Cada cierto tiempo, muchas veces adecuando la redacción del artículo a un determinado momento, hago una reflexión en voz alta acerca de mis sensaciones profesionales. Es algo que hago porque, como he dicho siempre, esto, aparte de ser un blog para hablar de temas educativos es mi bitácora personal. Algo que quiero tener para cuando, pasen los años, recordar ciertas cosas que hice o que sentí.
Por cierto, me gustaría aclarar que no se trata de un artículo para hablar de redes sociales, la cantidad de personas que leen mis posts o, simplemente, lo satisfecho que pueda estar con cosas relacionadas con mi profesión que estoy haciendo. Es para hablar en exclusiva de mi función principal: la de dar clase a alumnado.
Este curso he experimentado lo mejor y lo peor de la codocencia. No me gusta el modelo de varios docentes en el aula porque, por desgracia, para trabajar con alguien en el aula, debes trabajar en el mismo sentido y tener la misma idea de qué quieres hacer. Algo que es muy complicado y solo se puede conseguir con alguien que, aparte de tener confianza, sepas que puedes trabajar en el mismo lugar con ese docente. Repito, si la codocencia no funciona no es culpa de nadie. Es culpa de que el modelo, quizás, no sea el más adecuado en mi materia o para mi persona. Prefiero un taller con la mitad de alumnado que uno con todos y con otro profesional. No es esconderme de nada. Mi aula siempre está abierta. Es otra cosa.
También he experimentado lo mejor en otra materia de Bachillerato en la que coincidíamos en espacio tres docentes. A pesar de ello, me he sentido defraudado conmigo mismo por lo mal que lo he hecho. Sí, lo reconozco. Este curso me he dedicado más a cosas que no tienen que ver con mi alumnado que a cosas que les afectan. He trabajado mucho en la dinamización de las TIC (formaciones incluidas a compañeros), asesoramiento, página web, documentos del Plan Digital de Centro, etc. que en preocuparme de dar clase. Bueno, me he preocupado de dar clase pero, sinceramente, ha sido lo más desastroso en cuanto a resultados en todos los años que llevo de docencia. No sé si mi alumnado se habrá enterado o no, pero yo sí que lo he hecho. Y eso me hace sentir fatal.
Tampoco en cuarto de ESO he podido dar, con un grupo fantástico, lo que me hubiera gustado dar. Mucha desorganización por mi parte. Mucho querer abarcar muchas cosas para al final acabar no abarcando nada. Proyectos que no acababan de funcionar. La verdad es que me he sentido, al acabar el curso, bastante mal. No por lo que pueda o no haber aprendido mi alumnado. Por lo que podían haber aprendido y hecho que no van a haber aprendido ni hecho.
Estaba muy contento al inicio de curso por todo lo que iba a hacer. Tenía cientos de planes que, conforme ha ido pasando el curso, cada vez han salido peor. Y no hace falta buscar culpables fuera. Lo he hecho mal… ¡y punto! No hay excusas. Ha sido un mal curso en mi faceta de dar clase. En otras transversales o relacionadas con mi profesión, muy bien. Pero a mí me pagan para dar clase y esa es mi función principal. Función en la que he fracasado este curso.
No tengo problemas en el aula. Tengo muchas ideas. Tengo mucha experiencia impartiendo mi materia. Y no, este curso no ha podido ser.
El fiasco de este curso a nivel profesional me sirve para revisar los errores cometidos. Y poder, dentro de mis posibilidades, rectificar ciertas cosas. No estoy contento. No lo estoy.
Ya os he dicho que hoy esto iba de bitácora personal. Así que, si habéis llegado hasta aquí, no digáis que no os he avisado.
Mañana última evaluación del curso y, si el inspector se da prisa para convocarnos para adscribirnos al nuevo centro o suprimirnos, proceder a realizar mi supresión. Estoy en un fantástico centro con enormes compañeros. El problema es que, como he dicho en más de una ocasión, me gustan más los centros pequeños. Manías que tiene uno.
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¡Cómo te entiendo! Gracias por tu honestidad. Me siento igual… Primer año de equipo directivo y, aunque sé que he hecho muchas cosas bien siento que, en la que más me importa, no he sido mi mejor versión. Toca reflexión y no olvidarlo para el curso que viene.
Pues sí. Lo importante es reflexionar e intentar no cometer esos errores de nuevo aunque, por desgracia, hay algunos que no solo dependen de «la voluntad que pongamos en no cometerlos». Un saludo.