Me preocupa la aparición, especialmente en medios de difusión de alcance más masivo y permanente que una publicación en una red social, de determinados artículos relacionados con la educación en los que, por desgracia, solo existe una manipulación absoluta, movimientos de portería permanentes o una clamorosa falta de argumentos acerca de temas educativos. Y esto resulta especialmente grave cuando dicha manipulación pretende darse por buena por los autores de la misma. O, simplemente, jugando a citas descontextualizadas y críticas permanentes «a quienes no piensan como ellos». Eso sí, mezclando churras con merinas. Mezclando churras con merinas cuando no se dedican a mezclar el chorizo con el arroz.
Hoy me apetece cuestionar dos publicaciones que, procedentes de miembros de un determinado colectivo, abanderado de la inclusión social y repitiendo, de forma machacona «que la verdadera izquierda son ellos» o que, curiosamente, tiene más valor lo publicado en un medio de comunicación controlado por ellos que en uno controlado por los otros (algún día alguien me tiene que aclarar este interés en priorizar posicionamientos ideológicos a los criterios técnicos, a las evidencias o a los datos). Y no, a diferencia de ellos, en mi caso no voy a utilizar la crítica ad hominem. Es que algunos estamos a otro nivel. Eso sí, no tiene mucho mérito estar por encima de su nivel, pero os prometo que me preocupa que sea tan fácil estarlo.
Empiezo por el primer artículo. Un artículo titulado «Ni éramos más listos antes, ni es peor la escuela de ahora» (enlace) en el que se habla del sesgo personal a la hora de los recuerdos que tenemos algunos sobre educación. Un sesgo que, por lo visto, no tienen los autores del artículo porque, por lo que se ve el sesgo solo es para los que no tienen el suyo. Pero bueno, vayamos a analizar qué dicen en ese artículo sus autores.
La nostalgia de un pasado escolar que nunca existió, junto con la magnificación de algunos problemas actuales, vende.
Es decir que todos los estudios que hablan del aumento de problemas de disciplina en las aulas, la gran cantidad de compañeros que te dicen que cada vez aprenden menos y las pruebas, tanto de competencias básicas como internacionales, en las que se indica la caída del aprendizaje del alumnado, ¿no sirven? Por cierto, ¿qué es lo que nunca existió? ¿Nuestros recuerdos o los de los autores del artículo? ¿Qué es lo que no existe? ¿La disminución de la pendiente en evolución, según proyecciones, de la esperanza de vida? ¿La imposibilidad de que alguien se pueda emancipar antes de los treinta -o cuarenta-? ¿Las dificultades que se encuentran en las empresas con los nuevos egresados de formación profesional o con titulaciones universitarias que son incapaces de realizar las tareas más básicas en esa empresa? ¿El aumento de la obesidad infantil? No sé, pero puestos a mover porterías, yo también soy capaz de incluir un montón de cosas que no están funcionando bien. Y con datos porque, curiosamente, hay datos de todo lo que acabo de decir.
Fagocitar los avances educativos por parte de una tendencia conservadora se ha convertido en el timón que usan los titulares alarmistas y negativos para perpetuar la tesis de que la escuela de antes era mejor y que el alumnado de ahora no tiene nivel.
Los que vemos un problema educativo serio en la actualidad es porque somos conservadores. Un giro de guion muy interesante porque hace que, automáticamente, lo conservador sea negativo y, al ser negativo, entonces cualquier intento de argumentar contra esta tesis planteada por los autores del artículo, hace que ya estemos «en el lado malo». A ver si va a ser que Gramsci, uno de los fundadores del Partido Comunista italiano, va a ser conservador por plantear cosas similares a las que planteamos algunos. O que, Steiner, uno de los adalides del partido nazi y pilar fundamental de las Escuelas Waldorf, que he oído defender a los autores de este artículo, va a ser progresista. Es que los argumentos -o más bien la falta de ellos- caen por su propio peso.
No vamos a discutir la necesidad o no de hacer determinados estudios, y mucho menos de su difusión. Sin embargo, como parte de la opinión pública afectada sí debemos reflexionar sobre por qué el tratamiento informativo se da muchas veces sin el suficiente acompañamiento a periodistas.
