Hace quince días, publiqué un artículo en este mismo blog, en el que hablaba de mi futuro profesional. Algo que, hasta ese momento, era incierto porque nadie de Conselleria se había puesto en contacto conmigo ni con mis compañeros de claustro, de ESO y Bachillerato, para hablar de nuestro futuro profesional. Y eso, a uno de julio, generaba inquietudes personales en muchos. Algo lógico porque de ello dependían muchas cosas.

Pues bien, ayer se hizo el acto de adscripción/supresión en mi centro. Un acto en el que dos inspectores (el nuestro y el que trabaja en la Dirección Territorial) nos dieron dos opciones a los profesores, de ESO y Bachillerato para nuestro futuro profesional. Bueno, tres. Nos ofrecieron la opción de adscribirnos a un nuevo centro que está en fase de construcción (que se supone va a estar listo en septiembre), suprimirnos o, si éramos de determinadas especialidades, continuar el el Centro Integrado de FP.

Algunas dudas. Descubriendo como siempre que, por desgracia, hay mucha falta de lectura de normativa. Y, finalmente, tomando en mi caso la decisión de suprimirme y no adscribirme al nuevo instituto al que podría ir andando desde casa. En el que, además, sería de los primeros compañeros del Departamento en elegir qué impartir y conociendo -además estando a gusto- a muchos de los que van a ir ahí. Sí, fui de los pocos. Bueno, fui el único de los que han compartido estos años conmigo porque los otros que se suprimieron fue porque no eran del municipio y siempre habían estado en comisión de servicios trabajando en otros centros.

Ahora ya, oficialmente, «toi suprimio». En unos días me va a tocar elegir un destino provisional en el que voy a llegar como el último. Sin conocer a nadie. Y debiendo coger el coche. Seguro que diréis algunos a estas alturas cómo es posible que, estando bien en tu centro, yéndote con tus compañeros a un centro nuevo que está al lado de casa y conociendo a parte del alumnado, haya tomado esa decisión…

He tomado la decisión porque no me gusta no poder conocer el nombre de mi alumnado. Porque me gusta conocer y charlar con mis compañeros en centros más manejables. Porque no me apetecen «macrogranjas» educativas que, sinceramente, nunca he entendido, salvo por temas de ahorro, qué sentido tienen. Estaba en un centro de 2200 alumnos y 230 profesores. Ahora se pasaba a uno de 1200 y más de un centenar largo de profesores. No me apetece. Profesionalmente no me llena. Y siempre he tomado las decisiones profesionales por lo que me llenan.

Ahora estoy pendiente de pedir destino provisional para este curso (a ver, que tampoco estoy tan loco y los suprimidos somos los primeros, por normativa, en elegir centro de todas las vacantes que hay -por encima de comisiones de servicio, provisionales e interinos-). También estoy pendiente de que acaben un IES «más manejable» en el pueblo de al lado. Así pues, mi decisión no ha sido tomada sin tener un poco de red de seguridad porque, como también os comento para los que no lo sepáis, los suprimidos, por derecho preferente, somos los primeros a los que se nos da plaza en el concurso de traslados, tanto en municipio como en zona de desplazamiento. Así que, en principio, está medio controlado el asunto. Y, aunque no fuera así, tampoco me molestaría ir cambiando, por seguir en estado provisional los cursos que me quedan, entre centros pequeños. Me gustan los cambios y los retos profesionales.

Por cierto, resulta curioso que ayer publicara en Twitter que estaba oficialmente suprimido y ya recibiera varias ofertas laborales. Se agradece que piensen en uno para ciertas cosas pero, como he dicho en alguna ocasión, a estas alturas de la película solo aceptaría algo que me llenara profesionalmente y que, como es lógico, no perjudicara mis condiciones laborales actuales. Ya no estoy para propuestas del tipo… hemos pensado en ti y, aunque económicamente al principio no podamos pagarte mucho, seguro que el proyecto permite en poco que ganes más dinero del que estás ganando ahora. Y además te lo venden como muy ilusionante e imprescindible para la educación. Pues va a ser que no. Menos aún a estas alturas de la película laboral y vital. Eso sí, no me cierro la puerta a nada. Nunca lo he hecho.

Pues nada, ahora con vistas al mar desde la terraza, a falta de saber en unos pocos días qué destino elegiré entre las opciones que me den (vacantes) y a mes y medio de conocer al alumnado y compañeros que me van a sufrir, voy a disfrutar escribiendo, tomándome el café, asomándome a las redes sociales y, en un rato, dejando mecer mi cuerpo por el agua del mar. Y dejando que la gente que comparte playa conmigo pueda disfrutar de la vista mis lorzas tan bien estructuradas.

Lo más importante del blog es que os paséis por aquí, pero si queréis colaborar en su mantenimiento o haceros mecenas del mismo…


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