En los últimos tiempos estoy haciendo arqueología educativa y, enfundado con mi gorra y mi látigo al puro estilo Indiana Jones, me he puesto a rescatar cosas que tengo en mi disco duro acerca de determinadas cosas relacionadas con la educación. Entre ellas he desempolvado esa metodología revolucionaria, denominada Flipped Classroom, traducida como clase invertida, que iba a revolucionar la manera de enseñar e iba a llevar a nuestro alumnado a unos aprendizajes hasta el infinito y más allá.
He encontrado una lista de los cientos, por no decir miles de cursos, que se hacían sobre el tema. Tengo también algunos estudios (bueno, estudios serios va a ser que no) que, desde ciertas aulas, los defensores de esa metodología que, casualmente, ahora curiosamente defienden el DUA, en forma de encuesta pasaban a su alumnado en los que se veía que era una metodología que gustaba al alumnado, con la cual aprendían más y se sentían muchísimo más motivados. Y estoy hablando, por cierto, de hace tan solo seis o siete años que es, cuando en nuestro país, empezó el boom del asunto.
No había debate en Twitter (ahora X) en el que no se hablara de esa clase invertida. No había publicación del INTEF, ni en los servicios de formación de las diferentes Comunidades, en la que no se mencionara las bondades de dicha metodología. No había nadie que, abiertamente, se opusiera a esa gran revolución educativa. Bueno, estábamos unos cuantos que, desde el primer momento, vimos, al igual que estamos viendo ahora con determinadas cosas, que lo anterior era un timo, totalmente falto de sustento en su base, que solo servía para que los cuatro de siempre trincaran pasta y algunos docentes, creyendo en lo anterior, perdieran tiempo creando vídeos para su alumnado. Vídeos que, a poco que alguien revisara la cantidad de visualizaciones de los mismos, se observaba que no los veían ni su alumnado. Es que fue muy grande su promoción. Tan grande que, como he dicho antes, acabó moviendo millones de euros públicos, para pagar a determinados formadores y determinados materiales de dudosa calidad. Sin contar, claro está, los libros que algunos publicaron sobre el tema y los beneficios que obtuvieron algunas empresas privadas. Empresas que, si siguen existiendo en la actualidad, se han reinventado para hablar ahora del DUA o del ABP, formando a docentes en la moda de turno.
Recuerdo también de la campaña en los medios. De numerosas entrevistas a determinados personajes que defendían ese despropósito educativo. Del bombardeo incesante de información sobre el tema. De cómo iban cambiando de argumentos sus defensores conforme se iba viendo que eso del Flipped Classroom, aparte de estar basado en pseudociencias, no tenía mucho recorrido a medio plazo. Para defender a sus defensores, debo decir que consiguieron, en muy poco tiempo, sacar un rédito económico y de difusión mediática, muy importante. Así que, al menos, en cuanto a mercadotecnia, un diez para ellos. Bueno, para adaptarme al modelo de evaluación actual, haría una reflexión cualitativa, basada en una rúbrica último modelo, en la que mencionaría lo bien que lo hicieron envolviendo un refrito de los cursos de idiomas de Planeta Agostini, con los que nadie aprendió ningún idioma, y lo adaptaron a un determinado modelo de negocio y promoción.
El problema es que no escarmentamos. Ya podemos ver fiascos como el anterior que, por desgracia, seguimos viendo a compañeros que siguen cayendo en las redes de determinadas cosas que nos están vendiendo. Yo, como siempre hago, pido desde aquí que apliquéis el principio de precaución. No os fijéis en si os llega una metodología o herramienta por muchos sitios. Analizad, más allá de lo que os intentan vender, qué necesidades reales tenéis en vuestras aulas y centros. Sé que es muy difícil no dejarse llevar por determinadas campañas mediáticas pero, por favor, sois profesionales y sabéis mucho de lo vuestro. Haced lo que sea mejor para el alumnado que, nadie como vosotros, conoce tan bien. Y si tenéis que usar un vídeo en el aula, usadlo. Si tenéis que hacer un proyecto, cuando ya tenga vuestro alumnado los conocimientos para que dicho proyecto fije aprendizajes previos, hacedlo. Es tan sencillo y complicado como lo que os estoy diciendo.
El Flipped Classroom es el ejemplo más reciente de muchas cosas que, con diferentes nombres, están pasando en el ámbito educativo. No dejéis que os vuelvan a tomar el pelo. Vuestro alumnado os lo agradecerá. Pensad en ellos. Valoraos como los grandes profesionales de la educación que sois.
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La putada (hablemos claro) es cuando te obligan a elaborar actividades (en Andalucia situaciones de aprendizaje) que ves desde el primer momento que son otra pamema pero que no tienes más remedio que tragártelas a palo seco.
El tema de las «situaciones de aprendizaje» también es algo a lo que debería dársele una vuelta pero, como sucede siempre, hay algunos que sacan tajada con el tema (dando cursos, ofreciendo estrategias para hacerlas, etc.). Y, cuando se vea que ha sido un timo, se va a pasar a otra cosa. Siempre acaba pasando lo mismo.
Buenos días.
Lo del flipped classroom era una «flipada» de algunos, que se veía venir que iba a ser un timo piramidal.
Yo al principio me lo planteé y claro antes de ponerlo a la práctica me di cuenta que si todos mis compañeros empezaban a ponerlo en práctica, eso supondría que los alumnos estarían toda la tarde y noche viendo vídeos y preparando la clase del día siguiente. Un absurdo total.
Además dejabas como tarea a los alumnos lo que es nuestra tarea como profesores. Vamos una idea aberrante y totalmente sin sentido que dejaría a nuestros alumnos sin vida social todas las tardes y noches.
Como bien dices, cada ciertos años sale una moda para inflarnos a cursos sobre nuevas metodologías sin ninguna base científica. Así unos se ganan sus dineros y otros cubrimos el expediente de cursos de desinformación. Una pena.
Un saludo.
Mil gracias por tus artículos. Ojalá fuese posible decidir en tu aula lo que hacer atendiendo a las necesidades reales de tus alumnos. Soy de primaria, centro público. Sigo la metodología que decide el centro, trabajo los contenidos que se acuerdan y realizo los proyectos que me dicen. Hago todas las actividades comunes que me indican como ya decididas (fiestas, eventos, decoraciones de pasillo, etc.) Aún así, no les parece suficiente. Me presionan de diferentes formas para que haga las mismas actividades de aula que hacen mis compañeros. Control de cada hora, lo cinco días de la semana. El objetivo es que todos contemos a las familias que hacemos exactamente lo mismo, que saquemos los mismos «productos bonitos» por la puerta el día que ellos deciden. Que seamos todos iguales. ¿Esto es legal? Si lo es, ¿en qué consiste ser maestro? ¿Cómo me hago responsable ante las familias de la enseñanza de sus hijos si yo nada decido? Me siento el peón de una fábrica y mis alumnos los esclavos a tiempo completo que producen objetos que unos jefes deciden en los pasillos. La atención a la diversidad es una estafa en estas condiciones. Al menos leerte es un respiro. Muchísimas gracias.
Curiosamente la ley nos ampara en la libertad de cátedra.
Tenía un compañero ya de cierta edad que decía que él empleaba una metodología novedosa llamada «Flipped-flipped classroom» donde él explicaba, proporcionaba apuntes y al cabo de unos días hacía unas pruebas diagnósticas que él mismo había bautizado como «examen».