Imaginaos que un banco ofrece una hipoteca, mediante un comercial y que firmáis para compraros un piso. Imaginaos que el banco deja de ofrecer esa hipoteca, le cede el préstamo hipotecario a otra entidad, despide al comercial y la nueva entidad que se ha quedado con la hipoteca, decide quedarse con vuestro piso porque le da la gana. Y que, tanto los que han firmado la hipoteca como el comercial que han despedido, se unan para atacar a alguien que había avisado que lo anterior iba a pasar. Es decir, que a los que les han jodido la vida con un cambio de condiciones hipotecarias, en lugar de exigir responsabilidades al comercial que les vendió la hipoteca o a la propia entidad bancaria, se unen para ir contra el que avisó de que lo anterior podía suceder. Pues eso es lo que me pasó a mí ayer. Sí, como podéis entender, algo totalmente surrealista.
En el día de ayer, la comercial de un proyecto de una editorial (a nómina de esa editorial a lo largo de tres años) para que los docentes publicaran contenidos, informó que ese proyecto, del cual la habían despedido hace poco (también lloró amargamente en Twitter cuando sucedió), se había ido al garete. Y que todos los contenidos de cerca de 500 docentes que habían subido a la plataforma de esa editorial se habían perdido. Bueno, iba matizando, pero ahora al acceder a la página de ese proyecto no aparece nada del proyecto que hubo antaño y deriva a la web de la editorial.
Yo, que había avisado hacía mucho tiempo de estas cosas, y que había caído en otras ocasiones, como un auténtico gilipollas en compartir altruista y gratuitamente para que hicieran negocio determinadas empresas, por un ímpetu de juventud o qué sé yo, se me ocurre publicar el siguiente tuit.
Además, añadí como tuit asociado (en un minihilo de dos tuits) lo siguiente:
Un tuit en el que menciono que yo también fui tonto en su momento y que, por suerte, se me había pasado. Avisando a futuros navegantes de que no volvieran a cometer el mismo error porque de los errores se debe escarmentar. Pero, como ya sabemos, el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Y por eso repetía mi discurso acerca de no dejarse engañar por ciertos cantos de sirena. No es algo que hubiera hecho ayer por primera vez. Llevaba mucho tiempo avisando de todas estas iniciativas y de los objetivos de las mismas.
Nada, ya das por informado al personal (más o menos duramente) y das un toque para que no vuelvan a caer en las mismas redes. Cuál fue mi sorpresa al ver que la comercial de la editorial para ese proyecto me contesta lo siguiente:
Es decir, en lugar de disculparse con todas las personas a las que animó (cobrando, claro está) para que participaran en el proyecto que se ha ido al garete y cuyos materiales, por ahora, están desaparecidos e inaccesibles, me acusa a mí de insultar y decir necedades. Flipo. La persona que ha sido corresponsable de todo este chiringuito, el cual he cuestionado en múltiples ocasiones, me señala a mí para hacer la comparativa interesada. Es como el denunciar a alguien porque roba pero el que está robando decir que el otro roba más pero, con la diferencia en este caso, que estás señalando a alguien que jamás ha robado.
Y sucede lo lógico. Sus adláteres y personas con nula comprensión de la situación (o, simplemente, vergüenza por saber que han participado en algo que les han acabado tomando el pelo), empiezan a apoyar a la persona que les ha vendido el proyecto. Incluso algunos dicen que seguirán participando en proyectos así, los organice quién los organice.
Me he despertado con muy mal cuerpo porque, sinceramente, jamás hubiera podido imaginarme que iba a ser yo la diana de los ataques de algunos en algo que no he tenido nada que ver. Ni tengo acciones en la editorial, ni he actuado de comercial de la misma. Supongo que es mejor atacarme a mí y apoyar a vuestra “madrina de las redes” (que, con toda la intención me ha puesto en la picota). O, simplemente, obviar que las empresas, con todo su derecho, pueden hacer lo que quieran con lo que vosotros compartáis en sus proyectos. El mundo al revés 🙁
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Después de leer tu post, he pensado (o repensado) sobre algunos de los temas recurrentes en mis intereses e investigaciones: si es posible la colaboración entre quienes juegan en ligas distintas (quienes cobran y quienes comparten porque quieren), quién y en qué condiciones lidera una cibercomunidad…
He vuelto a mirar mi tesis y, curiosamente, aparece Ineverycrea unas cuantas veces.