Estos últimos días, en los medios y las redes sociales, ha saltado, expandiéndose como la pólvora, una iniciativa de tres docentes catalanas acerca de la necesidad de cambiar el Bachillerato para, según ellas, convertirlo en algo «que habría de ser de descubrimiento personal y profesional ilusionante, de apertura al mundo». Sorprende que una iniciativa de este tipo esté mediatizándose tanto pero, no es tan sorprendente cuando se ve quiénes son los que están haciendo dicha difusión.

Una difusión muy relacionada con el think tank que supone la Fundació Bofill que, curiosamente, también estuvo detrás del proyecto Escola Nova 21 (un fiasco, reconocido por ellos mismos, que no ha aportado nada a la educación catalana, salvo extenuar al profesorado y proporcionar el argumento pedagógico para la selección de personal por parte de los directores de los centros). Es que si uno tira del hilo y descubre que una de las impulsoras de «Canviem el Batxillerat» es la directora de uno de esos centros impulsores de Escola Nova 21 y analiza las relaciones con determinados grupos de presión de un determinado tipo de concertada (entre ellos las escuelas FEDAC), muy relacionada con una parte de la Iglesia Católica, a uno ya le queda todo mucho más claro. Además, no nos olvidemos que tienen personas que están en el mismo partido político que gestiona el Departament d’Educació y tienen una entidad bancaria como parte integrante del tinglado.

Incluso el Departament d’Educació está abriendo la puerta a la existencia de este modelo de Bachillerato que propugna esta iniciativa personal (¡dejadme que me ría y sonría!) de estas docentes, mediante la aparición de una nueva modalidad para el curso que viene (fuente). Una nueva modalidad que, según ellos, «dará respuesta a la trayectoria personal del alumnado, mediante un currículum competencial, abierto, flexible, facilitador y orientador». En otras palabras, un modelo que permita, basado en una falta de evidencia absoluta, tener en el futuro a una mayor cantidad de trabajadores, dentro de un sistema capitalista extremo, que no piensen, no cuestionen y no se planteen nada que sea diferente a lo que les digan. Éste sería el resumen rápido de qué subyace tras esta iniciativa.

Pero, como el artículo tiene dos partes, voy a saltar de la propuesta antiintelectual y anticultural, a la propuesta que planteo para la mejora del Bachillerato. Es una opción totalmente personal y, además en mi caso, no tengo a nadie que se dedique a viralizarla. Tampoco me interesa porque es solo una opinión personal y, a diferencia de algunos, jamás impondría mi planteamiento ni buscaría adeptos para llevarla a cabo. No es mi manera de ser.

Yo sí que tengo claro que el Bachillerato debe cambiar. Tengo muy claro que el Bachillerato no es una opción profesionalizadora. Para eso están los ciclos formativos (a los que, por cierto, se deben prestigiar, poniendo recursos y creando sinergias con el entorno empresarial -aquí no hay ninguna duda porque lo que se hace en esos estudios es, al igual que en la Universidad, formar a especialistas en lo suyo-). Pero, por eso no podemos plantear el Bachillerato como algo que no es porque, ni tan solo es una etapa cuyo objetivo único deba ser pasar las PAU (ahora reformuladas como EBAU).

¿Qué deberíamos mejorar del Bachillerato? En primer lugar las ratios y el exceso de optatividad. Son ratios de más de 30 en la mayoría de centros educativos y, al final, el exceso de optatividad hace que la formación en la que debería convertirse esa etapa se diluya en una excesiva especialización. A diferencia de lo que se plantea en las iniciativas que he comentado al principio, yo abogo por cargarme todas las modalidades y que todo el alumnado de esa etapa pase por los mismos itinerarios. Tampoco veo del todo bien lo de alargarse un tercer año, tal y como postulan algunos, aunque ahí si que dejo abierto la posibilidad de un 2-1 si se hace bien. Dos años el mismo Bachillerato para todos y uno de especialización para aquellos que quieran ir a la Universidad (¡Ojo, he dicho especialización. No he hablado de optatividad dentro de esas especializaciones).

Para cargarme la optatividad sé que tocaría pisar muchos callos. Hay algunos que ven imprescindible su asignatura y, por desgracia, no ven más allá de la importancia de lo suyo (¿qué hay de lo mío?). Incluso hasta los docentes de Religión ven imprescindible su oferta en Bachillerato. Y ya no digamos las luchas que hay por conseguir que mi asignatura tenga alumnado porque, ¿cómo van a salir los alumnos sin que puedan elegir o cursen obligatoriamente Tecnología Industrial, Economía, Educación Física o Griego? Sí, sé que poner nombres hace que me vayan a caer collejas pero, como he dicho al principio es mi opinión.

Mi opción serían 28/29 horas lectivas en primero y segundo de Bachillerato, con siete asignaturas de cuatro horas semanales -salvo 5 en una, en el caso de tener Lengua Cooficial- por las que debería pasar todo el alumnado. Unas asignaturas que -y repito por enésima ocasión, es una opinión personal e intransferible- serían las siguientes (repetidas en primero y segundo):

  • Lengua Castellana/Cooficial y Literatura, junto con Oratoria (4 h/s o 5 h/s con Lengua Cooficial)
  • Lengua Extranjera (4 h/s)
  • Física, Química y Biología (4 h/s)
  • Matemáticas (4 h/s)
  • Historia (4 h/s)
  • Cultura Clásica (se engloban nociones de Latín) y Filosofía (4 h/s)
  • Competencia Digital (4 h/s)

Pero, como os he dicho antes, estoy abierto a la posibilidad de un «tercero de Bachillerato» especializado en el que, en función de la orientación futura, puede tener otra distribución de asignaturas totalmente diferente y más especializadas. Y un detalle en el currículum anterior, si las cosas se hicieran bien, no haría falta la asignatura de Competencia Digital (podríamos usar esas horas para plantear otra cosa o, simplemente para reducir la carga horaria) porque el alumnado ya debería ser competente en ello. Ser competente, por cierto, es saber y saber hacer porque, al final sin lo primero no hay lo segundo. Es de primero de sentido común.

Ya me diréis qué os parece la propuesta. Eso sí, hay gente muchísimo más inteligente que yo que seguramente hilvanaría un currículum más interesante para esa etapa educativa. Esto es solo una opinión personal e intransferible. Creo que ya os lo he repetido bastante en estos últimos párrafos 😉


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