Hay personajes que no deberían dar lecciones de nada

En los últimos tiempos, un grupo de meapilas pedabóbicos, están dando la tabarra acerca de cómo deben hacerse las cosas desde su óptica divina. Mucho larala y poco lerele porque, curiosamente, o son personajillos que dan clase en púlpitos universitarios, o están libres de docencia en esas etapas complicadas porque, como miembros de equipos directivos, han cogido la reducción horaria para ellos y sus familias. O sea, que no dan clase.

Es que entre ellos y su grupúsculo de abrazafarolas vamos bien surtidos de personajes histriónicos. Siempre, claro está, desde sus altares plagados de ínfulas pedagógicas. Joder, si hay algunos de los que había un mapa elaborado por su alumnado para saber qué charla estaba dando en sus horas de clase. Y que, con suerte, enviaba al becario. Sin obviar, claro está, su aparición estelar en pasquines de profesorado con las manos muy largas. Es que hay demasiado personajillo al que hacemos caso en demasiados ámbitos, también en el educativo, que son la peor referencia posible de todo lo que intentan vendernos.

En cualquier otro ámbito profesional serían un grupo de pintamonas sin mayor interés. El problema es que, debe ser que en educación hay mucho trabajo en las aulas y solo algunos que quieran ir de vedetes del asunto, por lo que estamos promocionando a esos faranduleros, curiosamente hombres (mucho decir lo de potenciar a las mujeres en educación y todos esos con bulto entre las piernas). Y repito, son unos simples pelagatos del asunto. Ni leen las investigaciones que, supuestamente, validan sus opiniones porque, si las leyeran verían que dicen lo contrario de lo que ellos quieren que digan. Son así. No se puede aspirar a más. Unos cagabandurrias de manual, incapaces de bajar de sus altares para irse a ese barro educativo en el que se mueve el objetivo básico de la educación: el alumnado. Alumnado. No familias ni profesorado. Eso sí, mejor trabajar bien con los compañeros que quedar bien cara a las familias. Sin forzar, claro está, ningún desacuerdo con ellas porque, al final, esto de la educación real es cosas de tres patas. La del alumnado (la más gruesa), la del profesorado (situada estratégicamente) y la de las familias que hace que, ese taburete, pueda estar mucho más estable.

Las chanclas hacen plas, plas cuando estamos con los pies sudados o salimos de la playa. Un sonido muy molesto. Al igual que el runrún interesado de esos bocachanclas y de los que defienden ciertos pensamientos paranormales. A ver, que yo entiendo que los americanos deban esconder el desastre ambiental de Ohio inventándose OVNIS. Pero los OVNIS molan. Mucho más que ciertos discursos que se publican últimamente firmados por determinados señoros que, sin ningún tipo de habilidades en redactar nada, publican panfletos que, si se analizan bien, podrían ser producto de esa clase de primero de la ESO plagada de alumnado que acaba de entrar en el sistema educativo por primera vez. Los que dais clase ya me entendéis. Y no, no estoy cuestionando precisamente a ese alumnado.

No hay peor mentira que una verdad a medias. O una estadística manipulada. Los cantamañanas y vendehúmos (el otro día me enteré de que iba con tilde para forzar un hiato) solo existen porque existe el zampabollos docente. O las familias que, con toda la buena fe, creen en ciertas cosas que les están vendiendo. Lo segundo es disculpable. Lo primero, al menos a mí, me preocupa. Me preocupa que haya profesorado, supuestamente culto y formado, que se trague cosas que no se sujetan ni con cuarenta clips. Ni con cien barritas de silicona de esas que tenemos en los talleres de Tecnología. Por cierto, ¿sabéis cuántos de esos mascachapas, que están vendiendo “lo último”, han dado clase en etapas obligatorias antes de la extinción de los dinosaurios? Yes, you know.

No sé si me da más pena el pedabobo (no confundir con experto en pedagogía) profesional que el lameculos. Bueno, el primero no me da ninguna pena. Sabe que está vendiendo mierda y disfruta haciéndolo. El segundo es el que compra chapados a precio de oro. Lameculos que, curiosamente y por creencia en los primeros, acaba convirtiéndose en un picaflor nato. Cosa que sale, cosa que compra. DUA con el que trincan algunos, DUA que compra. Eso sí, comprado a un tuercebotas que no ha hecho nunca nada positivo en un aula y que, si al final acaba aplicando el sentido común, ve que eso que ha comprado, normalmente con tiempo de su vida, es algo totalmente inservible. Eso de los chinos que parece bonito, que nadie sabe para que sirve y acaba, como la mayoría de los gatos que se compran, arrinconado en algún espacio lóbrego.

Estos asaltacunas del sistema educativo me dan mucho asco. El problema es que, al menos a mí, me preocupa que alguien de los que manda les haga casito porque, por mucho que ellos sean unos profesionales de mierda, que la vendan a toneladas, mientras la misma no me salpique y no se pague con dinero público, al menos a mí no me preocupa. Bueno, me preocupa por los sujetavelas que les acompañan y por los pichafloja que, por necesidades del guion, compran ciertas cosas. Bueno, más bien por el alumnado. No se merece tener a estos creadores de opinión y discurso como referentes de algunos de sus docentes.

Un post dedicado con todo el cariño del mundo a esos personajes que, antes de dar lecciones, deberían mirarse el ombligo. KANPORA. Repito, por si no me habéis entendido…

Crux sancta sit mihi lux

non draco sit mihi dux

vade retro pedabobo

numquam suade mihi vana

sunt mala quae libas

ipse venena bibas

Por cierto, si me he equivocado trascribiendo esto me lo comentáis. Algo que sabéis hacer muy bien algunas de mis compañeras especialistas en el asunto.

Os dejo por hoy. Seguimos en las redes sociales de forma intermitente (es finde) y os emplazo a que en el artículo de hoy detectéis algo muy concreto. A ver si sabéis decirme de qué se trata. Como comentario o interactuando conmigo en Twitter o Facebook. No es difícil de ver.

Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel) o en ese pop-up tan molesto que os sale. Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. 😉

0
Shares

 

Publicaciones Similares

4 comentarios

  1. Señor Jordi. Si no explica mejor las cosas voy a dejar de leer su blog, porque no entiendo nada de nada. Ud. sabrá de quien y de qué escribe, pero sus lectores no lo sabemos. Siempre parece enfadado y frustrado, criticando a no se sabe quién. Quizá debería explicitar más sus criticas para que sus admiradores podamos entenderlas. De momento, lo siento mucho, pero no entiendo nada: parece que escribe para cuatro interesados.

    Saludos.

    1. Siento no poder hacer una adaptación curricular de todos mis artículos. No llego. Además, los hobbies de uno son los que son, aunque se agradezca que a uno lo lean. Un saludo.

Deja un comentario