No se discute la necesidad o no de hacer determinados estudios. Pero, como sabéis, en el autoritarismo pedagógico siempre hay un pero. Y ese pero consiste en que se debe acompañar a los periodistas para que den más relevancia a lo que dicen unos estudios u otros, en función de si los resultados son los que les gustan a los autores de este artículo. Si hay prácticamente unanimidad en que los estilos de aprendizaje son pseudociencia, asesoramos a los periodistas o les escribimos un artículo en el que, curiosamente, mencionamos el único artículo, basado en cuatro citas, que defiende los estilos de aprendizaje. Y así, como podéis entender, se manipula. Por eso digo en la mayoría de mis artículos en los que escribo de temas educativos e incorporo investigaciones, que os las leáis más allá de lo que pueda deciros yo. Y que contrastéis con otras investigaciones. Una diferencia entre los que, por lo que se ve, quieren que los periodistas solo publiquen «siendo acompañados por ellos».
Se quieren dar pasos atrás en aspectos clave para garantizar el derecho colectivo a la educación, como son la escolarización obligatoria hasta los dieciséis, el avance hacia una educación activa en su metodología, la democratización de las estructuras, o la eliminación de barreras para favorecer la inclusión.
Fijaos bien en el párrafo que os traigo ahora. Los que cuestionamos determinados constructos pedagógicos, por lo visto, queremos dar pasos atrás en el derecho colectivo a la educación o estamos en contra de la inclusión. Si en el tablero te juntan que estar en contra del DUA es estar en contra de la inclusión o que, cuestionar determinadas metodologías truchas, sin evidencias y contraproducentes para el alumnado, te hace estar en contra de la democratización en la escuela, ¿cómo puedes luchar contra eso? Te ponen en el lado de los malos. Invertid la manipulación anterior y aplicadla en otro sentido. Manipular sabemos hacerlo todos. Lo que pasa es que lo burdo de la manipulación de los autores de este artículo clama al cielo.
Ni éramos más listos antes, ni es peor la escuela de ahora.
Lo que os decía de la manipulación. Cambiad la frase por «ni éramos más tontos antes, ni es mejor la escuela de ahora». ¿A qué os cuadra igual? ¿A qué es igual de vendible? Por cierto, si ellos dicen que el nivel no existe y no se puede medir, ¿cómo pueden medir si alguien es más o menos listo o tonto? ¿En función de qué parámetros? De primero de falta de argumentos. Por cierto, ¿os habéis dado cuenta de que todavía no han hablado de lo importante del asunto y es de aprendizajes? Porque, aunque alguno no se lo crea, sí que se pueden medir estos aprendizajes. Salvo, claro está, que uno interesadamente decida qué resultados quiere obtener moviendo lo que se va a medir.
Los relatos se construyen a partir de visiones estereotipadas de realidades. Lo vemos, por ejemplo, con la inmigración, y cómo desde determinadas posiciones políticas se manejan percepciones racistas para propagarlas sin tapujos.
¿Ahora mezclan inmigración con educación e intentan convertir, a los que tienen otra visión diferente a la de los autores en cuanto a la educación, en racistas? Movimientos de portería habituales, con comparativas surrealistas, que es lo único que permite mantener un determinado discurso educativo. Un discurso en el que, por cierto, todavía no han incluido ningún dato.
Pero la realidad de los datos nos dice que la educación española, tremendamente afectada por deficiencias estructurales -no lo vamos a negar- es, con todo, un caso de éxito.
¿La educación española es un caso de éxito? ¿Por qué? ¿Qué datos nos indican que es un caso de éxito? ¿El número de alumnado que está escolarizado hasta los dieciséis? ¿La cantidad de alumnado que titula? ¿La tasa de abandono escolar? ¿Esos datos indican un éxito educativo? ¿Seguro? ¿Mejor esos datos que los que indican una reducción del aprendizaje en nuestro alumnado? ¿Son mejores estos datos que los que indican, según el PIIAC (enlace) que los titulados de antaño tenían más competencias educativas que los actuales? Por cierto, sé que se puede mover la portería y coger los datos del PIIAC para el alumnado que abandonó a los catorce y mezclarlo con el alumnado que está haciendo Bachillerato en nuestros centros. Claro que pasados los años tienes que «efectuar un recuerdo» de aprendizajes recibidos. Pero, como bien podréis comprender, hacer lo anterior es hacer una trampa muy burda.
