Carta a los batracios

Hoy, primer día de vacaciones después de tres días de no-vacaciones (yo me entiendo) me apetece escribir una carta a los batracios. A aquellos que, en las redes sociales, se dedican a juzgarme por lo que digo en las mismas, lo que escribo en el blog, lo que publico en YouTube y llevan ese juicio a mi faceta profesional. Ya, lo sé. Hace falta ser muy estúpido para pensar que a alguien le puedan juzgar por su profesionalidad por lo que diga en las redes sociales. Pero hay batracios (no existe el concepto de batracias y no estoy para tirar del inexistente miembras), cuya máxima consiste en criticar a la persona más allá de argumentar.

No sé si sois batracios o simplemente personas con muy poco bagaje intelectual. A ver, que quizás os estoy juzgando por encima de vuestras posibilidades y, quizás, tengáis una cultura limitada cuando os funciona internet y podáis googlear. Quizás incluso, sabéis usar un buscador anónimo o buscar en la deep web eso que os metéis por la nariz. Quién sabe. No juzgo vuestro disfrute ni vuestras aficiones. A ver, que uno puede tener el vicio de quitar las alas a las moscas y ser docente. Y además tener cuenta de Twitter. No son cosas excluyentes.

Los batracios solo me dais sensaciones entre el asco y el ascazo. Y la preocupación al ver que, en algunos casos, estáis delante de chavales. No pasa nada. En todas las profesiones hay tarados, tarables y monstruos. Incluso existe el monstruo de las galletas. Más galletas que las que ingerís algunos es imposible. Galletas en sentido información. Os lo tragáis todo. Es que, sinceramente, creerse a estas alturas que a vuestro alumno de cuarto A le ha abducido un extraterrestre con seis ojos y ocho culos, dice mucho de vuestra inteligencia batracial.

Todo el mundo puede y debe juzgar lo que se dice en las redes sociales. Lo que se comenta en los medios. Lo que alguien suelta en una entrevista. Incluso se puede juzgar si algo es constitutivo o no de mala praxis. Otra cuestión es juzgar por la opinión el trabajo de alguien. Es algo fácil de entender. Supongo que, incluso como batracios medioneuronales, en algún momento os vendrá ese flash puntual de saber que os estáis comportando como cualquiera de las subespecies del género. Incluyendo los anuros y los que no.

Debo reconocer que me encanta silenciar batracios y que, aunque os penséis que me preocupa lo que me decís en las redes sociales, en estos momentos que escribo esto estoy más preocupado en saber qué voy a hacer para comer. Pero bueno, seguid intentándolo. Vuestro esfuerzo seguro que se merecerá una sonora recompensa en formato de croaks por parte de vuestra prole.

Abracetes a los batracios. Sin vosotros Twitter, al menos para mí, no sería tan divertido.

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