Hoy he borrado, creo que por primera vez, tres tuits. Además me he autocensurado por dos veces un artículo. Bueno, más bien me he autocensurado dos porque, siendo sinceros después de releerlos, aunque trataran del mismo tema, lo hacían con dos enfoques diferentes. Y me preocupa.
Me preocupa haberme autocensurado pero, una vez realizado lo anterior, me he preguntado qué es lo que ganaba con publicar lo anterior. ¿Qué interés tiene una intervención mía en un Claustro totalmente descontextualizada? ¿Qué sentido tiene ponerme a hablar de cosas que, salvo los que las vivimos, no tiene una mayor relevancia? Porque, vamos a ser sinceros, si los principales afectados son incapaces de mover un solo dedo ni levantar la voz más de la cuenta, ¿qué pinta alguien como yo, con plaza definitiva y dinosaurio en proceso, en meterme en ciertos berenjenales? Como me ha dicho alguien hoy, que cada perro se lama su pijo. Y, en verdad, haré caso de la gente que me quiere.
Me siento más tranquilo al haber borrado los tuits y haber guardado en el baúl, de esos que he tirado la llave, esos dos artículos, muy duros, muy personales y, por desgracia, muy poco productivos. No aporta nada el enfadarse. No aporta nada el cabreo puntual. Además, vamos a ser sinceros, en el ámbito educativo nadie se moja. Bueno, aquí no se moja nadie. Y si alguien lo hace es porque, o bien le afecta personalmente o, simplemente todavía es joven y cree en ciertas cosas. Algunos somos ya machuchos y no escarmentamos. Bueno, al menos sabemos realizar una retirada a tiempo. Y mi autocensura es una retirada a tiempo.
Tengo suficiente con mi trabajo de aula, junto con el extra que conlleva ese cargo oficioso que tengo, para no tener ganas de preocuparme por nada. Si los que tienen que moverse no se mueven, por qué lo voy a hacer yo. Estoy muy mayor. Cada uno que luche sus propias batallas. Han venido a por muchos y quedan muchos más para llevarse antes de que lleguen a mí. Claro que no quedará nadie para defenderme pero, por suerte, espero ya estar fuera del juego en ese momento. Y no, no estoy hablando solo de cuestiones profesionales. Ni tampoco estoy hablando de temas personales. Estoy hablando de todo.
Estoy feliz de haberme autocensurado hoy. No es que todo me importe una mierda, pero voy a decidir qué batallas librar y dónde. Y hay cosas que no valen la pena. Lo importante es no perder ni una hora de sueño. Lo importante es poder tomar un café con personas que aprecias. Al final eso es lo que nos llevamos.
La vida es muy corta y, en ocasiones, toca abandonar determinadas posiciones. Así pues, lo que toca donde toca. Y donde toca no es en este blog ni en las redes sociales. Además, ¿quién dice que tenga razón? Pues quizás no la tenga y reflexionar sobre eso es lo importante.
Hoy creo que he hecho bien. Veremos mañana…
Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel). Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. Además, adquiriéndolo ayudáis a mantener este blog.
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