En el día de ayer abrí uno de los diarios digitales más visto en nuestro país y vi que, en la portada, hablaban de las «bondades de un modelo de tanque que se enviaba a Ucrania». El discurso belicista único que emanan todos los medios de comunicación y que se apoya, en gran medida, en intervenciones en las redes sociales es algo que, al menos a mí, me preocupa. Al igual que me preocupaba cuando tipos cargados de medallas aparecían a hablar de la pandemia.

¿En qué momento hemos pasado a normalizar que la única forma de acabar con la violencia es con más violencia? ¿En qué momento nos hemos dejado de preocupar de los muertos, de la gente que pasa hambre y frío o, simplemente, de abocar recursos para establecer puentes, sustituyéndolo por envíos masivos de armamento? Armamento que solo va a beneficiar a las empresas encargadas de producir y distribuir ese armamento. Y todo con el apoyo de los medios que han conseguido contraprogramar una visión de paz con una visión de guerra. De tanto repetir ciertas cosas, al final hay personas que se las creen.

¿Os imagináis que en el ámbito educativo dijéramos que la mejor manera de luchar contra el bullying es haciendo bullying? ¿Os imagináis que defendiéramos que todas las agresiones solo pueden responderse con agresiones? Es que, sinceramente, no entiendo como tantos están comprando acríticamente el discurso de la guerra que les venden los medios. Medios, claro está, interesados por difundir ciertas cosas ya que, como todos sabemos, el que paga manda. Una mentira repetida miles de veces es más fácil que cale en la sociedad. No solo es algo de ahora. Ya sucedió antaño. Mucha memoria histórica pero parece que nadie se acuerde del «no a la guerra». Bueno, como todos sabéis, en ese momento histórico, la mayoría de medios de nuestro país se posicionaron en contra y, por eso se manipuló también la visión del asunto. Ojo, la manipulación puede darse en muchos sentidos.

Sé que me he enrollado mucho antes de llegar a la traslación educativa del asunto pero, es que alguien como yo no entiende que la única medida para acabar con un desastre humanitario sea incentivar ese desastre. Claro que sé que es una invasión. Claro que sé que hay unos agresores pero, por favor, ¿es necesario tanta manipulación interesada acerca de algo que, por desgracia, a los que afecta son a personas que ni pinchan ni cortan en la toma de decisiones geopolíticas? Y que casi nadie lo cuestione. Es que, sinceramente, no lo entiendo. El discurso único de buenos y malos sin matices. Olvidándose, claro está, del análisis objetivo. Pero bueno, esto también pasa en mi ámbito profesional: la educación.

Hace un tiempo se difundió una carta de un profesor de Universidad, opinando acerca de lo que él estaba viendo en su aula. Dicha carta se viralizó por las redes sociales y, como los medios más tradicionales cada vez necesitan más «paja» para relleno, acabó apareciendo en medios escritos, radio y televisión. Y, curiosamente, empezaron a aparecer discursos criticando esa carta. Se silenciaron de repente todos los apoyos a la misma (que solo pasaron a existir en las redes sociales) y surgieron, de la nada, cartas muy calcadas en sus redactados, cuestionando dicha carta e intentando transmitir que la realidad era otra. Contraprogramando la realidad con todo el armamento mediático de que disponen ciertos grupos de presión educativa. No olvidemos que los medios son afines a determinados planteamientos ideológicos. En este caso se han volcado para silenciar la primera carta. Algo realmente curioso. Pero no es el único caso.

Todos sabéis también que esta semana pasada se ha hecho huelga en la educación catalana. Todos los medios públicos sesgando la información y criticando a los docentes. Discursos que acaban calando en la ciudadanía porque, vamos a ser sinceros, uno se acaba creyendo más al tertuliano, si el mismo repite discursos de otros tertulianos, que al experto del tema. No olvidemos a quiénes se denominaba expertos hace nada sobre temas sanitarios. Es que no hace falta ir muy lejos. Por cierto, ¿en algún medio se ha hablado objetivamente de qué se pedía con esa huelga? Pues no. Incluso ha habido docentes que han comprado el discurso mediático. Y eso es preocupante.

Podría seguir con la aparición de determinados colectivos docentes, muy mediatizados por los medios (hay algunos que cada semana tienen sus artículos publicados), que hacen de pantalla para no hablar de la bajada de ratios, la necesidad de inversiones educativas o esconden el malestar docente con la LOMLOE. Si os dais cuenta a quien se mediatiza no es al descontento con la administración política. Se mediatiza al que intenta, bajo determinados subterfugios, esconder la crisis educativa actual y el despropósito que supone una determinada ley. Lo mismo que antaño con la LOMCE. Fijaos en qué medios publicitan qué. Pensad en que hay muchos que solo leen lo que dicen los suyos. Mucha propaganda. Mucho lavado de cerebro. Mucha contraprogramación educativa.

Los críticos con determinadas cuestiones educativas se silencian. Los aduladores, gente de la cuerda, tienen difusión hasta debajo del agua. No se puede parar de mediatizar cierto discurso. Ni dejar de blanquear la OCDE o el Banco Mundial. Miles de líneas para decir qué buenos son los padres escolapios que los llevan a todos de excursión. Justificaciones inverosímiles que, al igual que sucede con la parrilla de la televisión, intentan contraprogramar un determinado espacio con otro. En este caso no para conseguir audiencia. En el caso educativo para intentar, repitiendo y repitiendo, que se compren ciertos discursos, se den por ciertos algunos relatos y se sepa quiénes son los buenos. Porque, no lo olvidemos, los buenos docentes son los que los medios y lo que hay tras ellos, dicen que lo son. El aula ya si eso.

Hay muchas versiones interesadas en educación. Mucho dinero a mover. Mucha ideología a fortalecer. Es que, al final, solo hace falta querer ver cómo han acabado calando ciertas ideas (des)educativas en el colectivo, en las familias y en la sociedad en su conjunto. ¿Por qué? Pues porque la propaganda está haciendo, como lleva haciendo muchísimo tiempo, su función. Lo que pasa es que ahora, en lugar de tirar octavillas desde aviones en zona enemiga, es mucho más sencillo de hacerse.

No me hagáis mucho caso. Seguro que enviar tanques y aplaudir los bombardeos de «los tuyos» es maravilloso. Seguro que la homeopatía y los rezos curan todo tipo de enfermedades. Y, cómo no, que el discurso único (o prácticamente único) sobre educación de los medios no tiene más función que el de formar a una sociedad inculta en un determinado modelo de pensamiento para mejorarla. Será eso.

Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel) o en ese pop-up tan molesto que os sale. Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. 😉


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