Hace un rato he publicado en Twitter que he alcanzado los 100 millones de páginas vistas en el blog. Debo reconocer que, aunque las métricas no me gusten y les dé una importancia relativa, en ocasiones me dedico a cotillear las mismas. Sí, tengo, al igual que todo el mundo, un poco de gusanillo por saber a cuánta gente le interesa lo que escribo aunque, repitiéndome más que la fabada, cuando escribo no lo hago pensando en si seré leído o no.

Me encanta escribir en el blog. También me gusta pasarme ciertos ratos en la red del pajarito. No sé casi nada y, por eso en la mayoría de ocasiones hablo de algo que, supuestamente como profesional de la docencia, debo conocer un poco: la educación. Eso sí, reconociendo mis múltiples limitaciones aunque leyendo a ciertas personas, especialmente a aquellos que determinados medios han encumbrado como expertos, me doy cuenta de que quizás sepa más sobre educación que muchos de ellos. Pero seguro que es solo una sensación. Por algo ellos salen en todas partes y yo me conformo con escribir aquí.

Piso charcos. Piso todos los charcos que se me ponen por delante. Va, lo voy a reconocer. Vivo en un charco permanente. Quizás sea por ello por lo que no me llaman para evangelizar. Por eso y quizás porque las evangelizaciones no entran demasiado dentro de mi carácter. Soy más de dar clase. De cagarla y de acertar en proporciones desiguales. El problema es que algunos en mi centro me leen. Y me coartan acerca de escribir acerca del tamaño de mi ciruelo. O de la ropa interior que voy a llevar mañana. Bueno, va a ser que no.

No sé. Me apetecía escribir este post rápido para apuntar, en esta bitácora personal, que he llegado a cien millones de páginas vistas. Me voy a marcar una horchata para celebrarlo. O dos. Además, juntándose con unos resultados en la última analítica que me permiten abusar de ciertas cosas, no voy a restringirme.

Estaba pensando en poner una foto de cuando empecé a escribir en este blog (octubre de 2009) pero no lo haré. Estoy mucho mejor físicamente ahora. Escribo igual de mal que al principio pero, como mínimo ahora ya lo tengo claro.

Acabad de disfrutar del domingo. Y sí, éste ha sido otro artículo irrelevante de alguien cuya mayor virtud es la de ser sexy. Especialmente para aquellos que llevan las gafas mal graduadas. Mañana más. Esto ya se acaba…

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