A los que estáis en los tribunales de oposiciones, ¿de verdad no os acordáis cuando estabais al otro lado? ¿De verdad no os acordáis del los nervios que pasabais y de la manera que tenían algunos de esos miembros en la forma de trataros? ¿De verdad estáis haciendo ahora lo mismo que os hicieron? ¿De verdad algunos no podéis ser más humanos con personas que se están jugando mucho y que, en muchas ocasiones, son compañeros vuestros porque ya están ocupando una plaza de interino en vuestros centros educativos o trabajando en un centro privado? Empatía y recuerdo. Por favor, son personas y necesitan vuestra calidez. No solo una robotización de las pruebas.

Lo mismo para aquellos que van a los tribunales de las PAU. Ya sé que ha pasado más tiempo pero, en mi caso han pasado casi treinta años y todavía me acuerdo de lo nervioso que estaba y lo mal que lo pasé. Son días malos para los chavales. No cuesta nada una sonrisa, una ayuda, unas palabras que destensen la situación. Ellos lo necesitan. Es que, sinceramente, no entiendo que algunos asuman roles tan diferentes cuando cambian de estado. Nunca me ha entrado en la cabeza.

Ídem para algunos que trabajan en la administración educativa. ¿Nunca os habíais enfrentado contra la burocracia educativa? ¿Jamás os habíais encontrado con la necesidad de que os ayudaran a hacer unos papeles que no entendíais? ¿Nunca habíais tenido retraso en el cobro de nóminas o en cuestiones administrativas relacionadas con vuestra profesión? Pues si ahora estáis al otro lado, intenta ser como os hubiera gustado que hubieran sido con vosotros. Con todas las limitaciones que existen a nivel de poco personal y muchas cosas que hacer. Pero, por favor, imaginaos que estáis al otro lado del teléfono. Los docentes lo agradecerán. Incluso que no se pueda solucionar el tema que os llega. Pero escuchadlos. A veces uno necesita más desahogarse que otra cosa.

Podría seguir con aquellos docentes que se están comportando en el aula como criticaban cuando estaban como alumnos. Claro que hay cosas que se ven de otra perspectiva. Claro que la visión subjetiva de alumno tiene, en ocasiones, mucho de sesgada. Pero hay casos que clamaban al cielo y hay algunos, curiosamente los que peor lo pasaron como estudiantes, que intentan ser peores que sus docentes. Lo peor en docencia es tener a resentidos. A personas que, al igual que sucede con algún policía que conozco, de esos malos malotes en su juventud, que ahora se enfundan el «rol de» y actúan como Harry el Sucio. Creo que se me entiende.

Como último ejemplo del post, aunque no sea el último que podríamos sacar en el ámbito educativo, está el de aquellos docentes que hace unos quince años vivieron el boom de las redes sociales e intentaban, al margen de lo que podían obtener, intentar mejorar la educación mediante el consenso, el aporte o, simplemente al ser una minoría, coordinarse para poder crear un claustro virtual que aportara ciertas cosas ante modelos muy controlados mediáticamente por una manera de ver la educación. Ahora, entre los que se han ido, los que hemos virado al ver ciertas cosas, queda un grupo de docentes de esa época divididos en dos: los que solo buscan qué trincar a cualquier precio y los que ahora, al tener el poder mediático y el apoyo político, hacen lo mismo con los que no opinan como ellos que lo que antes les hacían algunos.

Solo pido desde estas líneas que nos acordemos todos del pasado. Gracias a conocer y recordar el pasado hay errores que podemos evitar cometer. Y aún así, seguramente, más de uno vamos a cometer. Por suerte muchos menos de los que, por lo visto, están cometiendo algunos en las redes sociales y fuera de ellas. Es que, sinceramente, tanto odio de algunos a los que piensan diferente ahora que tienen su espacio político y mediático, cuando son los mismos que querían que nadie les tratara así, da mucha pena.

Como añadido final tan solo deciros que, como digo siempre, soy incapaz de tirar la primera piedra porque, en mi caso, también he caído en lo anterior en algunas ocasiones. Eso sí, os prometo que intento, siempre que puedo, arreglarlo o disculparme.


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