En docencia hay mucho experto en todo para lo que no se ha formado. Desde maestros que pretenden saber más de Informática que un ingeniero informático, que lleva décadas dando clase en ciclos formativos a los futuros profesionales del ramo, hasta profesorado de Tecnología que piensa que sabe más que el uso de los rincones del aula de Infantil que un maestro de esa etapa, que lleva más de veinte años a cuestas implantando lo anterior en sus aulas.

No lo entiendo. La verdad es que no entiendo tanto desprecio por el especialista en docencia. No me cabe en la cabeza que haya profesionales del ramo que, arrogándose virtudes sobrehumanas, consideren que saben más que alguien que se ha formado toda la vida en ciertas cosas. Es como con los ámbitos en la ESO. No me cabe en la cabeza que alguien titulado en Filología y profesor de, pongamos Castellano, pueda decir que sabe, por ejemplo más de Geografía e Historia, que un titulado en alguna de las especialidades que permiten dar docencia de esa asignatura. De verdad que no me cabe en la cabeza.

Claro que podemos aprender didáctica o maneras de trabajar de profesionales de otras asignaturas y etapas. Claro que el trabajo interniveles o colaborativo entre diferentes asignaturas, cursos e, incluso entre etapas educativas, es enriquecedor para el aula pero, de ahí a pensar que todos podemos hacer de todo porque, por lo visto, nos hemos autoformado en un cursillo de 20 horas o disponemos de un libro de texto al lado, es totalmente falso.

Ahora se va a empezar (o se ha empezado ya en algunas Comunidades) con el tema de la competencia digital. Otro melón a abrir, que van a impartir, o bien los amigos de los que gestionan los centros de formación del profesorado, o bien los amigos de los jefes de ellos, o bien alguna empresa amiga. Es que solo hace falta seguir el hilo de ciertas cosas. Y, como siempre sucede, ¿quién va a ser el que va a formar? ¿Los informáticos que llevan décadas dando clase impartiendo informática a su alumnado? ¿El profesor de Historia que se ha hecho una página web para publicar sus materiales en red? O aquel que usó Jclic en su momento y que no se sabe muy bien cómo llegó en su momento a ser uno de los «expertos» que están contratando para dar cursos de todo (desde temas informáticos, pasando por ABP hasta neuroeducación).

Lo siento. Comparar al que hace sus pinitos con el que se ha formado en ciertas cosas es un sinsentido. Yo no veo a un maestro explicándome programación. Que programación no es hacer las cuatro fichas de Scratch, que es en lo que consiste el 90% de la formación ofertada por las administraciones educativas. Ni hacer una app con App Inventor. Lo puedo, si queréis, trasladar a los que forman en neuroeducación cuando en su vida han estudiado biología, psicología o medicina. Y ahí están. Dando cursos de eso cuando no saben interpretar un TAC. Y así nos va.

Yo prefiero, volviendo al título del post, que me coloque un marcapasos un médico antes que un enfermero. También prefiero que me saque sangre un enfermero antes que un médico. Cada uno es especialista y experto en lo suyo. Como supongo que es la mayoría de los casos de los que me estáis leyendo. Entonces, ¿por qué en el ámbito educativo es tan difícil entenderlo?

No me hagáis mucho caso. Seguro que yo explico mejor cómo trabajar con alumnado de Infantil y Primaria que un maestro. Y seguro que ese maestro explica mejor cómo impartir Matemáticas en segundo de Bachillerato. Seguro que sí porque, al final, todo lo que he escrito hoy tiene un enorme sesgo clasista. Y todos preferís a los que se autodenominan expertos, solo por el hecho de tener un título de la Tanned Balls University, que a los que lo son.

Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel). Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. Además, adquiriéndolo ayudáis a mantener este blog.


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