Unos días atrás, un colectivo educativo publicó un artículo titulado “Territorios de inclusión social en la educación pública” (enlace) que, entre otras sandeces, como la de decir que TikTok había hecho más para la equidad social que ejercicios, exámenes, exposiciones magistrales o comentarios de texto, incluyeron una coletilla que, defendida no solo por ellos, hablaba de la necesidad de crear un cuerpo único de docentes desde Infantil a la Universidad. Bueno, en la Universidad no. No se les vaya a desmontar el chiringuito a todos esos que, defendiendo estas cosas desde alguna plaza ganada a dedo (como es el caso de la mayoría de los miembros de ese colectivo), solo piden que el alumnado no pueda acceder nunca a su estatus laboral.

Y eso me lleva a reflexionar acerca de quién quiero que dé clase de Historia a mi hija (que, en este momento está cursando tercero de ESO). Si prefiero a un todólogo o pedagogo que le dé clase, ayudado por los medios más modernos y sobradamente demostrados como inefectivos en todas las investigaciones existentes, o un profesional especialista en Historia. Alguien que sea especialista en ello, o bien por titulación, por oposición o por una habilitación profesional exhaustiva. A mí, sinceramente, me repugnaría que cualquier miembro del colectivo (no es un tema personal) que firma la existencia de un cuerpo único, con el apoyo de demasiados sindicatos, impartiera Historia a mi hija. Salvo claro está, que alguno de ellos fuera especialista en la materia.

Hace nada se ha publicado un Real Decreto de especialidades (enlace), en el que se diluye, de forma nada subrepticia, las especialidades en los tres primeros cursos de la ESO. Repito. Se trata del sueño húmedo de algunos docentes de las Facultades de Magisterio y de los que montan los chiringuitos del máster del profesorado. Reducir la especialización del profesorado es solo una fase más para tener alumnado más dócil y apto para ser mangoneado en un determinado modelo social. Es que es algo muy fácil de entender. Si uno sabe menos de lo suyo, se ha formado menos y solo se dedica al cómo en lugar de al qué impartir, vamos a tener un aprendizaje menor por parte del alumnado. Solo puede enseñar alguien que sabe. Dejémonos de chorradas como las de aprender del alumnado. Si alguien da clase de Historia debe saber más Historia que el alumnado al que le da clase. Otra cuestión es que vaya aprendiendo, una vez es especialista en ello, las mejores estrategias para dar clase.

Puedo entender que exista un discurso, muy interesado por determinados personajes, medios e intereses políticos, que quieran diluir al máximo la especialidad de los profesionales que imparten clase. Ya se cargaron a los especialistas de sexto de EGB para reconvertirlos en multiusos en sexto de Primaria. Quieren volver a un modelo en el que, por el simple hecho de saber leer y escribir, uno ya puede dar clase de todo. Y esto no debería permitirse. La especialidad es clave. Es clave que uno tenga formación y conocimientos en lo que va a impartir. Y que tenga muchos. Muchísimos. A más conocimientos, mejor podrá impartir clase a su alumnado.

Por cierto y para aquellos que digáis que hay docentes que no saben dar clase, tan solo os recuerdo que esto (que es en un porcentaje muy bajo de los profesionales que están en las aulas) no mejorará por tener en las aulas, impartiendo Historia, a alguien que se ha sacado un grado de Profesor de Secundaria en el cual, curiosamente, seguro que va a tener solo a pedagogos, titulados en Magisterio que jamás han pisado un aula de Primaria o, simplemente, cuatro amiguetes de otras materias que se creen mejores que un especialista.

Nos están bombardeando a diario, cuestionando la existencia de especialistas para impartir clase. El problema es que el alumnado ve el timo que supone que su profesor de Lengua Castellana imparta Geografía e Historia. También los padres, que saben qué se cuece en los centros educativos y se preocupan (porque pueden) de ciertas cosas que suceden en los mismos. Y ya no digamos la mayoría del profesorado especialista. Enemigos para algunos pero los únicos que, en sus atribuciones profesionales, pueden seguir formando con calidad en Secundaria o Primaria. Un maestro especialista siempre va a ser mejor que uno que no lo es. Un profesor de Secundaria de Geografía e Historia, siempre va a ser el mejor explicando Historia en la ESO y Bachillerato. Por mucho que a algunos no les guste oírlo.

¿Quién quieres que dé clase a tu hija de Historia? ¿Un especialista, un profesor de Tecnología o un pedagogo? Yo, como os he dicho en el post de hoy, lo tengo claro.

Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel). Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. Además, adquiriéndolo ayudáis a mantener este blog.


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