Nos hemos cargado la escuela pública. Llevamos rompiendo, desde hace mucho, mediante la irrupción de determinados intereses exógenos, formación paupérrima o, simplemente, por dejarnos llevar por la deriva de lo que sucede en los centros públicos, la baraja de la igualdad de oportunidades. Y sucede por dos motivos: la propia estructura actual de la escuela pública y la elección, cada vez más masiva, de las familias de clase media abandonando el barco.

Hemos conocido este curso, de nuevo, que los que logran 14 en Selectividad son, cada vez más, procedentes de centros privados (enlace1 y enlace2). Hasta hace unos años, sacar la máxima calificación en Selectividad siempre estaba, salvo contadas excepciones, acaparado por alumnado de la pública. Ya no es solo eso. A nivel de centros educativos, los que mejores calificaciones sacan de forma global en la prueba son los privados (enlace). Y eso empieza a intuir que en la pública empezamos a necesitar un revulsivo.

Podemos comprar las noticias en los medios hablando de lo inclusiva que es la escuela pública, de lo bien que atendemos la diversidad o, incluso, comprar el relato de aquellos que, con datos manipulados, te dicen que en la privada se inflan más las notas de Bachillerato que en la pública. Esto no es así. Ya lo desmonté hace un tiempo aquí. Los datos, por desgracia para algunos, desmontan bastantes relatos interesados.

También empieza a ser habitual que cada vez haya más estudiantes de Medicina de la privada que saquen mejores notas en el MIR. Ya no digamos la elección de alumnado de Bachillerato, con muy buena nota media, que optan por ir, pudiendo ir a Universidades públicas, por Universidades privadas. Y eso es algo que los que defendemos la pública no debemos esconder porque, la única manera de mejorar las cosas es aceptando la realidad. Y la realidad, nos guste o no, es que la educación pública está teniendo problemas.

En la pública estamos comprando metodologías que, en gran parte de la privada, después de haber experimentado, han abandonado. Los padres cada vez exigen más que sus hijos aprendan y que saquen las mejores calificaciones posibles. Algo que en la pública no estamos entendiendo porque, al final, convertir un modelo educativo (el público) en algo totalmente asistencial, en el que campan a sus anchas innovaciones muy poco sólidas y que, por desgracia, hace que demasiados sigan viviendo del prestigio de la pública, es un error. Mirad cuántos compañeros llevan a sus hijos a la privada. ¿Creéis que lo hacen porque la pública es maravillosa? ¿Lo hacer porque quieren lo peor para sus hijos? Como discurso está muy bien, pero como padres, todos queremos lo mejor para nuestros hijos.

Creo en la escuela pública como igualdad de oportunidades. El problema es que, con creer, no hay suficiente. Y si queremos revertir la tendencia, lo que debemos de hacer, más allá de criticar lo que sucede en la privada, es intentar mejorar la educación pública porque, al final, la casa de uno se arregla con lo que se hace en esa casa.

Finalmente deciros que este post no es una crítica a nadie ni a nada. Se trata de una reflexión en voz alta de un tema que, como defensor de la pública, me preocupa. Eso sí, me niego a no querer ver lo que sucede. Y lo que sucede es que, por desgracia, la pública está, después de muchos años y por motivos no solo achacables a las políticas educativas, en caída libre. Eso sí, siempre hay posibilidad de revertir la situación. Todo es cuestión de quererlo y recuperar, ofreciéndoles calidad, a esas familias que han optado por otro modelo de centros educativos. También, sin poder ser de otra forma, mejorando su gestión por parte de quienes la gestionan.

Escribir algo así mirando al mar hace que, como mínimo, pueda intentar ser algo más optimista en el futuro de la escuela pública de lo que la realidad me indica.

Lo más importante del blog es que os paséis por aquí, pero si queréis colaborar en su mantenimiento o haceros mecenas del mismo…


Descubre más desde XarxaTIC

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.