Para mí, de las paellas que he comido a lo largo de mi vida, las dos mejores son la de mi suegra y la de un restaurante del Palmar. Sí, he probado en muchos sitios y debo confesaros que, al menos a nivel personal, la mejor de las que he degustado (y que puedo degustar, por suerte, casi cada domingo) es la de la madre de mi mujer.
¿Por qué es la mejor paella? Porque es la que se hace pensando en los veinte comensales que, habitualmente pueblan el bajo, los domingos. Porque se eligen los ingredientes, de mejor calidad, que más gustan a los que vamos a comer. Porque, en definitiva, a lo largo del tiempo se ha ido adaptando a los gustos de todos los que nos sentamos a la misma mesa.
¿Qué tiene que ver lo anterior con la educación? Mucho. Tiene que ver con la necesidad de disponer de los mejores ingredientes para realizar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Tiene que ver con la adaptación al alumnado. Tiene que ver con las estrategias y la práctica que ha permitido que, la cocinera o el docente en nuestro ámbito, sea cada vez mejor haciendo paellas.
Claro que en ocasiones la paella sale mal. Claro que hay días en que alguno de los comensales se ha ido de copas la noche antes y está más pendiente de ir a potar que de comer. Claro que hay ingredientes que no son lo buenos que deberían ser. Claro que puede haber algún momento en que el gas se acabe a media cocción. Son cosas que, por cierto, también suceden en el aula. Pero, al igual que en el aula, uno aprende a hacer la paella viendo como otros la hacían, adaptándola a su manera de hacerla y pensando en las cantidades o lo que nos gusta a los que vamos a disfrutarla.
Mirar vídeos en YouTube no te enseña a hacer buenas paellas. Te enseña a hacer arroz con cosas. Para aprender bien algo, uno debe tener al más experto en elaboración de paellas. Al que las hace, al que las come y al que, en definitiva, sabe cómo darle el punto justo de sal y de cocción. Y, claro está, disponer de los mejores recursos y un número de comensales adecuado porque, ya os digo yo que una paella para ocho sale mejor que la paella para veinte o, la de cuarenta que ha hecho en alguna ocasión mi suegra.
Podemos debatir acerca de si la paella de mi suegra es la mejor o no. Pero lo que no podemos discutir es que, para que una paella esté buena, no deba darse todo lo que he comentado en este post.
Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel) o en ese pop-up tan molesto que os sale. Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. 😉
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