Hace unos días ha salido la lista de finalistas al Global Teacher Prize. Un premio que permitió, a uno de los primeros finalistas de nuestro país, conseguir largarse del aula y cobrar más de mil euros por hora de charla magistral impartida, amén de otros emolumentos por vender un porrón de libros. Un premio que, al igual que otros que se otorgan al «mejor» (sic.) profesor de España por una entidad bancaria, tiene a decenas (cientos, más bien) de docentes ávidos por postularse al mismo.

¿Por qué hay tantos compañeros y compañeras que están como locos por presentarse a estas cosas? ¿Por qué hay tantos compañeros y compañeras que, sacando horas infinitas de su vida, intentan conseguir ser recomendados por familias, alumnado y personas de su entorno? ¿Qué mejora tiene para su alumnado o para la educación en su conjunto el postularse para ser el top de la educación, según una empresa armamentística u otra que desahucia diariamente a decenas de familias? Lo sé. Ninguna.

Entonces, ¿por qué sucede lo anterior? Pues porque hay docentes ávidos de ego, o con ganas de sacarse un dinerillo. Hay algunos que necesitan con locura que les digan lo buenos que son. Hay algunos a los que los medios les encandilan y les encanta salir en los mismos. Hay, en definitiva, una necesidad de autopromoción, al igual que hacen esos youtubers que todos conocemos, infinita. Y no pasa nada. No es criticable. Bueno, puede serlo participar en determinadas cosas que patrocinan determinados intereses pero, como siempre digo, todo el mundo es libre de vender su alma. O de vender sus ideas al mejor postor.

Que haya salido un colectivo, con mucha difusión en la prensa, siendo solo cuatro gatos en sus actos presenciales, tiene muy poco que ver con la mejora educativa. Tiene que ver con uno que quiere colocarse y colocar a la pareja en alguna de esas plazas «a dedo» en la Universidad, con otro que tiene que vender su primer libro y finalmente, con un tercero que ya apunta maneras, para largarse del aula. Lo dice él. Y repito, no pasa nada. Pero, por favor, que no nos engañen. Las personas somos libres de hacer ciertas cosas y no pasa absolutamente nada. Lo único que pediría es que fuéramos sinceros.

Yo pido donaciones en cada artículo (la realidad es que no dona ni el Tato). También tengo algunos libros a la venta en una multinacional que, por desgracia, se está cargando las pequeñas librerías. Y he dado clases en una Universidad privada y di hace años un curso para Telefónica. No pasa absolutamente nada. Eso sí, tengo muy claro que lo anterior no beneficia ni a la educación en general, ni a mi alumnado en particular porque, al final, son cuestiones puramente personales, de ego o de, simplemente, querer sacarme un sobresueldo para pagarme determinados caprichos a los que no llego con mi sueldo.

Es muy respetable participar en el Global Teacher Prize. Es muy respetable participar a los premios Abanca. Es muy respetable pedir votos y aplausos en las redes sociales por ser finalista a uno o a otro. Se trata de una decisión personal de cada docente. E, insisto, las decisiones personales nunca pueden ser criticadas. Además, en este caso, se trata de un reconocimiento personal, aunque el mismo implique hacer publicidad a un determinado modelo de empresas.

La gente tiene ansias de notoriedad. Uno no se crea un canal de TikTok para ayudar a su alumnado. Uno no dice «suscribíos» si piensa en lo mejor para el alumnado. Uno no pone en peligro la privacidad de su alumnado si les quiere y les respeta. Joder, que hasta «decir que un alumno de mi clase se ha bajado los pantalones y me ha enseñado el pito», si se tiene en el perfil el centro educativo en el que uno trabaja, es hacer muy fácil saber quién ha sido. Y son cosas que no deberían contarse en las redes. Ni crearse cuentas B para machacar a los que no piensan como uno.

Pero cada cual es libre de hacer lo que le dé la gana. Solo faltaría. Eso sí, como mínimo, permitidme deciros desde aquí (sin querer excluirme de la lapidación), que muchas de las cosas que estáis haciendo, participando en estas cosas, lo hacéis por intereses personales. Reconocerlo no es malo. Es reconocer la realidad de las cosas. Algo que no implica que seáis mejores ni peores profesionales, en caso de dar clase, en vuestras aulas.

Lo más importante del blog es que os paséis por aquí, pero si queréis colaborar en su mantenimiento…


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