Plantear como algo negativo, como a veces escuchamos, el hecho de que muchas personas alcancen la educación superior o el que se promuevan medidas que ayuden a la permanencia de muchos y muchas en el sistema educativo durante más años no parece una postura muy ética.
Alimentar el pánico moral para defender la recuperación de una escuela que excluía a porcentajes altísimos de la población joven el derecho a aprender a lo largo de la vida no parece ni la mejor ni la más justa de las opciones.
Buscar un enemigo que no existe, planteando que los que nos oponemos a un determinado discurso vacío y a determinados planteamientos educativos, estamos en contra de que el alumnado alcance la educación superior, es algo deleznable. Es que, si os fijáis, siempre es lo mismo: estar en contra de las ideas de los personajes de este colectivo es estar en contra del alumnado. Y eso no cuela. Bueno, no debería colar, pero es que con tanto bombardeo mediático y difusión en los medios, acaba siendo muy difícil abstraerse a su discurso. Por cierto, ¿qué es justo? ¿Que el alumnado esté escolarizado o que el alumnado aprenda? Lo sé. Es una dicotomía que no debería existir pero este es su juego dialéctico. Contraponer cosas que no tienen nada que ver.
Lo que tiene que ver con cambios estructurales (aumentar las opciones en la secundaria no obligatoria o mejorar las transiciones entre etapas dando más importancia a la orientación, por ejemplo), cambios redistributivos, de organización, curriculares o metodológicos. Todos deben estar en la agenda no solo de cualquier política, sino de los planes de mejora de los centros escolares.
¿Aumentar opciones en secundaria no obligatoria? Tenemos un exceso de títulos, demasiado especializados, que impiden un futuro laboral más polivalente. Para mejorar la transición entre etapas, lo lógico es tener a los mejores profesionales en todas ellas. Algo que, a diferencia de ellos, yo sí que creo que tenemos. Y a mí hay algo que me preocupa y es que cada centro educativo haga lo que le da la gana, con una autonomía de centro que, curiosamente, siempre acaba yendo en detrimento del alumnado. Este es el típico discurso de que el alumnado, según el barrio de origen, debe aprender menos o cosas diferentes. Algo que lo único que hace es incrementar la segregación escolar y que parece que sea lo que defienden en este último párrafo.
Ya habéis visto que el primer artículo no hay por dónde cogerlo. El segundo, por cierto, ya os aviso que es todavía peor. Voy, si me permitís, con el análisis del mismo. Lo hago porque me he despertado a las cinco de la mañana y me da tiempo. Además, creo que es necesario desenmascarar a determinados personajes, su discurso y su falta de argumentos aunque sé que el alcance de este blog jamás va a llegar a ser el de los medios que tienen a su disposición.
El segundo artículo se titula «la filfa del nivel educativo» (enlace). Y os prometo que no tiene desperdicio. Especialmente en determinadas cosas que vierte el autor del mismo.
La máxima de que el nivel educativo es cada vez más bajo se ha convertido en un axioma del debate educativo, social y generacional desde el origen de los tiempos. Esta idea se encuentra ampliamente anidada en nuestro sentido común en todos los ámbitos, pero especialmente en educación.
Resulta paradigmático que pretenda criticar el sentido común. Por lo visto, algo que es de sentido común es malo. Reconozco que esta no la había visto venir, pero leyendo el resto del artículo no me sorprende. Especialmente cuando usa determinadas comparaciones que, no solo atentan contra el sentido común. Atentan contra cualquier persona que sepa leer mínimamente, vea lo que sucede a su alrededor o esté interesada en lo que dicen las evidencias. Pero no adelantemos acontecimientos.
Hasta tal punto ha calado este marco que es, relativamente frecuente, encontrar gente de pensamiento de izquierdas que sostiene y defiende esta idea, aunque ésta forme parte, por su naturaleza, del marco de pensamiento educativo más conservador.
