Llevo veinticinco años trabajando de docente en diferentes centros educativos, tanto de Cataluña como de la Comunidad Valenciana. He sido coordinador TIC -o pringado TIC-, formado parte de equipo directivo, jefe de departamento, etc. y, por desgracia, jamás he tenido la suerte de ver a ningún pedagogo que venga a ninguno de mis centros para analizar la situación del centro o proponer medidas innovadoras para cambiar la manera de hacer las cosas. Sí, seguro que es culpa de la mala suerte y que habrá muchos docentes que reciben, a diario, la visita de esos pedagogos para ofrecerles apoyo metodológico y satisfacer las necesidades que poseen los centros. Unas necesidades individuales que deben subsanarse con urgencia. Bueno, como he dicho antes, seguro que ya las están subsanando en la mayoría de centros educativos porque, estoy convencido que soy el único docente que jamás ha visto un pedagogo en su aula o en su centro.
Dejémonos de coñas y sátira para hablar de realidades. La realidad es que, a día de hoy, no hay ningún centro educativo que conozca que sea asesorado por esos que, supuestamente, son los que más saben, si haber dado nunca clase en un centro educativo de etapas obligatorias, de educación. No, más allá de algún correo que te llega para que respondas a ciertas preguntas por un formulario de Google o alguna de esas charlas tarimeras que determinados centros educativos, normalmente dirigidos por amiguetes, de las que nadie entiende nada. O también para vender ciertas cosas. No olvidemos que hay pedagogos que se han convertido en comerciales de determinados productos educativos que «lo van a petar».
Nada. Que es más fácil ver aparecer las caras de Bélmez en los urinarios de los profesores que encontrarse un día, de sorpresa, con algún pedagogo que recomiende o aporte soluciones innovadoras en los centros educativos. Ni están ni, por desgracia, se les espera.
No entiendo la utilidad de los pedagogos. No entiendo que, cuando la administración recopila datos e indicadores, los mismos sean analizados por perfiles muy diferentes al del pedagogo. Ni que haya tanta investigación, perpetrada por esos perfiles profesionales, que no soporte la mínima revisión. No entiendo que, supuestamente, los que más saben de cómo dar clase sean incapaces de ir a los centros educativos a dar clase en determinados grupos y permitir que, los simples docentes de aula, podamos aprender de su sabiduría. Os prometo que no lo entiendo.
Yo seguiré esperando que algún día cruce alguien la puerta de la sala de profesores y nos diga… “chicos, soy pedagogo y he venido a ayudaros”. Sigo teniendo esa esperanza.
No se trata de una crítica a los que estudian pedagogía ni a los que dan clase en esas Facultades. Lo mismo podría decir de los que dan clase en cualquier Facultad relacionada con la educación porque, ¿alguien ha visto a uno de cerca más allá de cursos de formación o leyendo lo que dicen en las redes sociales? Lo sé. Quizás la culpa no sea suya. Yo solo hablo de mi experiencia como docente de a pie. Una experiencia personal e intransferible ya que cada uno cuenta la «guerra» como la vive.
Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel) o en ese pop-up tan molesto que os sale. Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. 😉
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Yo he dado clases durante 37 años, en Primaria y en Secundadria. He sido director, jefe de estudios en ambos niveles, estudié Pedagogía mientras trabajaba. He estado en Epoe, Centro de Profesorado y he pisado docenas de centros y convivido con miles de compañeros.
He luchado siempre por mejorar pedagogicamente cuanto me rodeaba, pero hay un factor que tú no citas, y es que el profesorado, en general, huye de lo pedagógico y se atrinchera en su propio librillo desde el que se siente mas cómodo. Desde allí denosta la Pedagogía envolviendola con la inutil y excesiva burocracia que le encomiendan.
Mientras la administración educativa, solo hace incrementar directrices que no se asumen y burocracia que permite las excusas del profesorado.
Lo siento. No leeré tu libro.
No es cierto. El profesorado huye de lo que ve poco interesante o tiene poca relación con mejorar la realidad de sus clases. No somos tontos y, cualquier planteamiento pedagógico que nos permitiera que nuestro alumnado aprendiera más, lo compraríamos. 😉
¡Buenos días! En primer lugar, me encanta leer tus reflexiones y comprobar que todas esas cosas que siento y pienso en mi día a día como maestra son compartidas y no soy yo que me he vuelto ya definitivamente loca del todo… Gracias y gracias.
En este caso, comentarte que estudié pedagogía y me formé ampliamente en muchos aspectos muy interesantes que ni por asomo aprendí posteriormente en magisterio (organización escolar, didáctica, formación de profesorado, historia, legislación, etc.) cosas que dudo mucho que en otras carreras se aprendan.
Con todo ello y lamentablemente no he podido aplicar todos esos conocimientos (de manera «oficial») porque actualmente en el sistema educativo no existe ningún puesto al que pueda acceder como pedagoga y desarrollar esas funciones que comentas de asesoramiento, acompañamiento, organización, etc.
Es una contradicción pero siendo licenciado en pedagogía no puedes trabajar en el sistema educativo a menos que tengas la titulación de magisterio (y por lo tanto trabajas de maestro, no pedagogo) o impartas alguna asignatura en secundaria o formación profesional, vamos como cualquier otro titulado universitario. Solamente existe el perfil de la orientación educativa donde puedes encontrar psicolog@s, psicopedagog@s y algun/a pedagog@ pero sus funciones no tienen nada que ver (o muy poco) con la extensa formación de pedagogía. Este perfil correspondería más a psicologia y psicopedagogía (test, pruebas, informes, ed. especial etc.) desde mi punto de vista.
Me da mucha pena haber cursado 5 años de unos estudios que no tienen a penas salidas profesionales propias y que la visibilidad del colectivo sea tan poca y a la vez tan negativa. ¿Por qué hay tanto odio hacia este colectivo? ¡Si no hay a penas presencia de licenciados en pedagogía en el sistema!
Personalmente no me siento representada por los supuestos pedagogos que dan charlitas aquí y allá, publican noticias y hacen entrevistas (muchos de ellos no son ni licenciados en pedagogía) ni por los que han encontrado trabajo en empresas privadas y ejercen más de comerciales que otra cosa.
Lo que tengo claro es que no va a entrar por la puerta de los centros ningún profesional a realizar ninguna función si no existe ese puesto de trabajo, no existe ese perfil profesional, funciones, el procedimiento de acceso, etc.
No espero que venga ninguno a mi aula (ojalá) porque lamentablemente no los hay, igual que no vendrá una enfermera u otro profesional.
Disculpa por el testamento. Simplemente quería compartir mi visión. Gracias.
El problema de siempre. La mala organización de los centros educativos a nivel de personal y la inexistencia, por desgracia, de perfiles que pueden ayudar a mejorar los centros educativos. A mí sí me gustaría que me dijeran como debo dar las clases y ver las estrategias de «los que saben». Curiosamente jamás he visto a ninguno pedir venir a mi aula a enseñarme. Debe ser casualidad.