En los últimos tiempos estoy viendo que en determinados países se está implantando una herramienta «poco tecnológica» y «muy económica» para ayudar, especialmente en los cursos más bajos, a que el alumnado aprenda. Me estoy refiriendo a esas pizarras blancas «borrables» que en muchas aulas han sustituido a la pizarra de tiza más tradicional. Eso sí, en versión individual y mucho más pequeñas.
Se trata de una herramienta rápida y efectiva para evaluar la comprensión del alumnado pero, ¿realmente son tan útiles como algunos están vendiendo? Ya sabéis que soy mucho de cuestionarme las cosas y, especialmente, todas aquellas que se estén intentando implantar de forma masiva en las aulas. Muchas de las cuales, por cierto, son medidas caras que no favorecen el aprendizaje e, incluso en ocasiones, lo perjudican.
Por tanto, dejadme que haga una reflexión acerca del uso de estas «minipizarras», muy parecidos a los pizarrines individuales que mi padre tenía en su aula cuando era pequeño, aunque en ese caso eran negros y se usaba tiza para escribir en ellas.
Ya veis que todo en el ámbito educativo está inventado. Y que, al final, las cosas que funcionaban en su momento, con algunos cambios muy pequeños a nivel de diseño, están siendo recuperadas por parte de algunos porque hay cosas que, al margen de que algunos quieran desterrar todo el pasado, tenían una gran utilidad y permitían mejorar el aprendizaje del alumnado.
¿Cuáles son las ventajas que le veo?
La primera, y quizás la más importante, es que ofrece retroalimentación inmediata. Es muy rápido poder evaluar si el alumnado está comprendiendo lo que se está explicando. Al pedirles que escriban una respuesta rápida en sus «pizarras» y la muestren, se obtiene una instantánea clara del nivel de comprensión de toda la clase.
Relacionado con lo anterior, resulta muy fácil saber detectar quiénes tienen más problemas y así poder tomar medidas para trabajar esa diversidad de comprensión o habilidad, en caso de ser respuestas matemáticas, en resolución de determinado tipo de ejercicios.
También encuentro como gran ventaja la participación activa. Se fomenta la participación de todo el alumnado porque están participando todos. Además pueden mostrar su comprensión de lo que se está explicando sin la necesidad de exponerse ni hablar delante de toda la clase. Un beneficio importantísimo para aquel alumnado de alta timidez.
La corrección es muy rápida. Los errores pueden ser corregidos al momento. Eso ayuda al alumnado a aprender de sus equivocaciones al momento, fortaleciendo el aprendizaje y reduciendo la frustración. Porque, al final, todos los que nos dedicamos a la profesión sabemos que si intervenimos tarde, al final es mucho más difícil para el alumno revertir la situación y se va a abandonar.
Se trata de una herramienta muy económica y versátil. Pueden ser usadas en una amplia variedad de actividades, desde resolver problemas matemáticos hasta escribir respuestas rápidas en actividades relacionadas con el lenguaje. Existen algunos que hablan de los beneficios que supone para el aprendizaje inicial de la escritura que, a la vez que se enseña la parte oral, se pueda trabajar también la escritura. Reduce también, por lo que han visto algunos que las usan, la cantidad de faltas de ortografía que comete el alumnado. Y lo de económica queda claro. Acabo de mirar por algunas tiendas online y la pizarra con un número muy alto de rotuladores sale por unos quince euros.
¿Existe inconvenientes en su uso? ¿Veo algún problema?
Pues sí. el principal es que el alumnado más inquieto puede distraerse fácilmente dibujando o escribiendo cosas no relacionadas con lo que se está explicando. Algo que puede solucionarse (o mitigarse) estableciendo normas claras en su uso o, simplemente, usando la herramienta de forma recurrente a lo largo de las clases, con lo que obligas al alumnado a estar pendiente de lo que se dice y reduciendo esas distracciones.
Otro problema en algunas aulas, especialmente para las más grandes, es que puede ser difícil para el docente ver todas las pizarras al mismo tiempo. Por tanto, si no se gestionan bien las filas y la disposición del alumnado puede limitar la eficacia de la herramienta.
También, como es lógico, existen limitaciones de espacio. Son pequeñas y tienen un espacio limitado para escribir, lo que puede ser un inconveniente para respuestas más detalladas o trabajos más extensos.
No sé. A mí me parece una herramienta interesante a la que deberíamos dar una vuelta. Quizás sea una herramienta mucho más útil, combinada con el lápiz y el papel, que el uso de tabletas. Especialmente en las etapas iniciales del aprendizaje. Ahora seguro que alguien preguntará… ¿no se podría hacer lo anterior en una tableta? Claro que sí, pero tanto los distractores que supone como el coste, al menos para mí, lo hace mucho menos interesante que este pizarrín blanco.
Hoy, como ya sabéis, es día de paella y a los que me seguís en X (pereza absoluta Bluesky) ya sabéis qué os toca… Disfrutad del domingo.
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Yo he usado una versión más barata. Meto una cartulina blanca en una funda de plástico y escriben con rotulador normal, aunque es mejor el especial para pizarra blanca. También podría hacerse plastificado la cartulina o un folio. Sí se hace con esta última opción, se pueden tener pizarras de tamaño A3 o intermedias entre éstas y A4.