¿Os habéis dado cuenta de que todos los miembros del colectivo repiten lo mismo? Hablan de la necesidad de comprar pensamientos ideológicos en bloque aunque los mismos vayan en contra del aprendizaje de nuestro alumnado. Aquí cierran cualquier posibilidad de argumentar porque, o estás con ellos, o eres conservador, rancio o rojipardo. A falta de argumentos… Por cierto, al igual que he hecho antes, voy a repetir lo mismo: no se trata de comprar en bloque una ideología educativa. Tenemos que ser capaces de cuestionar y criticar cualquier planteamiento educativo, venga o no de los que dicen que son de derechas o de izquierdas. Una cuestión, ¿votar a un determinado partido en tu pueblo te hace bueno o malo por el simple hecho de poner ese voto en la urna? Si alguien construye centros educativos, aumenta el sueldo de sus docentes o reduce ratios, ¿es bueno el que lo hace? ¿O depende de si son unos u otros? ¿Se puede criticar la LOMCE y la LOMLOE o solo podemos criticar una de las dos en función de si somos conservadores o progresistas? Es que, en ocasiones, esto de apelar a ciertas cosas solo tiene éxito entre los que no quieren ir más allá.
En una encuesta reciente aparecían datos como que el 52% de la población opina que la educación es hoy peor que ayer o que el 55% cree que el alumnado sale peor formado de la escuela.
¿Esta encuesta no sirve? ¿Por qué? ¿No dice lo que queremos que diga y por tanto la ignoramos? ¿Qué encuesta vale? ¿La que diga lo mismo que nuestros planteamientos educativos? Es que he visto al autor de este artículo defender a capa y espada encuestas y opiniones de los que piensan igual que él. Curiosamente, con esas encuestas y opiniones, no es igual de crítico ni las cuestiona tal y como está haciendo con esta. Curioso. Muy curioso. Un detalle… a mí las encuestas siempre me han dado mucho miedo. Soy más de datos y evidencias. Por eso, al final no me acabo creyendo estas ni las que dicen lo contrario. Especialmente cuando hablan de percepciones. Eso sí, la percepción de algo existe y tampoco debemos negar su existencia. Otro tema es el valor que le demos a la misma o, en caso de ser una percepción mayoritaria equivocada, ¿cómo podemos ayudar con datos e investigaciones a intentar desmontarla?
Permitidme un inciso. Y es en lo que hace referencia al uso de citas de autores para defender las posturas de uno. Esto no vale. Bueno, es igual de válido que un meme. Eso sí, pediría, por favor, si alguien usa alguna cita y, especialmente si va a basar su discurso en la misma, que se documente un poco para saber su autor.
O más antiguo aún, la famosa cita apócrifa atribuida a Sócrates en la que se expresaba sobre la juventud así:
“La juventud de hoy ama el lujo. Es mal educada, desprecia la autoridad, no respeta a sus mayores y chismea mientras debería trabajar. Los jóvenes ya no se ponen de pie cuando los mayores entran al cuarto. Contradicen a sus padres, fanfarronean en la sociedad, devoran en la mesa los postres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros.”
La frase no es de Sócrates. La frase se empezó a hacer popular hacia 1922 cuando varios medios de comunicación anglosajones la usaron atribuyéndosela a Sócrates. Parece ser que un estudiante de Cambridge, Kenneth John Freeman, la escribió en 1907 en un trabajo sobre la percepción de la juventud por parte de los mayores en el mundo clásico. Con el tiempo, ya sabéis qué pasa… interesa más atribuir ciertas frases a personajes históricos para darles empaque y, al final, esto acabó siendo atribuido a Sócrates. Esto es algo que se podría haber sabido haciendo una búsqueda rápida por internet. Pero bueno, así es mucho más fácil escribir un artículo. Documentarse exige un poco de tiempo. Y saber hacerlo.
No obstante, me cuesta calificar de otra forma que no sea pensamiento mágico del más alto nivel, este ensañamiento permanente contra la juventud (que reconozco saca lo peor de mí), sostenido a través del tiempo y que colisiona frontalmente con la mejora patente de todas las áreas de conocimiento que experimentamos en nuestras sociedades modernas y que, según este discurso de la bajada del nivel, deben haber sido obra de hombres y mujeres cada vez más ignorantes, incultos e incompetentes que sus antepasados.
