No entiendo cómo hay tanto docente con ganas de criticar a sus compañeros en las redes sociales. Sé que es una situación que va extendiéndose y, por desgracia, no tiene visos de solucionarse. Quizás sean las redes sociales y la inmediatez de las mismas, amén de otros intereses más personales, lo que hagan que todos actuemos como auténticos merluzos. Debe ser eso porque, cuando analizo otros colectivos, no veo esa inquina a sus compañeros. No me imagino jueces criticando a jueces, camareros criticando a camareros o personal sanitario criticando al propio personal sanitario. Bueno, en este último caso sí que he visto alguna rencilla puntual entre diferentes categorías laborales (por ejemplo, personal de enfermería contra galenos) pero, como os digo, de forma muy puntual y minoritaria.
Reconozco que es difícil aislarse de la crítica. O, simplemente, de evitar contestar a aquellos que, de cada dos interacciones en las redes sociales, una de ellas es para criticar a sus compañeros. Ojo, criticar a los compañeros no es lo mismo que criticar otros aspectos de la educación (leyes, metodologías, herramientas, etc.). Es que, en ocasiones, conviene matizar. Y no, tampoco voy a dármelas de angelito porque, por desgracia, yo también he participado en alguna ocasión en esas críticas. Algo que, en los últimos tiempos, ha hecho que abandonara una determinada red social por no querer convertirme en lo mismo en lo que se han convertido algunos. Es que, no lo olvidemos, es más fácil sumarse al ad hominem que debatir. Un debate que jamás puede darse, tal y como escribí ayer (enlace) en las redes sociales.
¿Cuáles son los principales motivos que hacen que haya docentes ávidos de criticar a sus compañeros? Seguro que me dejo alguno en la lista, pero permitidme exponer cuáles son en mi opinión esos motivos por los que se dan este tipo de críticas.
En primer lugar y, aunque pueda resultar obvio, es que en docencia hay malas personas al igual que en las otras profesiones. No en un porcentaje mayor, pero sí, quizás por el contexto laboral, mucho más infantilizadas. Y eso hace que imiten el comportamiento de su alumnado. Sí, hay docentes disruptivos y no podemos negarlo. Docentes disruptivos con modelos a seguir muy poco adultos.
También hay docentes que pueden sentir envidia de otros que tienen más éxito, reconocimiento o prestigio en su trabajo. Esta envidia puede generar resentimiento y deseo de desprestigiar o sabotear al otro. Un ejemplo icónico es el tema de los premios que se dan a los docentes, que he criticado profusamente en este blog. Se critica al docente en lugar de hacerlo al modelo de premios o a la institución que está detrás de los mismos o al objetivo que pretenden. A ver, yo tengo muy claro que no se debe participar en estas cosas porque se está haciendo un flaco favor a la profesión pero, en ocasiones, hay compañeros que critican simplemente por envidia y que les gustaría estar nominados o ser finalistas a los mismos. Son dos críticas totalmente diferentes.
Otro motivo sería la inseguridad. Hay compañeros inseguros de su propia capacidad o competencia y, a veces estas críticas a los compañeros encubren la necesidad de ocultar sus propias carencias o de proyectar sus frustraciones. Es algo que sucede y que nunca he entendido. La inseguridad forma parte de nuestra profesión y es, tanto la experiencia como la formación, lo que nos permite mejorar nuestra praxis diaria. Y claro que vamos a equivocarnos pero, el problema es que, al igual que hay tendencia siempre de culpar al otro, esta tendencia se acrecienta con la inseguridad de uno.
Relacionado con la envidia he de reconocer que hay docentes que parece que vivan inmersos en una competición insana para no se sabe qué. La competencia insana puede llevar a la crítica destructiva o al conflicto. No es malo competir con uno mismo. Lo malo es competir con alguien porque te ha vendido no sé qué en las redes sociales. Ahí entra otro motivo, el de la ignorancia. Hay docentes que pueden ignorar aspectos relevantes sobre el trabajo, la situación o las circunstancias de sus compañeros, y basarse en prejuicios, rumores o suposiciones para emitir sus juicios.
Creo que también debería hablaros de la ideología como fuente de conflicto. Hay diferentes visiones, valores o creencias sobre la educación, la sociedad o la política. Estas diferencias pueden provocar debates, discusiones o polémicas, que pueden derivar en críticas o descalificaciones. No podemos olvidar que existe un grupúsculo en Twitter (ahora X) que explota al máximo su ideología para criticar a todos los que no piensen como ellos, ejerciendo una caza de brujas y unos ataques organizados (con múltiples insultos, muchos a nivel barriobajero) contra todo aquel que se atreva a poner un pero a su maximalismo ideológico. Sin olvidar la profefobia (enlace) innata de algunos compañeros a quienes no usan su metodología (otra fuente de críticas) o hacen lo que ellos creen que debería hacerse. Recordad que en caso de docencia no hay metodología de aula única y que, al final, lo que hace un buen docente es adaptarse al alumnado que tiene delante para ofrecerle la mejor calidad posible.
Y, finalmente dos temas que para mí están relacionados. Las cuestiones éticas y morales y el egoísmo. Hay docentes que saben qué es justo o injusto en el ámbito educativo y que, todo lo que no pase por su filtro ético, es malo. Por ello se ven en la obligación de criticar a lo que no aplican sus criterios éticos y morales. Un problema importante porque deberíamos considerar la heterogeneidad como algo interesantísimo de la profesión y, al final esos criterios, salvo en cuestiones básicas, son muy personales. No me gustaría dejar en el tintero que estas cuestiones, en ocasiones, encubren intereses o beneficios personales porque, al final, la autojustificación moral de que el otro lo hace mal, les permite a algunos anteponer sus necesidades, deseos y ambiciones a los demás.
Sorprende en los últimos tiempos la falta de empatía absoluta con los compañeros de profesión. Pero, lo más preocupante, es que dichas razzias se están extendiendo, avaladas por determinados compañeros y con el apoyo interesado de algunos medios de comunicación porque, al final mientras estamos en estas batallas de patio de colegio, estamos distraídos y no vemos la que se nos cae encima. Y si la vemos y lo cuestionamos, vamos a ser señalados y atacados por compañeros que, o no lo ven o, simplemente, no quieren verlo. Es que no hay nada más difícil que ver la desnudez del emperador, pudiendo estar jugando en el patio o, haciendo dibujitos con unos maravillosos rotus llenos de esa tinta mezclada con purpurina que han prohibido recientemente.
Espero que ya os hayan ingresado la «vocación» y que os pase rápido el día. Recordad que, para la mayoría de docentes, esto es una profesión que intentamos hacer lo mejor posible. Y que, como en todas salvo excepciones excepcionales, preferimos comprar castañas, repartir caramelos o disfrutar con la familia o amigos a dar clase.
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