Anteayer leí de nuevo una investigación que hablaba de que, en caso de las investigaciones científicas, cerca de un 70% de la bibliografía que aparece en las mismas nunca ha sido leída por los autores de las mismas. Entiendo que lo anterior podamos trasladarlo a las investigaciones educativas ya que, en este caso, la situación debe ser pareja.

En primer lugar y antes de abordar el asunto os pido disculpas por no poderos enlazar en este post ni las primeras publicaciones que leí que hablan de esto, ni la última. Y eso que esta última he intentado buscarla porque pensaba que la había guardado en favoritos. Pues va a ser que no. Ya si eso me creéis. Y si no, como siempre digo, refutáis lo que os digo. Ya que, al menos para mí, lo de decir las cosas sin aportar nada es, simplemente, ganas de decir cosas.

Pero bueno, supongamos que me creéis y que existen esas investigaciones. Investigaciones que vienen a decir, no que una investigación de laboratorio o de ámbito experimental sea mala. Simplemente viene a decir que, en ocasiones, algunos fundamentan para dar validez a sus resultados la existencia de evidencias que jamás se han leído. Y eso es un problema. Pero bueno, qué se puede aspirar de la necesidad de publicar a peso papers en todos los ámbitos académicos para conseguir «tener una plaza en la Universidad». Sí, seguro que los que estáis ahí o habéis estado ahí sabéis a qué me estoy refiriendo.

No hay problema ninguno en que personas se inventen bibliografía por encima de sus posibilidades. Ni tampoco que no se la hayan leído. Es que, estoy convencido de que alguien saca una investigación sobre educación, con una bibliografía abultada, incluyendo artículos o libros que no existen y nadie lo revisa. El poder de la inmediatez. Joder, que casi nadie se lee las investigaciones salvo por las conclusiones de las mismas. Bueno, ni los tribunales de las tesis doctorales (reconocido por más de uno en privado), leen lo que están evaluando. Hacen, como me han confesado algunos, una lectura de ciertas partes para poder hacer alguna pregunta al que la presenta. Y así nos va.

Lo de inventarse bibliografía está al mismo nivel que el de inventarse evidencias. Hay una parva de personajes en las redes sociales publicando cosas sobre educación que, curiosamente, ni están fundamentadas y, en muchos casos, la propia investigación que dice que defiende A, lo que está haciendo es refutar A. Pero como casi nadie se lo va a leer y tan solo, si es de los «amiguetes», lo va a compartir o retuitear, no pasa nada. Y la bola se va haciendo cada vez más grande.

Hay buena investigación educativa pero, al igual que quienes escriben cinco o seis libros al año o dan tropocientas charlas sobre educación, la lógica es que no tenga mucho valor lo que estén haciendo. Hay cosas que necesitan su tiempo. Y hacer las cosas bien, aunque algunos no os lo creáis, necesita su trabajo.

Yo intento leerme toda la bibliografía que me interesa de mi ámbito laboral. Claro que no voy a leer determinada bazofia, basada en encuestas a alumnado, profesorado o, simplemente, acopio de planteamientos pedagógicos muy chuscos que algunos intentan hacer colar como investigación. Mi tiempo es muy valioso. Y leer cosas, basadas en bibliografía que sé que algunos no han leído o que, curiosamente, acaba diciendo lo contrario de lo que dice «el que lo vende o usa como comodín de verdad», lo único que hace es que acabe desterrando a esa persona al estatus de palanganero. Bueno, pobres palanganeros. No se merecen la comparación.

Nada. Un artículo para deciros que contrastéis qué os dicen y pongáis siempre en barbecho esas listas de cientos de artículos que, supuestamente ha leído alguien que publica tres investigaciones al mes. Y de esos hay muchos. Especialmente en un ámbito en el que parece que cuela todo, como es el educativo porque, no olvidemos que la justificación inverosímil que dan algunos para afirmar ciertas cosas es de traca.

Va, ya queda poco para el mejor momento de la semana. El del último timbre que indica que habéis acabado vuestra jornada laboral.

Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel) o en ese pop-up tan molesto que os sale. Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. 😉


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