Una pregunta, ¿en qué momento hablar de la reducción de aprendizajes globales implica que alguien se ensañe con la juventud? ¿Qué tiene que ver que haya un porcentaje de alumnado muy alto que aprende menos (no lo digo yo, lo dicen todas las pruebas de que disponemos) con que exista alumnado excelente? Las pruebas PISA lo dicen muy claro. Se ha reducido el número de alumnado excelente en España pero seguimos teniendo un determinado porcentaje del mismo. Por tanto es lógico que con la existencia de ese alumnado se siga mejorando en todas las áreas de conocimiento. El problema es que a algunos nos gustaría que el porcentaje de alumnado excelente cada vez fuera mayor y que el aprendizaje, especialmente en alumnado de puntos de partida más complicados, fuera mucho mayor. ¿Esto es ensañamiento contra la juventud?
Todos los indicadores que tenemos: la tasa neta de escolarización entre los 16 y los 24 años en los últimos 20 años, la tasa de idoneidad (las personas que están en el curso que les corresponde por su edad), la esperanza de vida escolar (el tiempo que estamos estudiando), el porcentaje de la población de entre 20 y 24 años que termina segunda etapa de secundaria, la tasa de graduación de la ESO y de bachillerato y, por supuesto, el abandono escolar temprano que sigue siendo un problema pero que ha mejorado bastante… Todos estos datos deberían hacernos pensar que el nivel educativo de la población sube, pero los defensores de la bajada de nivel pretenden convencernos de que estos indicadores forman parte de una conspiración para ocultar una realidad incuestionable y obvia de la que solo ellos y ellas son conocedores: que el nivel educativo está por los suelos.
Vamos a ver. Ninguno de los datos anteriores sirve para saber si el alumnado aprende más o menos. Por cierto, jugar a que el nivel educativo es algo que no puede medirse y después, por interés, usar ese nivel que se dice que no existe para justificar ciertas cosas, es muy triste. Pero bueno. A falta de argumentos…
Va, voy a jugar al mismo juego de dar datos que no sirven para saber si hay mejoras o no a nivel educativo. Ahora los jóvenes se emancipan más tarde, obtienen trabajos peor remunerados, ha aumentado la obesidad infantil, han aumentado los problemas de visión, hay más dificultad para redactar un texto argumentativo, se informan mucho más por las redes sociales,… Todo ello debería llevarnos a pensar que algo funciona mal. A lo mejor estos datos son síntoma de una conspiración que se oculta con los discursos de los miembros de este colectivo. Vete a saber. Un detalle, aunque me canse de decirlo, todos los datos de aprendizaje (mira si es fácil hablar de aprendizajes y no se menciona en ningún momento en este artículo o se hace mínimamente) indican que el mismo se ha reducido.
Comprobar el aumento de la vida media o la altura en la población es fácil y nos permite concluir que ambos han aumentado. Pero hablar del nivel es radicalmente diferente por la cualidad de los datos, ya que estos, entre épocas diferentes, no son homogéneos.
¿Los datos entre épocas diferentes no pueden compararse? Entonces, ¿por qué el autor de este artículo compara el número de titulados con los que existían antaño? ¿Hay cosas que sí que pueden compararse y otras no? ¿Cuáles? ¿Las que me interesan? ¿Por qué esas y no las otras? Un movimiento de portería en toda regla. Un movimiento que permite dar validez a cualquier discurso porque, imaginaos la cantidad de cosas que podemos decir si la movemos. Especialmente si la movemos solo cuando nos interesa.
En un contexto donde los jóvenes gozan de una educación más extensa y accesible que en épocas anteriores, es incoherente concluir que los tiempos pasados fueron mejores en términos educativos, a menos que se sostenga que la educación en sí misma o lo que hacemos en las aulas perjudica el avance individual y colectivo.
¿Una educación más extensa y accesible implica que sea una mejor educación? He leído del mismo autor del artículo que los años de experiencia como docente no te hacen un mejor docente. Entonces, si trasladamos lo anterior a lo que dice, ¿por qué una educación más extensa y accesible es mejor? ¿No sería mejor una educación en la que se aprendiera más y en la que el futuro del alumnado, en parte gracias a la preparación recibida, tuviera un mejor futuro que sus padres? Uno puede pasarse horas en un centro educativo y no aprender nada. Es que es de cajón.
