El esfuerzo

Me preocupa el sectarismo educativo. La ideología no debería ser nunca un constructo que impidiera ver qué está sucediendo realmente. Manipular y dotar de sesgo afirmaciones, mediante el uso de extractos puntuales de textos, normalmente descontextualizados, es una estrategia que jamás debería usarse. Y ayer, por desgracia, volvió a suceder. En este caso, de nuevo, en referencia al tema del esfuerzo. Un esfuerzo que, al igual que las listas de los Reyes Godos (o haciendo una extrapolación de lo que significan), sigue siendo un concepto al que algunos les sigue interesando asociar con algo sangriento. Por suerte el esfuerzo no es el remar en galeras. Ni tampoco consiste en, mientras uno está recitando de memoria la lista de los Reyes Godos, ir recibiendo latigazos, por parte del preceptor, que van descarnando su piel.

Hace un par de días me encontré con el siguiente tuit. Un tuit en el que se relaciona que el aprendizaje realizado con esfuerzo consciente no merece la pena ser aprendido.

Fuente: Twitter

Por desgracia no siempre se puede ser feliz aprendiendo. Ni aprehendiendo, como les gusta usar el concepto a algunos. No se puede dejar que el alumnado aprenda lo que le dé la gana y decida qué y cómo aprender porque, aunque sean responsables de su aprendizaje, los aprendizajes deben estar marcados por profesionales. Las escuelas libertarias del laissez faire, con tintes roussionianos, funcionaron tan bien que las cerraron al poco. Y no, no se trata de temas políticos o de pedagogía del opresor. Se trata de sentido común. No hay nada que se aprenda sin esfuerzo. Ni tampoco las cosas que te gusten. Para cocinar bien uno debe cocinar muchas veces (repetición) y además debe esforzarse para ir a comprar, revisar qué compra y proceder a la preparación previa de la comida. Sí, al igual que después debe de lavar los platos. Es un esfuerzo necesario. Repito, confundir esfuerzo necesario con otra cosa es solo una visión interesada de pedagogías muy poco serias.

Este tuit complementa al de aquellos que pretenden cuestionar el esfuerzo usando textos que hablan de fascismo y esfuerzo. Siempre existe ese comodín. Es que lo de tildar de facha o retrógrado a aquellos que piensan diferente es un recurso demasiado vacío.

Fuente: Twitter

Un detalle importante es que, por desgracia para este discurso asociando fascismo a esfuerzo (o al esfuerzo del que interesa manipular el sentido) es que se encuentra con lo mismo en el sector opuesto. Según Gramsci, uno de los principales teóricos marxistas, la repetición y el esfuerzo del alumnado es esencial. Además siempre habla de la necesidad de que exista un capital cultural que permita que la generación anterior traslade sus conocimientos a la nueva. Ostras, ahora va a resultar que la necesidad de que el docente sepa y tenga muchos conocimientos no es una cosa de la derecha. Que es un pensamiento marxista.

Añado que también es interesante leer, tanto el Manifiesto Comunista como opiniones de sus ideólogos a los que, nadie con sentido común puede considerar “facha”. Bueno, en un país en el que se considera fascista a todos aquellos que lucharon contra Franco, todo puede pasar. Añado, uno de los objetivos del comunismo era la liberación del ciudadano, dotándole de poder por su fuerza del trabajo y por su fuerza intelectual y de conocimiento.

Creo que si se dota de herramientas y de capital cultural (por cierto, es un concepto filomarxista) a la sociedad, especialmente al alumnado, se va a conseguir una sociedad más justa, con un techo de cristal cada vez más frágil y con mayores oportunidades. En caso contrario, por desgracia, lo único que vamos a conseguir es tener una educación pública asistencial. Eso sí, muy emocionante, nada emancipadora y muy poco fascista. Bueno, para qué nos vamos a engañar, muy bien dirigida por aquellos que sí que van a atesorar ese capital cultural con esa maldita cultura del esfuerzo, de la repetición (no estoy hablando de la de curso) y del construir aprendizajes desde una base sólida.

En este blog ni fuera de él jamás he defendido la memorización per se, el sufrimiento del alumnado ni tampoco la uniformidad del alumnado. He defendido y defenderé que todo el alumnado, con independencia de su situación de partida, debe llegar al máximo. Y que esa situación de partida debe erradicarse, tanto con políticas sociales como educativas. No permitir que, tal y como sucede ahora y algunos postulan, debamos desterrar todas las estrategias que impliquen cualquier tipo de esfuerzo a realizar (tanto por parte del alumnado, como del profesorado y las familias de ese alumnado). No querer entenderlo o verlo es hacer un flaco favor a ese alumnado. Y robarles su futuro.

Y como siempre os digo… puedo estar equivocado. No estoy sentando en ningún trono de sabiduría absoluta. Ni mucho menos.

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