Ayer escribí (enlace) acerca de la necesidad de incorporar y apostar por una Educación Basada en Evidencias (EBE). De forma paralela a esa apuesta, se necesita comunicar y explicar a los docentes y a las familias, sin olvidarnos de la propia administración, por qué es tan importante tomar decisiones de forma informada. El problema es que hay algo que no mencioné ayer y que es muy importante: ¡no todo lo que nos venden como Educación Basada en Evidencias lo es! Incluso, en muchas ocasiones, algunos interesadamente intentan dotar de evidencia a cosas que no lo son. Y eso es algo que tendríamos que tener en cuenta antes de abrazar nada.
Abrazar un concepto, tal y como se ha hecho con el DUA o, simplemente, creer que cuando te ponen una diapositiva en una formación con un cerebro pintado en colorines ya es algo validado por la ciencia, es un error. Un error que también sucede con el abrazar acríticamente los datos y considerar que, por tener un cierto efecto (ya que aparece en unas determinadas tablas) algo ya puede ser aplicado indiscriminadamente en nuestras aulas y mejorar la educación. No es así de simple.
La EBE no es una receta. Si os venden una receta mágica para hacer paella y no tenéis en cuenta los ingredientes o la experiencia del que la hace, no sirve de nada. Podéis acabar haciendo arroz con cosas. Con cosas que pueden estar muy bien y ser de buena calidad, pero no tiene porque saliros una buena paella. Y eso es algo que tendríais que tener en cuenta a la hora de descartar esa metodología o estrategia educativa. No hay recetas. Hay indicaciones.
Si existe imposición en una determinada metodología o, simplemente, se ignora a los docentes que están en las aulas y no se les deja margen de maniobra y adaptación al contexto, no estamos hablando de EBE. Estamos hablando de imposición pedagógica. Por ello es tan importante el fomentar el pensamiento crítico entre los docentes para que puedan entender que, cuando les hablan de la obligación de incorporar algo en el aula y les dicen que dejen de lado la observación del alumnado y la necesaria adaptación al mismo, ya estamos hablando de algo que no son evidencias. Las evidencias en educación se imponen por el contexto. Y no varían legislativamente. Ni tan solo, salvo para descartar determinadas metodologías o estrategias, que según evidencias no funcionan, no deberían aparecer en ninguna normativa educativa.
Si se priorizan los datos frente al uso que se va a dar de los mismos, no estaríamos hablando de EBE. Estaríamos hablando de dataísmo descontextualizado. Los datos son importantes pero son las evidencias que se extraen de los mismos y el llevarlas al aula lo que es realmente una EBE. Por cierto, negar los datos, también hace que no estemos hablando de EBE.
Todos sabemos que lo más importante en un aula es que el docente tenga conocimientos de lo que imparte y estrategias para enseñar. Y voy a afirmar, aunque a algunos no les guste, que es mucho más importante que tenga conocimientos porque, al final, las estrategias se pueden aprender pero, una vez uno está en el aula, es muy difícil que si no tiene unos conocimientos específicos de su materia pueda asumirlos. Lo anterior tiene mucha relación con algo que no es EBE. EBE no es algo que descarte ni minimice la profesionalidad del docente. Se trata solo de que el docente tenga más información acerca de cosas que pueden serle de utilidad para gestionar su aula.
Y, finalmente la clave de lo que no es EBE. EBE no son los productos que venden muchas empresas que dicen textualmente “está testado y tiene evidencias de que funciona”. No hay ningún producto ni herramienta que esté basado en las evidencias. La EBE no es un producto ni una herramienta, es un conjunto de conocimientos e investigaciones que indican qué puede funcionar mejor en las aulas.
Por cierto, para poder cuestionar una determinada evidencia, lo lógico es que necesitemos evidencias que la contradigan. En caso contrario estaríamos hablando de otra cosa.
Bibliografía
Coe, R. y Kime, S. (2019). A (new) manifesto for evidence-based education: twenty years on. Sunderland, UK:
Evidence Based Education. Recuperado de https://evidencebased.education/new-manifesto-evidence-based-education/ el 13 de abril de 2024.
Fernández Navas, M. y Postigo-Fuentes, A. Y. (2023). Educación basada en la evidencia. Peligros científicos y ventajas políticas. Revista De Educación, 400, 43–68. https://doi.org/10.4438/1988-592X-RE-2023-400-570
Langer, L., Tripney, J. y Gough, D. (2016). The Science of Using Science Researching the Use of Research Evidence in Decision-Making. EPPI-Centre, Institute of Education, University College London.
Shulman, L. S. (1986). Those who understand: Knowledge growth in teaching. Educational Researcher, 15(2), 4–14. https://doi.org/10.3102/0013189X015002004.
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Enhorabuena por cada entrada que realizas y nos proporcionas enlaces y evidencias/daros para que no.nos intententen seguir tomando el pelo.
Por otro lado, ¿tienes alguna entrada sobre las comunidades de aprendizaje?
Un saludo.
No. Es algo sobre lo que he escrito tangencialmente pero, por desgracia, me genera dudas razonables. Eso sí, hay algo que sí que es bueno de esas CdA y es la parametrización de “qué es lo que debe ser CdA”. Algo que hace que para algunos sea demasiado estricto pero que, al menos, permite ser analizado de una forma más coherente. No me da tiempo a todo. Y sé que es un tema del que debería leer más. Saludos.
Muchas gracias por tu respuesta. Lo pregunté porque encontré su blog hace poco y por casualidad. Debería de haber buscado más entradas anteriores,por tanto,yo también tendría que leer más (¿Y quién no?!).
De nuevo, enhorabuena por tu calidad.