Un análisis basado en el ensalzamiento de nuestra propia historia personal sin un contraste más amplio y complejo es siempre sesgado y nos llevará a un diagnóstico y unas propuestas erróneas.
Entonces, ¿todo el análisis basado en una percepción personal como la que realiza el autor del artículo es sesgado y nos lleva a un diagnóstico o propuestas erróneas? Es que no he visto ningún dato, ninguna evidencia, ni nada salvo el discurso y los movimientos de portería constantes, amén de errores en citación, que defiendan la postura del autor. Un autor más interesado en buscar hombres de paja que en otra cosa. Pero bueno, es un artículo de opinión personal en un medio de comunicación. Nada más que eso.
En décadas pasadas, ciertas habilidades y conocimientos eran piedras angulares de la educación, dictadas por las necesidades y valores predominantes de la época. Por ejemplo, la habilidad en la caligrafía y la capacidad para realizar cálculos mentales rápidos eran vistas como esenciales antaño. Mientras que en la actualidad estos conocimientos han dejado de ser tan relevantes y otros han ocupado su lugar: la importancia de los conocimientos está en constante evolución.
Así, en el mundo actual, resultan más relevantes conocimientos tecnológicos profundos, el análisis y contraste de la información a la que se tiene acceso o la comprensión de fenómenos económicos y geopolíticos complejos, por ejemplo.
¿El conocimiento es utilitarista? No he visto una defensa neoliberal del conocimiento tan brutal como la que se hace en este párrafo. Se está diciendo que los conocimientos van a depender de lo que exija la sociedad. Algo que choca frontalmente con la misión de la escuela. Una escuela que debe estar destinada a dos cuestiones: que el alumnado aprenda y que tenga espíritu crítico gracias a ese aprendizaje. Un modelo que permite cambiar la sociedad porque, al final, si la escuela no cambia la sociedad y simplemente se dedica a reproducirla, ¿qué sentido tiene? A ver si va a ser que los críticos con la nostalgia lo que quieren es volver a un modelo en el que el ciudadano, más allá de realizar sus tareas de producción para el sistema, no tenga expectativas para mejorar, ni su puesto de trabajo ni el contexto en el que vive. A ver si son los que defienden la segregación porque, curiosamente, esas habilidades y conocimientos de los que ellos reniegan, son los que son esenciales en esos centros educativos a los que acuden los hijos de la élite de nuestro país. Y renunciar a ellos en la escuela pública hace que la sociedad acabe reproduciendo los diferentes estratos sociales de la época industrial.
A todo este cambio de prioridades y prelaciones entre los diferentes conocimientos, se le suman los cambios dentro de las propias áreas de conocimiento fruto de los descubrimientos y avances dentro de ellas: Mi padre siempre cuenta que cuando era pequeño el pescado azul era malísimo hasta que se descubrieron los beneficios de las grasas insaturadas, igual pasó con el aceite de oliva, con el chocolate, … y si nos remontamos más atrás en el tiempo es fácil encontrar muchos de estos ejemplos.
Resulta curioso que personas versadas en un modelo educativo caduco hubieran sido capaces de descubrir ciertas cosas. Es paradigmático que las personas, formadas en ese sistema obsoleto, con una nostalgia errónea, sean los que ahora estén formando a las nuevas generaciones y sean los responsables de ciertos descubrimientos en todas las ramas del saber. A lo mejor el sistema educativo de antes no era tan malo. A lo mejor es que hay cosas en el sistema educativo actual que no funcionan y deberían cambiarse. A lo mejor es que acudir a experiencias personales y nostalgia es igual de perverso cuando se hace, o bien buscando lo malo o lo bueno. Y para eso esta la investigación, las evidencias, los datos y las experiencia de miles de docentes en sus aulas. Sin olvidarnos, claro está, de ese alumnado que está en ellas.
