Algunos llevan años, aprovechando la falta de tiempo de los docentes y la inmediatez de las redes sociales, para hacerse un hueco en el ideario educativo. Son emperadores y emperatrices, que, desnudos, elaboran un relato maniqueo, para ponerse siempre en el lado bueno de la pedagogía. Todo aderezado, claro está, con pingües beneficios obtenidos de cursos de formación, normalmente pagados con dinero público o de esas instituciones neoliberales de las que, supuestamente, tanto reniegan en su discurso.

Son una parva de iletrados pedagógicos. No leen. No entienden lo que leen. Ni tan solo son capaces de leer, antes de publicar alguna investigación que defienda sus argumentos, lo que dice la misma. Lo sé. Es muy complicado pedir que lea alguien cuyo único discurso es la soflama, el coaching o el pensamiento mágico. Es pedir peras al olmo. Algo que, ya os garantizo yo como ingeniero agrónomo que, a día de hoy, es imposible de conseguir. Salvo, claro está, que lo sueñes o conviertas un boceto en una realidad.

Tenemos un montón de nuevos führers de la inteligencia artificial. Da igual que no sepan nada de algoritmos. Da igual que su formación sea nula en temas de computación. Lo importante es sumarse a la nueva moda. Y, como algunos parece que se comporten igual que la involución de la propia IA (que, según investigaciones, cada vez se está volviendo más tonta), ya tienen su club de adoradores. Es que esto funciona así. No se trata de saber mucho. Se trata de saber venderse muy bien. Es que hasta son capaces de intentar vender que si sumamos seis ovejas de un pastor y dos del otro, obtenemos cinco. Ya, lo sé. He buscado la rima fácil.

¿Quién es el que sabe dar clase en etapas obligatorias? ¿El que ha dado clase o el que toda su vida se la ha pasado diciendo cómo debe darse clase? La fundamentación teórica es siempre necesaria pero, sinceramente, hablar de innovar o revolucionar la educación con postulados del siglo XIX a mí me da muy mal rollo. Especialmente cuando esos postulados se fueron a pique cuando algún iluminado intentó llevarlo a cabo.

Estamos en plena revolución. Se han encendido piras para quemar a los que no piensen como ellos. Hay mucho dinero que cambia de manos y sistemas económicos que deben mantenerse. Son unos infiltrados de manual para intentar torpedear toda mejora educativa. Les han preparado para ello. El problema es que ya asoman demasiado la patita. Ellos y los medios que les apoyan.

Yo solo puedo recomendar desde aquí que, antes de creeros lo que dicen esos personajes, cuyo único discurso es el insulto fácil o las palabras vacías, cuestionadles. Ved qué hay tras ellos. Ved acerca de qué han investigado. Leed sus publicaciones, supuestamente científicas. Ellos basan su poder mediático en que nadie va a cuestionarles su discurso. El problema es que los datos dicen otra cosa. El problema es que las investigaciones dicen otra cosa. El problema es que los que estamos a pie de aula vemos otra cosa. Y esa es la clave.

Las introducción de pantallas a determinadas edades es perjudicial para el alumnado. Especialmente para el más vulnerable. Las creencias o las gilipolleces que dicen algunos, por favor, para esos bares en los que algunos se pasan la vida. En educación nos jugamos mucho. Demasiado para que algunos intoxiquen y mientan con sus boludeces permanentes.

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