El término magufo, acuñado hace unos añitos ya, consiste en una mezcla entre «mago» y «ufólogo». Esta palabra se refiere a a aquellas personas que propagan o promueven discursos contrarios al pensamiento crítico y a la ciencia.
Un magufo no necesariamente tiene por qué creerse sus propias «magufadas» o discurso. Puede vender ciertas cosas para obtener un beneficio económico o aumentar su ego. Y por ello, como siempre digo, deberíamos detectar los intereses de ciertos personajes y empresas cuando nos quieren vender ciertas cosas.
Realizada la explicación del concepto, voy a intentar responder a la pregunta de por qué tanta gente relacionada con la educación está creyendo en magufadas. En pseudociencias tales como las inteligencias múltiples, los estilos de aprendizaje, el cono de Dale o también, en otras avaladas legislativamente por la LOMLOE, como es el caso del DUA. Las pseudociencias o, simplemente magufadas educativas, están a la orden del día en el ámbito educativo.
Hay evidencia que indica que no existen varias inteligencias. Incluso el propio personaje que acuñó el concepto lo tiene en continua revisión para que no se le escape la pasta de las charlas que da o los libros que vende. Y, a pesar de ello, seguimos viendo numerosas charlas en las que ponentes afirman la existencia de ese concepto. Al igual que, en los últimos tiempos, centros educativos cuya línea pedagógica es el trabajo por «inteligencias múltiples». Familias creyendo en milongas. Alumnado sometido a milongas. Docentes creyendo en temas que no soportan ni un simple estudio en condiciones. Es lo que tiene estar mal formado en magufadas. Mucho hablar de competencia digital y es muchísimo más importante para un docente saber detectar pseudociencias. No solo deberíamos ser capaces de detectarlas. Deberíamos ser capaces de denunciarlas y denunciar a los que sacan pasta con ellas.
Los estilos de aprendizaje, mediante los cuales supuestamente podemos personalizar el aprendizaje, también son otra invención acientífica. Eso sí, algunos los usan para intentar dar respuesta a ficciones educativas varias. Y otros para sustentar chiringuitos como los del DUA. No olvidemos, como he dicho siempre, que es cuestión de seguir la pasta para entender ciertas cosas que pasan en educación. La ciencia dice algo muy diferente a lo que muchos están creyendo. Es que, cómo vas a creer en la ciencia cuando estás avalando, con tu asistencia a determinados eventos, ciertas cosas. ¿Os imagináis una charla de terraplanistas con astrofísicos entre el auditorio? Pues eso, que veis tan imposible, es el pan nuestro de cada día en el ámbito educativo. Gente que sabe escuchando a timadores que les están intentando vender crecepelo educativo. Y así nos va.
Retomo la pregunta. ¿Por qué? ¿Por qué hay personas -y no pocas- que caen en las garras de determinadas cosas? La solución es bastante simple. Al igual que hay personas con una enfermedad incurable que caen en las garras de timadores, que les ofrecen soluciones mágicas a un problema médico sin solución. Por eso cuando hay un desastre natural los centros de culto se llenan. Se basan en la desesperación. Y en el ámbito educativo la desesperación consiste en buscar una solución educativa que funcione para el alumnado.
Los datos y las evidencias indican que hay cosas que no tienen ningún sustento serio en su constructo teórico. El problema es que hay muchas personas, entre ellos docentes, intentando que el alumnado aprenda más y mejor. Para ello, tristemente para ellos, no existe, salvo algunas indicaciones a nivel macro, ninguna magia que les pueda servir para ello. Eso sí, como los timadores han visto un negocio en esa necesidad, van vendiendo conceptos como la neuroeducación que, a pesar de estar en pañales, tiene muy buena acogida por parte de las personas interesadas en educación.
Creer que la Tierra es plana está al mismo nivel que comprar todo el pack de neuroeducación, el DUA, las inteligencias múltiples, la creencia en que según raza o sexo se aprende diferente o cualquier otra de esas magufadas que algunos nos están vendiendo. Sí, está al mismo nivel. El problema es que algunos no lo ven. Y eso es preocupante porque, aunque no os lo creáis, creer en pseudociencia hace que no se avance. Ni en educación ni en cualquier ámbito.
Finalmente, deciros que hoy mi horóscopo dice que «necesitaré una especie de puerto en la tormenta» y que «mi energía astral me llevará a buscarlo».
Si lo del horóscopo os parece una gilipollez, ¿por qué no os tomáis las inteligencias múltiples, el DUA, los estilos de aprendizaje o la neuroeducación como lo que son? Y no son nada más que magufadas educativas. O sea, conceptos faltos de evidencia científica que solo deberían servir para que nos cachondeáramos de ellos.
Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel) o en ese pop-up tan molesto que os sale. Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. 😉
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