¿Qué es ser un docente innovador?

Es curioso el jugo que se puede sacar de una conversación realizada este fin de semana con mi familia, muchos de ellos dedicados o que se dedicaron anteriormente a la docencia. Una conversación acerca de los fallos estructurales del sistema educativo, las posibles soluciones y el modelo de formación que necesitábamos los docentes para mejorar nuestra calidad profesional. Y criticando esos cursos de formación en herramientas que poco aportan al trabajo real del aula.

La cuestión es que la conversación derivó hacia el concepto de innovación educativa. Hacia los docentes innovadores. Hacia la imposibilidad de aplicar toda esa “innovación” en las aulas (por diferentes motivos). Defenderse de una realidad palpable es muy complicado. Defender otra manera de trabajar a base de experimentaciones no contrastadas, equivale a tirarse de cabeza a una piscina donde, con suerte, hay unos centímetros de agua. Algo que implica poner en peligro al que se tira y a los que están aprendiendo cómo uno debe tirarse a la piscina.

Por eso me atrevo a recuperar hoy en este blog un resumen de un capítulo de mi primer libro, en el que hablo sobre innovación docente. Más bien sobre que supone ser un docente innovador. Un docente que no ha de ser el más puntero en el uso de las nuevas tecnologías, ni el que hable con palabrejas imposibles de entender por parte del claustro, ni el que de más cursos de formación a sus compañeros como formador, ni el más reconocido en las redes sociales, ni el que tiene un blog, ni el que asiste a todos los saraos o eventos educativos para explicar mil veces sus experiencias de aula, ni tan solo quien más papeles pueda incorporar a su currículum.

Un docente innovador es aquel que se adapta a la realidad del aula. Quien usa las herramientas que, en cada momento, vea más adecuadas. Quien sepa realizar una clase con los chavales para que al sonar el timbre se queden con ganas de más. Quien sea capaz de transmitir parte de lo que sabe a sus compañeros sin jergas extrañas que potencia y usa una élite. Quien sea capaz de ser uno más dentro de un colectivo que ha de tirar para adelante.

Con lo anterior no hay docentes innovadores. Hay innovación que se da a base de docentes. Una innovación que, por cierto, ha de centrarse en el aula. No tiene sentido hablar de docentes innovadores (u otorgar ese calificativo) a personas que están trabajando fuera de las trincheras. Por mucho que, según ellos, innoven. Por mucho que publiquen. Por muchos buenos materiales que compartan. Será innovador y puede dedicarse a hacer cosas fantásticas relacionadas con la educación… pero, ¿docente?

El mejor docente es aquel que da lo mejor en su aula. El que usa las herramientas que considere útiles. El que, a pesar de diferentes contratiempos, intenta ofrecer lo mejor de sí mismo a sus alumnos y compañeros. El que siempre está dispuesto a colaborar. El que no pone malas caras porque sus compañeros no piensen igual que él. El que hace apología del uso de ciertas cosas pero no demoniza a quien no quiere usarlas. El que intenta mejorar primero el aula y después el resto del colectivo. Un colectivo que, aunque a algunos les guste relacionarse con los suyos (o con los que son capaces de usar su jerga), se halla en el centro educativo y en todo el colectivo que está relacionado con él (alumnos, docentes y familias). Ese es un docente innovador. Mejor dicho… ¡ese es un gran docente! Dejemos lo de innovador para aquellos que les guste la palabreja o los que deban buscar algún modo de venderse.

Pensad que mi inspiración para escribir a diario no llega de la nada. Siempre hay desencadenantes. Y no, no os preocupéis ni penséis que dedico mucho tiempo a esto. En unos minutos (de diez a quince en este caso) he escrito esto que tenéis en vuestras manos. Bueno hoy era fácil porque se trata de un resumen de algo que ya tenía escrito, pero normalmente no dedico más tiempo a ello. Por eso, desde aquí os animo a que os creéis vuestro propio espacio para reflexionar, más allá de las redes sociales. Una bitácora de viaje como esta ayuda a revisar de dónde hemos salido, qué hemos aprendido y dónde estamos.

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