Nacen, crecen, se reproducen y… no mueren

No hay manera. Uno creía que, después del boom de Ken Robinson (ahora, tristemente, fallecido) con el que nació el fenómeno gurú educativo, el crecimiento del modelo piramidal sectario y de disminuidas inteligencias múltiples, después de la reproducción y el nacimiento por cesárea de tipos con chupa de cuero, cuyo gran mérito educativo fue tocar un cajón flamenco en uno de sus escasos años de aula, ya se habría esfumado el boom del asunto. Claro está que contábamos con la posibilidad de recaídas mediante determinados premios a la estulticia y a la hemorroide más sangrante pero, lo que jamás nos podíamos imaginar es que, en pleno enero pandémico de 2021, aún no se hubiera extinguido el fenómeno gurú. Además, un fenómeno plagado siempre de machirulos en una profesión que, curiosamente, está plagada de grandísimas profesionales.

No lo entiendo. Mucha publicidad de productos que, supuestamente deben acabar con ciertas plagas y, al final, igual que sucede con las hormigas del apartamento que, algunos con suerte tienen en Torrevieja, no hay manera de que dejen de reproducirse. Ni de inundarnos con publicidad barata acerca de sus educonsejos siempre desde una distancia prudencial de las trincheras. Más aún con el tema del COVID. Lo importante es aconsejar desde las líneas de un papel cuché, las redes sociales, webinars varios o, simplemente, detrás de una cámara. Ni Nacho Vidal fue capaz de despertar tanta admiración entre el colectivo docente. Es que, ya no es solo triste que sigan reproduciéndose los gurús. Lo triste es que algunos prefieren diseñar un ABP, montar un vídeo flippante o, simplemente leer a tipos como Coelho mientras disfrutan de su café en una taza de esas misterwonderfulianas, a echar un polvo o practicar el onanismo más salvaje. Algunos están muy mal. Y peor van a acabar después de tantas medidas de arresto domiciliario, bilis continua o, simplemente, ejercer la función de las viejas del visillo.

Me da la sensación que, lamentablemente antes nos van a invadir los Ganimedianos (dicen que se han recibido comunicación de ahí; algo que ya anticipaba Carlos Jesús) que producirse la extinción de los gurús. Son más resistentes que los putos dinosaurios. Y se escurren como anguilas cuando ven peligrar su chiringuito. Un chiringuito que, al igual que el sueldo de los que están gestionando, entre mal y peor esta crisis sanitaria, les están pagando en ocasiones con dinero público.

Desde el momento en el que hay más gente que considera válido lo que dicen determinados personajes que lo que, con muchísimo esfuerzo, hacen cientos de miles, tenemos un problema. Y ya cuando ves que alguno de esos que, con esfuerzos denodados, se enfrentan a determinadas tareas educativas a diario, acaban publicando una foto en Instagram con el libro que ha escrito alguno de esos gurús, uno ya lo único que pide es la extinción en masa. Bueno, tampoco es cuestión de ser radicales. Además, por desgracia todos sabemos que, en caso de extinción no sobreviven los más fuertes. Sobreviven los que han vendido que son los más fuertes.

Los gurús educativos nacen, crecen, se reproducen… y no mueren. ¡Hay que joderse!

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