Hoy me han censurado, por primera vez, un contenido externo enlazado en este blog. Además, con el agravante de ser un contenido publicado con dinero público por parte de una Fundación cuya financiación es, en su práctica totalidad (he revisado las cuentas que tienen publicadas) y en el material que he enlazado que forma parte de un proyecto subvencionado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, público. Y eso es algo que jamás he entendido.
Esta mañana he publicado un post acerca de una «guía rápida para evaluar metodologías y propuestas educativas» que dos grandísimas profesionales publicaron en un proyecto de esa Fundación. En el artículo que he publicado esta mañana he dicho lo siguiente… sí, solo incluyo MIS palabras y no enlazo ningún tipo de contenido.
«En medio de la vorágine de (pseudo)metodologías y (pseudo)propuestas educativas, conviene reflexionar acerca de lo que nos están vendiendo como algo que, a veces solo según los propios vendedores y sus acólitos, mejora el aprendizaje del alumnado. No es oro todo lo que reluce. En ocasiones bajo una chapa de pintura, se encuentra algo que dista mucho de ser lo que uno compra alegremente en un mercado educativo, cada vez más plagado de productos. Un mercado, por desgracia, cada vez con menos control de lo que se está vendiendo. Por cierto, ni todo lo que se vende es malo, ni todo lo que se compró hace años es bueno. En educación hay cosas a desterrar y hay cosas que jamás deberíamos comprar.
Es por lo anterior que resulta interesantísima la guía rápida que han elaborado Mar Ferrero (@ferrero_mar) y Fátima García (@mininadechesire) para evaluar, de forma muy sencilla, cualquier propuesta educativa. Vale, como he dicho anteriormente, para evaluar lo que nos están vendiendo ahora y para evaluar lo que hemos interiorizado como praxis educativa.
Según lo anterior (una guía que no voy a enlazar), deberíamos descartar, en mi interpretación personal de esa guía que no enlazo ni pienso deciros dónde está, toda metodología o propuesta educativa con las siguientes características:
- Solo son los que imparten formación o se lucran de la misma los que avalan la misma.
- No hay estudios ni datos independientes, salvo encuestas cocinadas por los propios usuarios de la metodología.
- Se argumenta en función de un amimefuncionismo subjetivo.
- Se usa mucho neolenguaje, ininteligible y con una letanía de eslóganes muy repetitivos.
- Se ignoran las causas que pueden haber llevado a la mejora en el aprendizaje de un determinado grupo, al margen de la metodología “milagro”.
- Pretende ser una moda disruptiva y rompedora con lo que había.
- Se trata de refritos de cosas que ya no funcionaban en el pasado a las que se ha dado nombre muy moderno y atractivo.
- Se desprestigia el conocimiento previo.
- Se habla de una escuela del siglo XXI y se asocia a modas puntuales.
En definitiva, mucho que nos suena bastante a algunos, de lo que se está vendiendo en los medios y en las redes como mejora no pasaría ni por el primer filtro de calidad. Por eso los que propugnan y venden ciertas cosas jamás quieren que su metodología (o falsa metodología) sea evaluada externamente. O, simplemente, piden una evaluación ad hoc, diseñada por ellos y que evaluarán ellos».
Y, finalmente, extrapolo mi opinión de algo que se ha publicado en un determinado lugar, relacionándolo con el Flipped Classroom. Algo que solo se avala por los que lo venden o lo compran acríticamente (algunos tienen miedo de decir que les han timado y que han perdido el tiempo haciendo vídeos). No hay estudios que lo avalen, salvo las encuestas cocinadas por algunos docentes en su clase o las cuatro investigaciones en las que aparece, curiosamente como coautor de las mismas, uno de los gurús del chiringuito. Se habla desde una óptica subjetiva para decir que funciona. Se prioriza la metodología frente a la personalización del aprendizaje. Es algo que ya existía (los cursos de Inglés de Planeta Agostini) a lo que se ha hecho un lavado de cara y puesto un nombre guay en inglés. No soporta ningún tipo de evaluación independiente.
Y ahí se olvidan que legalmente todos podemos cuestionar o comentar todo lo que está publicado porque, incluso que un libro tenga copyright, nosotros podemos opinar acerca de él y de cualquier película. También lo hacemos de la Isla de las Tentaciones. Lo de censurar la opinión que tenga uno o su interpretación que pueda hacer de lo que se publique, es algo que siempre chirría.
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