Nunca me lo hubiera imaginado. Jamás, ni en mis períodos máximos de divagación mental, se me hubiera podido ocurrir que nadie se creyera lo que he publicado esta mañana acerca de «la prohibición del ABP de las aulas madrileñas, debido a una enmienda de VOX«. Menos todavía poniendo un enlace en el artículo que lleva a la noticia de ayer, en la que un partido de «izquierdas» ha hecho una enmienda para eliminar los exámenes memorísticos en Baleares. Otra noticia que tampoco se puede contrastar y más de uno la hemos dado por buena. Imaginaos si estamos mal. Imaginaos la falta de contrastar noticias de muchos que se quedan (o nos quedamos) con titulares interesados o que nos interesan. Es que, de verdad, esto es algo preocupante. Especialmente cuando esta falta de comprensión se da entre docentes. Los que, supuestamente, debemos enseñar al alumnado a filtrar fake news y que tengan un ojo abierto ante cualquier información que nos llegue.

No me vale la excusa de que «con VOX cualquier cosa es esperable». Tampoco me sirve decir es que, «como parece tan bien hilvanado el post, me lo he tragado a pies juntillas». Joder, que hasta le he puesto la etiqueta de fake. Qué más debo hacer para que no tenga que escribir un artículo como el que estoy escribiendo. No puede ser que personas ya machuchas, con un nivel cultural determinado (que se supone), caigamos un día sí y al otro también ante ciertas cosas que nos intentan colar unos y otros. No puede ser que nos quedemos con una noticia de un determinado medio sin contrastarla. No puede ser que, incluso que veamos que algo es totalmente imposible, lo hagamos posible porque creamos en la persona que lo escribe.

Mi intención al escribir el artículo era una crítica nada velada a la imposición de praxis o pedagogías en el aula. A la necesidad de no prohibir salvo cuestiones que las evidencias que tenemos indiquen que son contraproducentes para el aprendizaje del alumnado. A plantearnos que no hay métodos únicos y que en las aulas pueden funcionar unas cosas u otras. A veces no funciona ninguna. También pasa. Pero, sinceramente, creo que lo del post de esta mañana se me ha ido de las manos.

Si esto fuera parte de un estudio sociológico, dejaría en muy mal lugar la capacidad de comprensión y el juicio crítico acerca de los inputs que nos llegan. Pero lo que me preocupa, vuelvo a repetirlo, es que haya alguien que se lo haga tragado. Bueno, hay gente que se traga que pagamos menos de luz ahora que en 2018, que los discos duros se destruyen a martillazos accidentalmente o que J.Martí, el que escribe este blog, no es Jordi Martí. Y ya no entro en temas educativos porque, viendo la gran cantidad de docentes que creen en inteligencias múltiples, estilos de aprendizaje o en que leer menos o de menor calidad hace mejores lectores, eso ya hace tiempo que ha dejado de preocuparme.

Hoy estoy triste por dos motivos: por la cantidad de personas que se han tragado la noticia y por no poder comer paella. Y lo triste es que lo segundo me esté preocupando bastante más.


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