale. Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. 😉


Descubre más desde XarxaTIC

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.