La semana pasada me llamaron de un medio de comunicación para ver si podían hacerme una entrevista. Les pedí que, previamente, me mandaran por correo las preguntas que me iban a hacer y, por desgracia, como siempre sucede, había algunas cuestiones de esas que «iban a pillar». Bueno, más bien sabía que las respuestas iban a malinterpretarse porque, al final, el interés de demasiados medios de comunicación es buscar el debate interesado y así conseguir visitas masivas al «dirigir» el contenido de las respuestas.

Permitidme aclarar dos cosas antes de entrar en el meollo del asunto. No todos los medios de comunicación se comportan así y sé de la buena fe de la persona que me pidió la entrevista. Otro tema es que tenga ganas de esta exposición o, simplemente, el no poder controlar qué se va a publicar finalmente. Además, hay otra cuestión que también es muy importante: quién soy yo o qué relevancia tengo, salvo lo que escribo en este blog o escribía en las redes sociales, cuando la mayoría de personas desconocéis qué hago o qué he hecho en mi trabajo. Algo que solo puede juzgar, para bien o para mal, la gente que trabaja o ha trabajado conmigo.

Por eso dije que no. Seguramente encontrarán a otro para esa entrevista. Hay mucha gente a la que le gusta la exposición y estar frente a un foco. Yo solo estoy ahí cuando no hay más remedio. Y, en este caso, pude evitarlo sin demasiados problemas.

Eso sí, lo que voy a hacer en este artículo es contestar a una de las preguntas que se me plantearon dentro de la entrevista porque, al final, me apetece contestarla y además, dentro de unos determinados límites (porque sé que lo que escribo algunos lo van a interpretar en función de quién lo dice más allá de lo que estoy diciendo) que me permite este blog. Así pues, a pesar de que algunos entiendan lo que les da la gana, voy a intentar minimizar daños. Y voy a contestar a la pregunta de «cuáles son para mí los 10 principales problemas de la educación española». Lo sé. No era exactamente así la pregunta porque no aparecía el número, pero sí que me apetece llegar hasta los 10. Además, no olvidemos que el 10 es un número bonito. Lo sé. También lo es el 1, el 4 o el 33, pero no vayamos a buscarle pegas.

Pues bien, para mí, a día 28 de mayo de 2024, los diez principales problemas de la educación española son los siguientes…

El principal problema son los problemas de disciplina en el aula que, como ya he dicho en más de una ocasión, han ido aumentando en los últimos tiempos. No son el disponer de más o menos cacharros en las aulas. No son las infraestructuras. No es la tipología de centro educativo. No es usar o no un libro de texto. Es el comportamiento del alumnado. Comportamiento que afecta principalmente a sus compañeros más vulnerables porque les impide aprender. Por eso muchas familias y docentes optan por huir de determinados centros. Optan por huir de ahí porque los primeros quieren lo mejor para sus hijos y los segundos poder impartir clase en condiciones. Y, sabéis qué, no es nada criticable. Eso sí, que no sea criticable no implica que no debamos tomar cartas en el asunto para solucionar este problema.

Un segundo problema, quizás endémico de nuestro país, es la incapacidad, por hache o por be, para crear una ley educativa macro perdurable en el tiempo y alejada de la necesidad de poner la huella en su creación. Que las leyes educativas se conozcan más por el nombre de la persona que las aprobó que por el nombre de la ley ya dice mucho. Fijaos que, aunque no me guste comparar, los países con leyes educativas, consensuadas y persistentes en el tiempo, tienen una mejor calidad educativa.

Otro gravísimo problema de la educación en nuestro país es que no hay nadie que se haya atrevido a evaluar, de forma seria y bien diseñada, todo el sistema educativo. Y que, además, dicha evaluación tenga consecuencias sobre todos los elementos que conforman el sistema. Una evaluación sin consecuencias no tiene ningún sentido. Imaginemos que a alguien le hacen un análisis de sangre y da cuatrocientos de colesterol. Si esa persona no hace dieta, se pone a hacer deporte o cambia de rutinas, ¿qué sentido tiene que sepa que tiene cuatrocientos de colesterol? Pues lo mismo en el ámbito educativo. Si hacemos una evaluación y no tomamos medidas posteriores a la misma no tiene ningún sentido.

Otro gravísimo problema lo tenemos con la formación inicial de los docentes. Nadie ha abordado (ni se ha atrevido a hacerlo por el poder que se tiene ahí) los planes educativos de todas las carreras relacionadas con la educación. No solo eso. Nadie se ha planteado el establecimiento de una formación inicial (no es el churro del MIR docente que planteó Rubalcaba, ni el programa Sensei catalán) que, al igual que en otros ámbitos, permitan un tiempo de prueba, acompañados por profesionales, para poder entrar en el aula. Que te tiren en el aula por estar apuntado a listas, haber aprobado unas oposiciones o ser contratado por una determinada empresa que gestione un centro educativo, te deja solo ante el peligro. Y hay algunos que necesitan más ayuda que otros. Por cierto, antes de que alguien diga algo que no he dicho. Esa formación inicial debe ser remunerada, sin cobrar menos por ser «becario», y realizarse en los centros educativos.

