En los últimos tiempos ya sabéis que soy de los que postula por la necesidad de adecuar las prácticas educativas y tomar decisiones, tanto a nivel micro (aula) como a nivel macro, guiadas por lo que dice la evidencia y las diferentes investigaciones educativas. Otra cuestión es que no ignore que, últimamente, la cantidad de investigaciones publicadas a peso hace que debamos estar alerta en las afirmaciones que se especifican desde los «abstracts» (los resúmenes).

Hay, por desgracia, una corriente pedagógica que no pasa de los abstracts y, por desgracia, ese no pasar del resumen hace que se afirmen cosas que no dice la investigación o bien que, por desgracia, se den por válidas ciertas afirmaciones acerca de cosas que funcionan o no cuando dicha investigación es un auténtico churro.

Fuente: https://link.springer.com/article/10.1007/s11192-023-04864-6

Tal como veis en el gráfico anterior, obtenido de aquí, podéis comprobar como en los últimos cuarenta años ha crecido de forma exponencial la aparición de determinados conceptos en esos resúmenes iniciales. Esos conceptos son beneficios, valioso, útil, significativo, etc. Conceptos que se usan para validar una determinada investigación y que hace que muchos incautos, que no van a leerse más que el resumen, caigan en afirmar algo porque esas palabras «molan». El problema es que muy pocos se leen las investigaciones que comparten en las redes sociales. Ya no digamos el reducido grupo de personas con criterio que son capaces de entender cómo se realiza la investigación y son capaces de discernir qué es válido y que no. Y si a lo anterior le añadimos la cruzada de algunos en el ámbito educativo de criticar la investigación educativa que no sigue sus dictados, mientras que encumbran panfletos disfrazados de investigación, ya tenemos un problema. Un problema que se acrecienta al ver como en los medios se usa una frase lapidaria para poder decir… «ir en pijama mejora la inteligencia emocional del alumnado». Una frase plagada de barbaridades que, seguro que no se sustenta por ninguna investigación seria, pero como en el resumen lo pone…

Y ya no entro en la dificultad de reproducir las investigaciones por parte de otros investigadores. Más del 70% de las investigaciones son incapaces de ser reproducidas por otros investigadores (enlace). Estamos hablando de que solo una investigación cada cuatro puede ser reproducible. Así que imaginaos la cantidad de investigaciones que podemos aplicar en educación. O simplemente, de las que podemos usar partes de la misma para mejorar la praxis educativa o, simplemente, aumentar el aprendizaje del alumnado.

Fuente: https://www.nature.com/articles/533452a

Así pues os pido desde aquí, como ya he hecho en múltiples ocasiones, que no hagáis caso de lo que os digan con letras gruesas algunos. Intentad acudir a las fuentes, leeros las investigaciones, intentar aprender cómo funciona la formulación de hipótesis y el desarrollo de esas investigaciones y, por favor, no afirméis algo porque lo dice una supuesta investigación de alguien que, curiosamente, solo difunde los documentos (sean investigaciones o simples panfletos) que confirman su ideología educativa. Por eso es tan importante cuestionarse la fuente de las investigaciones y, en caso de creer que alguna puede servir para mejorar la educación, a nivel micro o macro, plantearse que la investigación no es solo el resumen inicial y debe poder ser reproducida.

El método científico es importante. El problema es no intentar manipular el concepto para confundir a alguien diciendo que algo es ciencia cuando es, simplemente, una opinión. Leer y formarse una opinión acerca de la educación es sano e imprescindible en el caso de ser docentes. Especialmente porque así no caeremos en el barrizal de doctrinas pedagógicas sin validez científica que, por desgracia, se están difundiendo en exceso en nuestras aulas.

Lo sé. Es más fácil creer en soluciones milagrosas que leer ciencia. Es más fácil creer en lo que nos dicen que buscar nosotros mismos qué puede funcionar y qué no. El problema es que, por desgracia, tomar determinadas decisiones educativas basadas en chascarrillos, panfletos, titulares en los medios o mensajes en las redes sociales, tiene sus consecuencias. Y no son precisamente buenas, ni para la educación en general, ni para el alumnado en particular.

Bibliografía

Baker, M. 1,500 scientists lift the lid on reproducibility. Nature 533, 452–454 (2016). https://doi.org/10.1038/533452a

Edlinger, M., Buchrieser, F. & Wood, G. Presence and consequences of positive words in scientific abstracts. Scientometrics 128, 6633–6657 (2023). https://doi.org/10.1007/s11192-023-04864-6

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