Si debo guiarme por el horóscopo chino, me encuentro en varios sitios en los que hablan del 2021 como «año del buey de oro» y en otros del «año del búfalo de metal». Es por ello que, como el año solo puede denominarse de una forma, toca investigar más acerca del tema. Bueno, tocaría si realmente me interesara el horóscopo más allá de para echarme unas risas. Y ya no digamos lo que me interesa el horóscopo chino. Entre poco y nada, pero me va muy bien para el leitmotiv del primer post del año. Un post en el que hablaré de piedras y edredones pero que va a tener mucho que ver con mi propósito 2.0 para este nuevo año. Propósitos que, como todos los que se hacen en estas fechas, son más fáciles de incumplir que de cumplir. A ver, yo me he propuesto ser millonario en muchas ocasiones y ese proyecto de vida de lujo y glamour se ha ido al garete. Lógico… hay cosas que dependen de uno y otras de terceros.
Este año que empieza va a ser, de nuevo en el ámbito educativo, el año de la piedra y del edredón. El año en el que, por desgracia, hay mucho incapaz de ver que una piedra, tal y como se muestra en la siguiente imagen, es un simple pedrolo miniaturizado sin más.
Lo mismo que el vestido de la Pedroche de ayer (que he visto hoy en el Trending Topic de Twitter): un simple edredón de esos que más de uno tenemos en casa y que, por lo visto, hace que muchos se emocionen debatiendo acerca de la moda que subyace tras lo anterior. Bueno y siempre existen los marranetes que esperan ver cacho porque, al final a algunos les da pereza ponerse con el porno (por el que dirán o por la educación religiosa recibida) y esperan ver qué se esconde tras ese edredón.
Ello me lleva a plantearme la gran cantidad de debates estériles, especialmente acerca de temas educativos, que llevo teniendo en la última década (especialmente por las redes sociales) y la necesidad de empezar a pasar de debatir con personas incapaces de decir que lo anterior son piedra y edredón. De los artículos en los que me justifico para algunos diciendo que escribo de lo que me apetece o cómo me apetece sin ningún objetivo más allá de ello. Del tiempo perdido intentando, por mucho que sepa que es imposible, intentar explicar antes de que alguno, con pocas ganas de ver piedras o edredones (por ideología o por necesidad de autoafianzarse en sus ideas erróneas), reduzca el debate a esos vocablos que surgen cuando alguien ve imposible defender ciertas cosas. A ver, que todos sabemos que los niños, cuando más pequeños son, no entienden más que de llorar o pegar a alguien para conseguir un juguete que les gusta. Y cuando tienen hambre lloran. No saben cómo hacerlo de otra forma porque aún no han asumido esas estrategias para hacerlo. En caso de gente con pelo en las partes, para algunos muy púdicas y para otros muy impúdicas, salvo rasurados específicos, ya lo de las estrategias y la capacidad para reconocer que algo es lo que es y no lo que a ellos les gustaría que fuera, ya es mucho más complicado.
Mi propósito para este año, tanto en el blog como en las redes sociales en las que estoy es intentar reducir debates estériles para poder, dentro de mis posibilidades, dedicar el tiempo a algo mucho más útil. Eso sí, sé que es un propósito prácticamente imposible de cumplir porque, siendo sinceros, cuando mayor te haces y menos te importa lo que dice gente que, ni conoces ni vas a conocer en la mayoría de casos, que sigue diciendo que una piedra no es una piedra y un edredón no es un edredón, más ganas te dan de reírte de ellos. Y, cuando ves ciertos argumentos (me ciño a lo educativo, con todas sus facetas que, al final es más del 90% de lo que escribo) que intentan usar para decir que una piedra es un unicornio o un elfo que no se oculta de la vista humana y por eso toma esa forma, no puedes menos que reírte. Y ese sí que es un propósito mucho más objetivo y realista: reírme de los defensores de la no-piedra y del no-edredón 🙂
Feliz 2021, del que me ahorro determinados mantras que, por repetidos, ya cansan.
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