Debo reconocer que en el día de hoy me podía haber quedado, por sentido común y lógica, con el artículo que he escrito esta mañana en el blog. Pero, por desgracia y debido a un resfriado, mezcla de mocos, afonía y dolores en articulaciones que no sabía que existían, me he puesto a revisar esa red social que, con mucho conocimiento, abandoné a finales de agosto. A veces lo hago. Eso sí, solo para responder a los mensajes que algunos me envían y para, de forma bastante automática, publicar los artículos que escribo en este blog.

Hay un hashtag circulando en el que algunos explican supuestas malas praxis de algunos docentes y centros educativos. Ya, lo sé. A mí me chirrían tanto las buenas como las malas praxis. Especialmente si solo son en compañía del teclado y el sofá. Es tan sencillo intentar crucificar, desde una visión parcial y sesgada, ciertas actuaciones. Es tan sencillo intentar convertir en luz ciertas cosas desde el punto de vista del observador. Es que la denuncia o el apoyo desde las redes sociales mola. No obliga a hacer nada más que tener corriente y estar al corriente del pago con la compañía que nos suministra internet. Tan sencillo y simple como eso.

Eso sí, no puede menos que sorprenderme el mutis absoluto y la nula preocupación por el estado de una docente que, herida en un ojo (¡por suerte, sin gravedad!), por parte de un alumno de su centro, está recuperándose. Y de las ganas de hacer sangre con ella. Incluso he visto algún comentario, en el que se dice que la culpa de haber sido herida fue suya por no detectar y actuar ante el caso de bullying que, supuestamente, afectaba al agresor. ¿Es excusa la situación de uno para agredir físicamente? ¿Estarán algunos justificando las masacres que suceden en Estados Unidos donde un chaval, que puede haber tenido problemas de integración o inclusión en su aula, mata a compañeros y docentes? Es que da la sensación de que lo están justificando.

Claro que los docentes no somos seres de luz. Claro que no somos capaces de detectar casos de bullying porque, en ocasiones, ni tenemos los medios, ni la formación ni estamos las veinticuatro horas del día con el alumnado. Por cierto, tampoco somos capaces de distinguir qué es bullying de otra cosa porque, ¿a qué nos estamos refiriendo con bullying? ¿Todo es bullying? Hay, según lo que dicen algunos en las redes, más casos de bullying que alumnado. Y sí, estoy totalmente en contra de los casos de acoso contra determinado alumnado. Algo que debería resolverse con sanciones ejemplares y ejemplarizantes. Jamás debería tener como resultado el cambio de centro del alumnado sometido a tal acoso.

Pero, por favor, no digáis que la mayoría de los docentes no ayuda a su alumnado ni se preocupa por él. No digáis que miramos a otro lado. No digáis que no nos dejamos la piel al ver determinadas situaciones. No lo hacemos. Se están haciendo documentos por encima de nuestras posibilidades. Otra cuestión es que, con las herramientas que tenemos, no se pueda hacer más.

¿Os imagináis que la campaña de acoso y derribo que se está haciendo contra los docentes, alentada por cuatro personajes en las redes sociales (algunos de los cuales trabajan con nosotros y aluden a que no se debe ser corporativista) se hiciera contra otro colectivo? ¿Os imagináis que se justificara la agresión a los médicos por tener que esperarse en la sala de espera al no haber recursos? ¿Os imagináis la justificación del atropello a policías que dan el alto a borrachos porque no han tenido en cuenta las circunstancias que han llevado a que esa persona cogiera el coche borracho? ¿O contra personal de limpieza porque no han recogido ese papel que les he tirado delante y me han mirado con mala cara por hacerlo?

No existe la profefobia. Existe la fobia contra determinados profesionales, ejercida al amparo de un sillón. Una fobia que afecta en mayor medida a los que ofrecen servicios públicos o cara al público. Es mucho más fácil difundir el odio que llevar ante el juzgado a todos los que hacen las cosas mal en su trabajo. Quizás sea porque tampoco hay tantos docentes que hacen mal su trabajo. Quizás sea porque algunos se han inventado determinadas cosas por encima de sus posibilidades. Quizás sea porque es mucho más barato el juzgar desde las redes sociales que hacerlo donde toca.

Los que incentiváis el odio contra determinados colectivos sois responsables de lo que ha pasado. Y vais a ser responsables de lo que pase porque, ¿realmente creéis que otro docente va a intervenir en una situación como la que se ha dado estos últimos días en Jerez? Pues no. Entonces sí que va a irse a otro lado porque, al final, incluso nosotros nos acabaremos creyendo que somos malos profesionales.

Si, como familias, queréis denunciar a un docente que creéis que no hace o ha hecho bien su trabajo, chapó. Eso sí, hacedlo con nombre y apellidos donde toca. Salvo, claro está, que os hayáis inventado todo lo que decís, no tengáis pruebas o, simplemente, os interese más intoxicar que otra cosa. Y quién habla de docente habla de cualquier otro profesional.

Podemos generalizar. Otra cuestión es acusar a todo un colectivo y buscar que la sociedad, muy dada a manadas, señale al enemigo donde no está.

Lo siento, pero o lo escribo o reviento. Y hay cosas que, a estas alturas de mi vida, no me apetece quedármelas dentro.

Lo más importante del blog es que os paséis por aquí, pero si queréis colaborar en su mantenimiento…


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