Tenemos también un problema con el currículo. No está bien diseñado. Hay contenidos del mismo que se solapan entre varias materias. Hay falta de coherencia en muchos casos. Y, por desgracia, hay demasiadas materias en las etapas obligatorias que, al final, es algo que deberíamos revisar. No tiene ningún sentido que en la ESO haya seis, siete y he llegado a ver hasta diez optativas para el alumnado. En la educación obligatoria deberíamos tener claro lo de sota, caballo y rey. Otra cuestión que también es importante, relacionada con esto, es la necesidad de reducir el número de materias (que no implica reducir la calidad de los aprendizajes).

¿Más problemas de la educación en nuestro país? Sí, lo sé. A estas alturas algunos me diréis que en otros países tienen problemas similares pero, ¿os acordáis de esa frase de mal de muchos, consuelo de tontos? Pues no me gusta ser tonto. Y eso que a veces me toca serlo, por necesidad o porque he patinado en cosas que no debía.

La irrupción de las pseudociencias también es un problema. Se están difundiendo masivamente, especialmente en Primaria, determinadas prácticas educativas contrarias a lo que dice la investigación. Es importante tener en cuenta que hacer un mal abordaje del proceso de lectoescritura implica que el alumnado lea siempre con problemas. La base es muy importante. El problema es que no hay cultura educativa de la investigación ni de las evidencias y siempre, a pesar de algunos, prima más el vender ciertos productos para hacer crecer el pelo que pasar por una clínica que, a la postre, es el único lugar en el que puedes recuperar el pelazo. Por cierto, todas las materias tienen un procedimiento de abordaje idóneo según las investigaciones. Otro tema es que, como he dicho en más de una ocasión, es la profesionalidad del docente la que hace que ese abordaje se adapte al contexto. No todos los contextos son iguales.

Va. Ahora sí que me voy a meter en un charco sin haber medido la profundidad del mismo. Un problema de nuestro sistema educativo es el agrupamiento por edad fisiológica en lugar de por capacidades. Voy a darle una vuelta antes de que me empecéis a correr a gorrazos. Estoy hablando de grupos permeables en los que nos adaptemos a la velocidad de aprendizaje del alumnado. Hay alumnado que aprende a leer antes. Hay alumnado al que se le dan mejor los idiomas o las matemáticas que otro. Y no pasa absolutamente nada por tenerlos en grupos separados. El problema existiría si esos grupos no fueran permeables o si los usáramos, tal y como estamos haciendo ahora, para que determinados alumnos consigan titular por una vía que no les da los mismos aprendizajes que en los grupos convencionales. Sé que en el contexto actual es imprescindible que existan los grupos de diversificación pero, vamos a ser sinceros, esos grupos y que haya alumnado ahí es un problema del sistema educativo. Un problema que debería haberse detectado y solucionado mucho antes. Va. Añado a la problemática que planteo en este párrafo la falta de información de nuestro alumnado. Y la inexistencia de suficientes equipos de profesionales para realizar la detección de determinados problemas educativos.

Me quedan dos problemas para llegar al número planteado en el título del post. Pues bien, voy a seguir ahondando en dos claves que, en ocasiones, nos olvidamos: la gestión de los centros educativos (se debe hacer una evaluación y seguimiento «real» de los equipos que lideran, de forma cooperativa y colaborativa, ese cambio en sus propios centros) y la falta de colaboración, por presión de burocracia o falta de un modelo de trabajo en equipo, dentro de los propios centros. No me estoy refiriendo a imponer nada ni a seleccionar profesorado por parte de los directores. Me estoy refiriendo a un trabajo, alejado de la burocracia pero sí puesto por escrito para que, los docentes que entren el curso que viene ya tengan parte del trabajo hecho, para remar todos por el bien del centro. Y para eso hacen falta reuniones de coordinación y tener horas para hacerlo. Muy relacionado con esto esta la falta de cultura de pertenencia al centro (de toda la comunidad educativa). Algo que debería incentivarse.

Hay otros problemas que, como ya sabéis, llenan líneas y líneas en los medios y saltan a sesudos debates educativos en las redes sociales (¡permitidme que me ría, o más bien me sonría!). La diferencia es que todos los problemas que planteo en este artículo, producto de una reflexión muy personal, basada en una experiencia personal e intransferible, tienen fácil solución y sin invertir demasiados recursos económicos porque, aunque no os lo creáis, en educación también debemos tomar medidas basadas en la eficiencia. Además, como siempre os digo, destinar dinero a A implica, en ocasiones, no poderlo destinar a B. Si a mí me apetece un helado de chocolate y beber una horchata, si el primero vale tres euros y la horchata vale cuatro, teniendo solo cinco euros en el bolsillo, lamentablemente solo voy a poder hacer una cosa de las dos. Y debo elegir la que más me satisfaga. Algo que traducido al ámbito educativo es tomar la medida que beneficie a la mayor cantidad de alumnado posible.

No me hagáis caso. Seguramente no lleve razón y los problemas que veo son minucias en comparación a otros que llenan los medios de comunicación. Ya os he dicho en varias ocasiones que, al final, esto son solo desvaríos, especialmente cuando reflexiono en voz alta, de alguien que, después de veintipico años de aula y unos pocos fuera de ella, le falta mucho por conocer acerca de cómo funciona la educación. Espero que tengáis un buen día. Y que sea, como digo siempre, mejor que el de ayer.

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