En las últimas décadas, el sistema educativo ha experimentado cambios profundos. Y algunos de los más notables han sido la universalización de la educación, el aumento de la educación obligatoria y la aparición del concepto de inclusión educativa. No obstante, todos estos cambios que, por sí mismos, representan ya una subida del nivel educativo (ahora encontramos mucha gente en la educación que antes estaba fuera) facilitan y potencian la percepción de que este nivel educativo baja cada vez más.
¿La universalización de la educación ha hecho que el aprendizaje del alumnado, de forma global, haya aumentado? ¿El modelo de inclusión actual, con intentos de suprimir los centros de educación especial, convirtiendo a los PT y AL en apoyos dentro del aula, con alumnado al que le va mucho mejor el silencio, está funcionando? ¿Subir el nivel es lo anterior? Lo anterior es aumentar el número de alumnado escolarizado. Y comparar el número de alumnado escolarizado con el aprendizaje es hacerse trampas al solitario. Algo que, por cierto, es muy triste.
No es que haya más problemas de lectura, de conocimiento de historia, matemáticas, respeto al profesorado, o cualquier otra cosa. Se trata, simplemente, de que ahora están en la educación, los que antes no llegaban.
Es decir que en las aulas no hay más problemas de lectura, de conocimiento, de historia o de respeto al profesorado que antes. El problema es que los docentes y los datos mienten. Porque, si lo interpreto de otra manera, podría encontrarme con que el autor del artículo está diciendo que meter en educación a los que antes no estaban ahí ha hecho reducir el respeto al profesorado, haya aumentado los problemas de lectura, de conocimiento de historia, etc. Espero no haber leído lo que he leído porque si está diciendo que la culpa de la reducción de aprendizajes es del alumnado que está escolarizado masivamente, creo que tiene un problema con la escolarización obligatoria.
Aquellos que tuvieron una experiencia escolar en una escuela unitaria, cantando las tablas de multiplicar, el libro de texto único, filtros de exámenes y reválidas, la enciclopedia única como principal fuente de información (si tenía la suerte de tenerlas en casa), etc., solo pueden creer que aquello era tener nivel, si se perciben ese pasado como un gesto heroico. Solo así se puede vincular aquel pasado con algo brillante.
Entre un pasado brillante y un pasado ajado creo que hay diferentes rangos. El pasado no es un gesto heroico. El pasado son hechos sucedidos. Y hay cosas que nos pasaron buenas y malas. También a nivel educativo. Por cierto, lo que resulta extraño es que personas con éxito académico y profesional renieguen de lo que les ha permitido llegar ahí. Es que lo de que «uno ha llegado a algo a nivel profesional a pesar de la educación que recibió» no cuela. Salvo, claro está, que mienta.
Un detalle, ¿os habéis dado cuenta de que está hablando de un modelo educativo anterior a la democracia? Toda la población menor de 55 años ha estudiado en un modelo que nada tiene que ver con lo anterior. Y la mayoría de esa población son los docentes que hay en las aulas. Por tanto, ¿a qué viene tanto recuerdo mostoso? Solo ha faltado la típica lista de los Reyes Godos.
Se distorsiona cualquier dato de progreso que pueda ofrecérsele para argumentar en contra y que, en lugar de provocar un conflicto cognitivo, es usado para retroalimentar lo que ya se cree que se sabe: que el nivel baja por debilitarse la exigencia y que esa es la explicación a cualquier dato de progreso, creando un bucle de refuerzo del propio pensamiento del que es muy difícil salir y que, además, se ve sumamente reforzado por los titulares y noticias de los medios de comunicación que refuerzan y, al mismo tiempo, se nutren de estos discursos.
A mí hay algo que lleva mucho tiempo generándome dudas existenciales. ¿Por qué siempre los que escriben en los medios y les difunden hasta la saciedad sus escritos, curiosamente casi todos con el mismo ideario pedagógico manipulador, son los que dicen que los medios se nutren de los discursos contrarios a su falta de argumentos? Tal y como ha defendido en varias ocasiones el autor de este artículo, se debe «vetar» en los medios a los que no piensan como él ni tienen su ideología. Entonces, ¿dónde está ese bucle de refuerzo? ¿Qué se refuerza exactamente? ¿Qué titulares y noticias son las que llenan líneas en los medios? Es que yo llevo leídos a lo largo de la semana seis artículos en los medios y en todos, salvo en uno, se defienden los postulados y las ideas del colectivo del que forma parte el autor de este artículo.
