Es muy complicado gestionar un debate educativo, mediante argumentos técnicos, cuando lo único que hay por parte de algunos es ganas de que, en alguna de esas celadas que te ponen, acabes cayendo en ella. Hay campos de minas muy bien dispuestos para que jamás puedas argumentar. Y argumentos maximalistas de algunos que, por desgracia, incluyen demasiadas líneas rojas que, al menos a mí, me generan la necesidad de retirarme de cualquier debate.

Cuando oigo a alguien decir que si alguien defiende algo en lo que crees, dependiendo de quién sea, no puedes compartir sus planteamientos educativos, tenemos un problema.

Fuente: https://twitter.com/locanolleida/status/1631935357015998465

Yo tengo ideas diferentes acerca de mi concepción de la educación frente a otros compañeros de trabajo. Ello no hace que, en algunas cuestiones podamos estar de acuerdo. ¿Os imagináis un debate educativo en el que, pudiendo llegar a acuerdos, no llegamos a los mismos porque tenemos algunas ideas diferentes? ¿Os imagináis que, estando yo contra determinadas metodologías educativas, no pudiera estar de acuerdo con alguien que, creyendo en alguna de ellas, no pudiera ponerme a su lado para defender la bajada de ratios? Es que si excluimos a los que no son tan puros como nosotros en sus ideas educativas y, además son coincidentes en las mismas, nos quedamos sin nadie. Y yo soy de los que cree que, cuantos más, mejor.

Por tanto, establecer una línea roja entre los míos y los otros ya hace que no podamos establecer ningún tipo de puente. Claro que hay líneas rojas. En muchas ocasiones son líneas rojas marcadas por nuestra ética profesional. Y no, no hay nadie que haya hecho un tratado acerca de qué es ético o no. Va, voy a ir más lejos. Estoy convencido de que, salvo cuatro sádicos, que por cierto existen en cualquier profesión, ninguno de los docentes que están en el aula quiere perjudicar a su alumnado. Más bien al contrario. Debido a ello, cuando escucho a algunos que, desde púlpitos, hablan de que unos son malos profesionales por mandar deberes o usar la instrucción directa, me da pánico. Se puede debatir acerca de metodologías y herramientas pero, de ahí a relacionar mal profesional con usar ciertas cosas en el aula porque «no son las mías» va un largo trecho.

Va, otro ejemplo en clave personal. Estoy en contra de los ámbitos en la ESO. Estoy en contra, como me he manifestado en numerosas ocasiones de que el especialista de Historia imparta Lengua Castellana y que el de Biología imparta Matemáticas. Creo que no es positivo para el alumnado. Eso sí, también tengo claro que quienes creen en los ámbitos estoy convencido de que no lo hacen para perjudicar a su alumnado. Entonces, ¿por qué los que estamos en contra de los ámbitos creen algunos que estamos en contra del alumnado? Que alguien me lo explique.

Hay más temas de exclusión argumental que me preocupan. El de considerar algo mortal por ser usado en el aula. Reconozco que estoy totalmente a favor de la prohibición de los teléfonos móviles en el aula, porque existe mucha investigación que habla de los efectos perniciosos de los mismos en ella. También porque mi visión empírica del aula, siempre sometida a sesgo, me lo indica. Pero de ahí a decir que comprar un móvil a un niño es maltrato va un largo trecho. No es la mejor opción pero, como padre, ya digo yo que el tema de los dispositivos digitales y su uso tiene mucho que ver con las familias. Cuando ya no hay debate acerca de ese tema, implica que es un tema cerrado. Y tiene muchas aristas.

Fuente: https://twitter.com/CatherineLEcuye/status/1632236241549766656

Finalmente me gustaría hablar del bullying educativo. Ese que sufren y sufrimos determinados docentes por tener unos planteamientos educativos diferentes a los del mainstream actual. Especialmente si somos tan díscolos que, en ocasiones defendemos algo que les gusta a unos y en otras, curiosamente, nos apuntamos a cosas que defienden otros. Eso es algo que algunos no toleran. Por eso la aparición de conceptos para degradar e insultar a quienes no piensan como uno. Incluyendo, claro está, el comodín de facha o de ir contra los derechos humanos. Es que si uno no quiere la inclusión como pretenden otros o, simplemente está a favor de la existencia de centros de educación especial, ya va en contra de los derechos del alumnado. Entonces ya no existe ningún tipo de debate. Eres el malo.

Fuente: https://twitter.com/nolo14/status/1631660762488885248

En el día de ayer, hablando con mi muso de cabecera (una hora de teléfono que, como siempre se me queda corta con él), me dio la idea para este artículo.

Cuando alguien se ríe de que le llamen carapolla a Almeida o rata a Iglesias, está haciendo bullying. En ocasiones no se trata de que ideológicamente alguien nos caiga mejor o peor. El problema fundamental es que parece que haya bullying del bueno y del malo. Y eso, cuando sucede en el debate educativo, implica que no puede haber debate. La línea roja se ha cruzado. Algo que hace que se pierda lo que podría enriquecer cualquier tipo de interacción porque, al menos en mi caso, estoy convencido que los que plantean ciertas cosas, aunque no esté de acuerdo con ellas, piensan en lo mejor para el alumnado. Estoy convencido de ello.

Voy a poner notas. Que, por desgracia, no se ponen solas por mucho boom de la inteligencia artificial que exista en la actualidad. Le he dicho a chatGPT que me ponga notas y se ha descojonado con un jajajaja plagado de emoticonos posteriores de flamenca.

Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel) o en ese pop-up tan molesto que os sale. Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso.


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