Cada 31 de diciembre desde hace varios años, aunque sé que para los que nos dedicamos a la educación nuestro final de año es el 31 de agosto, acostumbro a escribir una lista de planes para el nuevo año. Bueno, la verdad es que no lo hago y, salvo alguna aventurilla enfundándome el rol de pitoniso y comprándome una bola de cristal en uno de los chinos de mi ciudad, tampoco me atrevo a aventurar qué me va a traer el nuevo año. Ni que nos va a traer, ni profesional ni personalmente. Si ya no sé ni qué me va a traer a mí, imaginaos las posibilidades de acertar con los que me leéis. Entre cero y ninguna.

Pero bueno, permitidme hoy hablar de esos planes grandilocuentes que cambiarán nuestras vidas para siempre. Esos planes que, seguramente más de uno os habréis hecho y que, salvo que seáis superhéroes, son imposibles de cumplir.

Os cuento un secreto. Hacer planes para el nuevo año es como tratar de hacer que te crezca el pelo, en cabezas despobladas, sin ir a Turquía o a una de esas clínicas made in Spain en las que te lo ponen. Pero bueno, no os voy a desanimar y voy a desglosar algunos de los propósitos más clásicos para el 2025. Acompañadme si gustáis…

El primer propósito es perder peso y ponerse en forma. Claro que sí. La orondez se cura con un maravilloso propósito y con una suscripción al gimnasio que visitarás dos veces antes de, curiosamente, recordar que Netflix y el sofá son más cómodos que una bicicleta estática que permite mirar a la calle. ¿Nadie os habéis planteado qué necesidad tienen los gimnasios de que puedan verse desde el exterior? Lo sé. Nunca he entendido que los gimnasios y las peluquerías permitan ver desde el exterior lo que se está haciendo dentro. Y ya no digamos entender a aquellos que se dedican en grupo a hacer flexiones en la calle.

Como ya sabéis, otro de los propósitos de siempre es aprender un nuevo idioma. Quién no se descarga Duolingo y se pasa jugando con él cinco minutos al día. Todos los que prueban Duolingo saben decir «hola» y «dónde está el baño» en japonés. Algo que, como todos sabéis, es especialmente útil. A ver si no.

¿Y el dinero? Siempre es el momento de ahorrar dinero y gestionar mejor las finanzas de uno. El problema es que, como siempre sucede, el presupuesto personal es algo tan flexible y elástico que da miedo. Especialmente si a uno le gusta, simplemente, vivir. Y ya digo simplemente. Salvo, claro está, que unas este propósito con el de ser un influencer para petarlo, o bien haciendo de gurú de algo que os suena o, simplemente, haciendo estafas piramidales como esos que venden mentorías para que puedas vender mentorías.

También están aquellos que piensan que una noche como hoy es la que te vas a prometer ser una mejor persona. El problema es que si tienes que decidirlo un día como hoy vas equivocado ya que, por desgracia para ti, lo de ser mejor persona es algo que va haciéndose con los años. Y ya si eres un poco machucho es muy complicado que cambies. Salvo, claro está, que te conviertas en un asesino en serie por la noche y durante el día solo muestres lo maravilloso que eres. Lo sé. Veo demasiadas series que no debería ver.

Lo de viajar más y leer más libros son dos de las cosas que también se dice uno que va a hacer. Si el tiempo va a ser el mismo y el dinero, salvo que lo hayas petado con alguna startup, también, lo único que puede mejorar es lo segundo y con moderación. Leer es barato. Existen las bibliotecas y pueden comprarse libros tirados de precio en un mercadillo de segunda mano. Lo de viajar… salvo que estés jubilado y puedas acudir a los ofertones del IMSERSO lo vas a tener chungo.

El top de los propósitos es el ser más organizado. En lugar de no saber dónde está la llave del coche o el lugar en que lo has dejado, vas a conseguir no saberlo igual. La organización, por muchos vídeos de Marie Kondo que te chupes en YouTube, no va a mejorar. Ni tampoco el saber planchar camisas. Hay arrugas que ya os digo yo que son imposibles de eliminar. Al menos para mí. Hay otras personas que sí saben planchar camisas. Lo sé. Parece imposible pero las he visto planchar y no dejar una sola arruga.

La cocina es otro de esos temas en los que, después del libro de cocina de Arguiñano que te ha traído el tipo gordo de rojo o te van a traer los de los camellos (¿serán camellos o dromedarios?) vas a ser un inútil igual que lo eras antes. ¿Qué puede salir mal al intentar cocinar delicatesen con habilidades que apenas superan el nivel de abrir, con suerte, una lata de atún? Los bomberos seguro que aprecian tus esfuerzos para aprender nuevas recetas.

La desconexión del móvil es otra de esas cosa que te planteas pero que, como bien sabes, no vas a cumplir. Menos todavía en días en los que tienes notificaciones a petar de WhatsApps de personas con las que llevas sin hablar la friolera de 365 días (cuando te enviaron la última felicitación «reenviada»), un montón de chorradas publicadas en X o revisar las últimas tendencias que te muestra un algoritmo personalizado en TikTok.

Y, finalmente, el propósito de encontrar el amor para aquellos que no lo tengan y que todavía crean en el príncipe de Beckelar o Frozen. Una cuenta en cada aplicación de citas disponible no te lo garantiza. Eso sí, seguramente poniendo la cuenta pro y destinando parte de tu sueldo mensual a ello, seguro que lo consigues. No es por desanimar. Seguro que puedes.

Ahora, hablemos de planes serios. El único plan que funciona es no tener planes. Así que este año, mi único plan es no hacer planes. Bueno, eso y tratar de mantenerme sano, porque me juego mucho con ello. Y por supuesto, seguir haciendo lo mejor posible en mi trabajo y ser, como siempre he intentado ser, una buena persona.

Así que, amigos, cuando os encontréis escribiendo esos gloriosos propósitos para el 2025… la verdadera felicidad está en no tener expectativas imposibles. Toma cada día como venga, riéte de tus fallos y, sobre todo, no te tomes demasiado en serio. Porque si algo nos enseñan estos propósitos de Año Nuevo es que la vida está llena de sorpresas, y no todas pueden planificarse.

¡Feliz 2025! Que vuestros planes (o la falta de ellos) os lleven a donde realmente queráis estar.


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