La idea: si es imposible hablar del nivel con algo de rigor, si tengo que elegir entre la premisa sin validación ninguna de que baja el nivel o la de que no existe el nivel tal y como dicen Establet y Baudelot: “En cualquier caso, el científico y el docente deben preferir la segunda hipótesis: esta tiene en su favor el beneficio de la duda.”
Entonces, si el nivel no existe, ¿por qué se pasa todo el artículo hablando de esa concepto? Lo sé. Hay cosas que mejor no preguntarse.
Espero que disculpéis la longitud del artículo de hoy, los errores gramaticales o de ortografía que haya podido cometer (lo he empezado a redactar muy pronto) o, simplemente, la falta de coherencia en algunos momentos. Es que, ya que los autores de estos artículos, miembros de un determinado colectivo, se niegan a mantener un debate con nadie con luces y taquígrafos, no queda otra que desmontarles su discurso desde aquí. Un pequeño blog, muy alejado de la repercusión de los medios que les dan voz, pero desde el que me apetece denunciar ciertos discursos educativos, manipulaciones y movimientos de portería que hacen algunos.
Finalmente un detalle. En mi artículo no hay ni un ataque ad hominem ni uso de hombres de paja. No todos somos iguales.
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Supongo que estos señores, igual que muchos otros, son los auténticos poseedores de la verdad absoluta.
Desde hace tiempo he visto que estos términos de los que hablan son los postulados que defiende la izquierda. Que esta misma izquierda es la única que quiere que el estado avance siendo el resto, por tanto, reaccionarios.
Lo más gracioso es que últimamente me ha dado por preguntar la opinión sobre esto a personas en general muy de izquierdas, dentro y fuera del ámbito educativo, y todos ellos están en contra de dejar que cierto alumnado campe a sus anchas dentro de los centros educativos principalmente en secundaria pero cada vez más en primaria.
Cuando habla de que «están en la educación los que antes no legaban» me recordó que, incluso el mismo César Coll que ha participado en más de una ley educativa del PSOE, está ahora a favor de que los alumnos tengan más itinerarios en secundaria aunque esto pueda crear cierta segregación.
Mi pregunta sobre esto siempre es la misma: si se dice que el hecho de permitir que haya alumnos que revienten la clase se da porque estos alumnos vienen de situaciones socioeconómicas muy desfavorables, ¿Quiere decir esto que el resto de la clase vienen de situaciones mejores? Porque en general me parece que en una clase se juntan las personas de un mismo sitio, con unas condiciones parecidas. ¿No hace esto, por tanto, que a las personas con una situación socioeconómica vulnerable que SÍ QUIEREN ESTUDIAR se les destroce el ascensor social? ¿Se pretende que ese chaval que no quiere estar en clase y cuando está la revienta aprenda por una mera cuestión de ósmosis?
Bueno, seré yo, que soy muy reaccionario.
Un saludo Jordi.
Eres muy reaccionario. Demasiado para el discurso -que no argumentos- de algunos.
Te estaba esperando, Jordi. Porque he leído ambos artículos de los que hablas y, además de detectar lo que comentas (argumentos que sencillamente no son tales, y un planteamiento del tipo «toca defender esto y luego ya buscaré lo que pueda para justificar lo que quiero: la realidad no importa»), es que son largos y me da la impresión de que dicen poco.
Pero yo no soy capaz de diseccionar como lo haces tú. Voy a hacer un post en Twitter enlazando tu artículo porque me parece canela en rama. De nuevo, gracias por poner palabras a opiniones que yo tenía pero no podía expresar así de bien.
Es que, por desgracia, no hay argumentos al otro lado. Hay discursos que, al igual que esas arengas que algunos hacían desde determinados lugares, tienen su público. El problema es que te pones a rascar un poco y es la nada más absoluta.
Muchas gracias, por cierto, por tus palabras pero, sin conocerte, creo que te infravaloras. Todo el mundo es capaz de contraponer argumentos a la nada. Lo ponen muy fácil. Un saludo.