En primer lugar me apetece haceros un spoiler y daros una cierta envidia (que no va a ser tanta con lo que tengo pendiente) acerca de por qué estoy escribiendo este artículo a esta hora un miércoles. A diferencia de algunos, que no sé si trabajan o se dedican a publicar mensajes en las redes sociales como profesión, en mi caso tengo muy claro que mi horario laboral está para cuestiones relacionadas con lo que me pagan. Y para tomarme un café en algún momento. Uno de los pocos vicios que me quedan. A lo que iba, hoy estoy publicando esto porque en Valencia capital hoy es San Vicente Mártir y, por tanto, festivo. Nada. Me apetecía restregároslo un poco. Aquí se está también para fardar de ciertas cosas.
Pero vamos al post de hoy. Una reflexión acerca de la falta de divulgación educativa en nuestro país. Así pues, vamos a ello…
En un mundo donde ciencia, cultura, tecnología y EDUCACIÓN están al alcance de todos, resulta extraño que en España la divulgación educativa no tenga el mismo protagonismo. Aunque existen iniciativas y proyectos, además de algunas excepciones (Juan, Íngrid, Héctor, etc.) que buscan acercar el conocimiento pedagógico a la sociedad, su impacto y alcance son, muchas veces, limitados. Pero, ¿por qué pasa esto?
Si miramos a países como Estados Unidos, Finlandia o Japón, veremos que la divulgación educativa es algo normal. Se organizan charlas, se publican artículos en revistas especializadas y se crean contenidos audiovisuales de alta calidad que permiten a todos conocer y comprender las metodologías y avances en el ámbito educativo. En estos lugares, la educación no es solo cosa de docentes, sino un tema de interés general. Es que hay modelos tan potentes de divulgación, bastante más cercanos, como ResearchED que, más allá de que podamos cuestionar ciertas cosas, generan la posibilidad de saber acerca de qué se está investigando, qué dicen los datos y se cuentan de una manera muy didáctica. Insisto, me estoy refiriendo a divulgación educativa; no a charlatanería o a difusión de ideología.
Quizás uno de los principales factores que explica esta diferencia, aunque no creo que sea el único, es cómo se valora la educación en la sociedad española. En España, a pesar de los avances, todavía existen ciertos estigmas y una falta de reconocimiento hacia la labor de los docentes. A menudo, los docentes no cuentan con el apoyo y el respeto necesarios para ser vistos como referentes sociales, lo que limita su capacidad para convertirse en divulgadores efectivos. O, quizás, haya otro factor más relevante que sea el llevar todo el tema educativo a debates políticos estériles, poco útiles para la comunidad educativa o, simplemente, jugar más al «y tú…» que a intentar hablar de lo que se está haciendo de una forma seria, transparente y con un nivel argumentario alto por parte de los ponentes.
Tampoco debemos olvidar que la presencia de contenidos educativos en los medios de comunicación españoles es bastante escasa. Los programas de televisión, los artículos de prensa y las plataformas digitales rara vez tratan temas educativos de manera profunda y continua. Por el contrario, en otros países, los medios juegan un papel crucial en la difusión de conocimientos pedagógicos, generando espacios de debate y reflexión que enriquecen el diálogo sobre educación. Insisto… estoy hablando de contenidos educativos, no de entrevistas, manifiestos o posicionamientos ideológicos.
Lo sé. A estas alturas muchos me preguntaréis qué podemos hacer para revertir esto. Pues no tengo la varita mágica. Dudad siempre de quienes dicen que la tienen. Pero sí que tengo algunas intuiciones acerca de lo que podíamos hacer para ello. Podríamos dotar a los docentes de herramientas y reconocimiento necesario para que pudieran compartir sus conocimientos más allá del aula. Deberíamos intentar incentivar que los medios más tradicionales tengan espacios donde se aborden cuestiones educativas, al margen de la línea editorial, de manera regular y accesible. Y, como es lógico, tocaría establecer una colaboración entre instituciones. No puede ser que se trabaje aisladamente desde donde se aplican determinadas teorías que desde donde se postulan. No sé de quién es la culpa, pero lo que se trata es de olvidarnos de buscar culpables y buscar soluciones. Ni tan solo me apetece mirar al pasado. Soy más, como siempre repito, de presentes y futuros que de regocijarse o buscar justificación en el pasado.
La educación es uno de los pilares fundamentales de cualquier sociedad. Si lo tenemos claro, debemos lograr que la divulgación educativa sea tan común como la divulgación científica o cultural. Para ello he dado algunas intuiciones acerca de lo que podríamos hacer (que no certezas). Es que estoy convencido de que un buen modelo de divulgación educativa beneficiaría al aprendizaje de nuestro alumnado. Lo sé. Puedo estar equivocado pero, en este caso, la creencia acerca de esto es bastante recurrente.
Nada. Voy a seguir disfrutando de mi maravillosa bandeja de correo electrónico antes de proceder a darme un paseo por la playa. Sí, aquí, generando envidias.
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Estic d’acord amb tu! Ara, sembla que s’escolta a tothom (polítics, alts càrrecs, pares, alumnes…) excepte als professors. Com si no fossin importants.
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Gracias Eva. Sé del fantástico trabajo que estáis haciendo. 😉