Había una vez una escuela muy especial llamada «El Centro Mágico de Enseñanza», ubicada en medio de un hermoso bosque lleno de unicornios. En este centro, los estudiantes aprendían a través de una educación única y mágica, basada en la pedagogía Waldorf y las inteligencias múltiples, que incluía la enseñanza de paellas con ingredientes mágicos, el avistamiento de ovnis y la visita de gurús iluminados.
Los estudiantes provenían de todo el mundo y cada uno de ellos tenía habilidades especiales que se desarrollaban y se nutrían en esta escuela única plagada de hacedores de la LOMLOE. Había una profesora llamada Pilar, que era experta en ABP y podía hacer que un proyecto fuera emocionante. También estaba Paco, que tenía una habilidad especial para comunicarse con los unicornios y la naturaleza. Algo que trasladaba a sus clases de religión. Y luego estaba Máximo, el Teachtoker, que estaba obsesionado con los ovnis y siempre estaba buscando señales de vida extraterrestre. Algo que compartía, habitualmente y junto con las fotos de su alumnado, en sus múltiples redes sociales.
Un día, mientras estaban en clase de paellas mágicas, una nave espacial aterrizó en el bosque detrás de la escuela. Todos los estudiantes y profesores quedaron atónitos al ver a un grupo de extraterrestres saliendo de la nave. Parecían pacíficos y tenían un mensaje importante para la humanidad: compartir la sabiduría y el conocimiento para ayudar a todos los seres vivos en la Tierra.
Los estudiantes y profesores del Centro Mágico de Enseñanza se dieron cuenta de que esta era una oportunidad única para aprender y compartir conocimientos con seres de otro planeta. Los extraterrestres enseñaron a los estudiantes sobre la tecnología avanzada y cómo usarla para proteger el medio ambiente. También les enseñaron cómo viajar a través del tiempo y el espacio. Lo que se denomina situaciones de aprendizaje ricas, ricas.
Pero los estudiantes no estaban satisfechos con solo aprender de los extraterrestres. Querían enseñarles algo también. Además, dentro del currículo tenían asignaturas para ello. Así que organizaron una fiesta en la que hicieron una gran paella mágica con ingredientes especiales para agradecer a los extraterrestres por su enseñanza.
Mientras la paella estaba en el fuego, los estudiantes, profesores y los extraterrestres, sin tarima mediante, se reunieron alrededor de la hoguera para compartir historias y conocimientos. El gurú iluminado, que sí se montó una tarima artesanal, que había sido invitado para la ocasión compartió su sabiduría sobre la vida y la existencia. La noche se convirtió en una celebración de la amistad, la sabiduría y la magia.
Después de que los extraterrestres se marcharon, los estudiantes y profesores del Centro Mágico de Enseñanza se dieron cuenta de que habían aprendido mucho sobre sí mismos, el mundo y los seres que los rodean. Y aunque los ovnis y los unicornios eran cosas raras para la mayoría de la gente, en el Centro Mágico de Enseñanza, sabían que eran parte de una educación mágica y especial que les permitía crecer, aprender y compartir su conocimiento con el mundo.
¿Habrá segunda parte? Sí, en las EVAU.
Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel) o en ese pop-up tan molesto que os sale. Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso.
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