Entiendo la necesidad de algunos de mantener enroques en sus posiciones educativas. Entiendo que, quizás, para algunos sea lo más importante hablar de metodologías, herramientas o incluso pedagogía teórica. También entiendo que, por motivos varios, uno deba defender o cuestionar hasta la muerte las leyes que aprueban los suyos. Incluso que, curiosamente, hayan criticado los mismos puntos en leyes anteriores que habían redactado los otros. Es que lo entiendo. Entiendo esos minutos de gloria. Esas asociaciones educativas que lo son todo menos educativas. Incluso puedo llegar a comprender que alguien tenga temas tabúes porque le va el pan (o el dinero extra) en ello.

Pero más allá de lo anterior, de los debates airados en las redes y en los medios, hay cuestiones que son infinitamente más importantes que lo anterior. Mucho más importantes que llamar rojipardos, profesaurios, pedabobos o, simplemente, decir que alguien es algo con independencia de conocer su tarea profesional. Es que en las redes nos la pueden jugar. Especialmente cuando el debate no tiene nada que ver con temas clave. Bueno, que son clave para mí.

Para mí es muy importante hablar de inversión educativa. De la necesidad de ampliarla, mejorar la gestión de los dineros públicos y evaluar el sistema. He dicho evaluar el sistema de forma global. No he dicho evaluar a solo una parte del mismo. Ni tampoco he hablado de quién y cómo debe hacerse la evaluación. Eso requiere un buen diseño por parte de personas capaces. Y personas capaces no son las que tienen más seguidores en las redes sociales ni aparecen más en los medios. Tampoco las que gestionan y dirigen determinadas administraciones educativas.

Las ratios también son clave. Son las ratios la clave más allá de la codocencia, los ámbitos, el número de materias o, simplemente, las estrategias para abordar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Primero vayamos a lo grueso. Después ya hablaremos de los detalles. Primero vamos a asegurar la estructura del sistema educativo. Como en una vivienda. La clave es que tenga buenos cimientos, buenas paredes y un techado por el que no se cuele el agua cuando llueve. Por cierto, ratio para mí es el número de alumnado que tiene en un aula un solo docente. No divisiones raras de tres docentes para sesenta alumnos. Tener setenta alumnos en un aula es una barbaridad. Tengas tres o veinte docentes.

A pesar de que algunos vendan que los docentes somos superhéroes y sabemos hacer de todo, hay profesionales en determinados ámbitos que nos dan mil vueltas. Por eso necesitamos profesionales externos a lo puramente educativo. Para atender a un alumno que se encuentra mal necesitamos personal de enfermería. También necesitamos tener por cada centro educativo un técnico de informática, psicólogos clínicos y personal de mantenimiento. Estoy hablando de personal que forme, al igual que el resto del PAS (conserjes, administrativos y personal de limpieza) parte del centro educativo. También deberíamos articular la posibilidad de que se hicieran reuniones extendidas, más allá de los Claustros, en las que también participara ese personal. Yo sí quiero que docentes, PAS y resto de personal tengamos reuniones periódicas para hablar de nuestras necesidades y coordinarnos mejor entre todos. Son parte del centro educativo. Y muy importante.

La administración educativa, una vez delimitado su alcance ideológico (hay partidos que, democráticamente ganan unas elecciones y eso, supuestamente, valida su ideología en ciertas cuestiones clave: educación, sanidad, etc.) debe apostar por criterios técnicos. El debate más importante en educación debería ser técnico. Sustituir debates técnicos por debates ideológicos es algo muy poco interesante para el alumnado. Y ya no digamos para el profesorado. Entiendo de nuevo que haya personas que solo quieran el debate ideológico. Es mucho más fácil y, como bien sabéis los que leéis ciertas noticias sobre educación, enardece más los corazones. Lo mejor, siempre para no solucionar las cosas, es buscar enemigos.

Mejor y mayor inversión, ratios, personal externo y criterios técnicos. Creo que con lo anterior ya estaría en las cosas macro que defiendo.

Lo demás ya entraría en un tema un poco más fangoso, porque yo puedo decir que no quiero injerencia de organizaciones externas, y puede haber docentes que quieran que los centros educativos los gestione la Fundación Bofill. Puedo estar a favor de la democracia en los centros educativos y haber docentes que estén a favor de la elección a dedo de los docentes por parte de dirección. Siempre, claro está, que ellos sean los elegidos. Cuando no les confirman en su plaza en Cataluña (que es donde se aplica en un 80% de las plazas que no tienen ocupadas por funcionarios con plaza definitiva) entonces, curiosamente, los que defienden esa dedocracia, dejan de defenderla. Pero bueno, ya he dicho que es un tema secundario. Bueno, secundario no porque, viendo todos los estudios, esa discrecionalidad ha reducido las competencias del alumnado en Cataluña. Y uno sabe relacionar cosas. Salvo, claro está, que no quiera hacerlo. Nada, ya he disertado demasiado sobre el tema.

Por cierto, cuando lo básico esté solucionado, si queréis hablamos de la mejora de la formación del profesorado, de la integración e inclusión en condiciones (no se puede incluir sin integrar previamente), de las metodologías, de lo que dicen las investigaciones educativas o de cómo podemos seleccionar y mejorar, tanto los procesos de oposición como la carrera profesional docente. Cuestiones muy importantes pero que, en un debate educativo, deberían ir después de las que he marcado en negrita en este texto.

En un debate educativo tengo claro qué voy a defender. Otro tema es que, por experiencia de aula (personal e intransferible), vaya dando bandazos en muchas otras cosas. Doy bandazos porque, a diferencia de otros, veo muchos matices en muchas cosas. Y, aunque a veces sea muy cínico e irónico con determinados posicionamientos, debo reconocer que puedo estar equivocado. Cosa que algunos, por desgracia, no ven porque se han enrocado en su torre, rodeada con sus soldados sin criterio propio, a la que no dejan entrar un Galileo cualquiera.

Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel) o en ese pop-up tan molesto que os sale. Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. 😉


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