Desde hace tiempo, de forma machacona, algunos insisten en que vuelva a X (sí, ya me he acostumbrado a no llamarlo Twitter). La verdad es que las redes sociales tienen algo de adictivo que hace que, volver a ser usuario activo en ciertas redes, se plantee como una necesidad. Y, para ahorrarme las respuestas individuales a todos aquellos que me piden que vuelva a X, voy a enumerarlas en este artículo. Cualquiera de las razones que voy a argumentar a continuación son suficientes por ellas mismas.
Eso sí, permitidme una aclaración. No estoy activo en X, pero sí que leo cosas que se publican ahí, en ocasiones uso posts publicados en esa red como inspiración para mis artículos o, simplemente, publico ahí enlaces de lo que voy escribiendo, además de mantener algunas conversaciones muy interesantes por mensajes directos. Y también debo decir que he llevado la vertiente más «social» y «comunicativa» acerca de lo que escribo aquí a Facebook (que permite una mejor gestión de esa comunicación), a los comentarios de este blog (agradezco que cada vez haya más) o, simplemente, a correos electrónicos, algunos de los cuales acaban convirtiéndose en llamadas de teléfono.
Pero bueno, voy a enumeraros las razones por las que no quiero o no tengo necesidad de volver a ser usuario activo en X.
- No tengo tiempo. La verdad es que, aunque escriba en este blog mucho más de lo que es racional, no tengo tiempo para perderlo en una vorágine de preguntas y respuestas que, por desgracia, en X obligan a ser mucho más proactivo de lo que soy en otras redes sociales.
- No tengo que promocionarme. No vendo nada. No debo promocionarme para que me contraten para dar una charla de ciertas cosas. No tengo ninguna necesidad de ser conocido ni, mucho menos tengo ningún ego insatisfecho que completar. Además, aunque me fuera bien el dinero (siempre va bien) obtenido indirectamente de esa promoción, no me apetece que eso dicte estar o no en X.
- No tengo ganas de malos rollos. El ambiente en X es irrespirable. Especialmente desde que cuatro, con todo el apoyo mediático que dicen que no tienen, se han adueñado, tanto en sus cuentas A como B, del debate educativo, insultando a quienes no piensan como ellos. No me apetece que manipulen lo que digo. No me apetece que azucen a sus hordas contra mí. No me apetece revolcarme en ese fango en el que tanto les gusta revolcarse a ellos, ni que metan en esa fango a los que interactúan conmigo. Es que revisan al milímetro a quiénes les gustan tus publicaciones o interactúan contigo. Parece que sea parte de su vida hacerlo.
- No tengo ganas de llevarme por la inmediatez. No me apetece coger el teclado, del móvil o del ordenador, y ponerme a aceptar acríticamente ciertas cosas sin consultar las fuentes o, simplemente, ponerme a hacer el cafre como algunas cuentas. La verdad es que me apetece mesurar más lo que digo y fundamentar más mis opiniones o reflexiones. Algo que, como he dicho en alguna ocasión que otra, no incentiva X.
- Tengo ganas de aportar en un medio menos efímero. Por eso escribo más que nunca en el blog ya que, al menos para mí, es un lugar en el que son más permanentes esas aportaciones. E, incluso para mí, el blog y lo que escribo, supone una fuente de aprendizaje ya que me obliga a leer antes de escribir nada.
- No tengo ganas de entrar en todos los debates (no solo) educativos que, por cierto, se repiten cada cierto tiempo. Me cansa, tal y como se incentiva desde el algoritmo de X, tener que posicionarme a cada momento. Mis ideas acerca (no solo) de la educación son sobradamente conocidas y no necesito ratificarme en ellas. Además, como siempre digo, estoy abierto a cambiar mi posición si se me demuestra que estoy equivocado. Algo que he hecho en alguna ocasión.
- Siento menos presión desde que he abandonado X. La verdad es que, aunque no quisiera reconocerlo cuando era usuario activo de X, era complicado aislarse a la presión que suponía tener una cierta repercusión, porque existe la visión de que tener seguidores te hace más o menos importante cuando, a la postre, es algo irrelevante. Y eso es algo que, al menos para mí, era complicado de gestionar por mucho que intentara darle muy poca importancia a ciertas cosas. Somos humanos y hay cosas que suceden, tanto en analógico como en digital, nos afectan. Las primeras mucho más pero, en una sociedad mixta, también nos están empezando a afectar las segundas en mayor o menor grado.
Así pues ya veis por qué no vuelvo a ser usuario activo en X. Creo que haber huido de X, aunque en alguna ocasión haya dicho que me han echado, es lo mejor que he podido hacer.
Finalmente, y antes de que se me olvide, comentaros que este es un post muy personal, que no obliga a nadie a que tome la misma decisión que he tomado yo desde septiembre. Además, debo reconocer, que si no fuera tan adictivo X y hubieran ciertos personajes, con una actividad constante ahí, con los dedos pendientes para «insultarte» o «ponerte en la picota», podría intentar volver. El problema es que, estoy convencido de que volvería a engancharme en una vorágine, con un modelo actual demasiado desagradable y con mucha presión de interacción, potenciada por los algoritmos de la propia red X. Una red de la que me ha costado salir y, por ahora, no caer en la tentación de volver.
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Felicidades por salir de la vorágine. Algunos te seguimos desde la lectura crítica y pausada. Gracias por estar y ser
La vorágine de X, al final, era de todo menos positiva. Muchas gracias.
Coincido contigo. Yo también borré mi cuenta y no me arrepiento. Vivo mucho más tranquilo.