He estado a punto de caer en los errores de antaño. Casi meto la pata y me pongo a dar importancia a un personaje, muy conocido en las redes sociales y poco prolijo en las aulas, que ha dictaminado que «los contenidos no son importantes». Es que, quieras o no, teniendo más o menos seguidores en las redes sociales, te llegan efluvios de declaraciones de entes bípedos (sí, como yo y como todos los pocos que aún leéis este blog) y no puedes menos que empezar a plantearte si vale la pena contestarles. Y caes. Hoy solo he metido la puntita. Una puntita que, tan pronto ha sido metida ha sido retirada a una distancia prudencial.

Estoy muy cansado y no me apetece debatir sobre cosas que han dicho personas cuya aportación, tanto intelectual como pedagógica, a la mejora educativa no tiene ningún valor para mí. Seguro que para otros sí pero, yo cansado de perder el tiempo, me apetece hablar de EDUCACIÓN en mayúsculas con gente que sabe, que hace y que, además, cuando hacen saben lo que hacen. Y les puede salir bien o mal pero, como mínimo disponen de los conocimientos para poder hacer cosas y poderse hablar con ellos. Hay mucha gente que sabe sobre educación. No todos son docentes. Eso sí, hablar con ellos, menos pródigos que algunos que pierden más tiempo en charlar de lo que no saben que en aprender para poder decir algo con enjundia, es muy placentero. No por ser conversaciones cómodas. Sí por ser conversaciones de un determinado nivel. ¡Ojo! No lo estoy diciendo por mí. Ojalá yo estuviera al nivel de muchos con los que hablo. Ahora con muchos online pero, por suerte, con gente de mi familia más cercana muy relacionada con la educación, que saben mucho y tienen muchas ideas.

Mi tiempo es muy limitado y, lamentablemente cada vez tengo menos tiempo para jugar al «desmontar determinadas afirmaciones que no se sustentan de ninguna manera». Es que, sinceramente, sigo sin entender que a día de hoy, más aún con la pandemia, haya gente (entre ellos docentes y que saben de su trabajo) que pierdan su tiempo en intentar convencer de las chorradas que dicen esos expertos educativos que alguien ha ungido como tales. Y ya no entro en aquellos que se creen a pies juntillas las mamarrachadas que sueltan cada entrevista que les hacen. Esos ya están a otro nivel.

Por tanto os recomiendo que la guardéis a buen recaudo y, en caso de sacarla, lo hagáis por algo que valga la pena. Sacarla por sacarla no tiene ningún sentido. Bueno, a menos que uno sea un poco exhibicionista 😉

 


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